Medidas para cuidar el medio ambiente no son suficientes para algunos movimientos y activistas ecologistas
Para IM éxito de aplicación de ley de bolsas plásticas es ejemplo de que es posible generar conciencia.
En Uruguay se comenzó a aplicar la nueva ley de bolsas plásticas, promulgada hace casi un año y cuya reglamentación estableció que el 30 de junio comenzara a regir la obligación de utilizar bolsas reciclabes y el cobro de estas a los usuarios. El objetivo es claro: promover el uso sustentable de bolsas plásticas, impedir la fabricación o importación de bolsas no biodegradables, y sensibilizar a los sobre el impacto ambiental que tiene el uso de estas bolsas. Según la Dirección Nacional del Medio Ambiente (Dinama), los resultados ya son visibles: se redujo 80% el consumo de las bolsas.
Si bien puede parecer un cambio pequeño, en realidad es un gran salto. Esta ley, impulsada por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), forma parte de un conjunto cada vez más importante de avances legislativos en defensa del medio ambiente, que está ocurriendo en todo el mundo. Frente al cambio climático y el aumento de la contaminación, las instituciones públicas intentan implementar medidas y políticas para una gestión mejor de los residuos y del reciclaje, medidas que son exigidas por una corriente ecologista que no siempre es entendida por la población.
Autoridades capitalinas frente al desafío del reciclaje
En Montevideo, ciudad que concentra casi la mitad de la población del país, el desafío de la gestión de los residuos es masivo. Entre la desinformación y la falta de recursos para aplicarlas, las políticas toman tiempo para ser aplicadas y ser eficientes. De hecho, al contrario de lo que piensa la mayoría de las personas, las herramientas para reciclar los residuos existen. Según Sebastián Bajsa, asesor en Planificación de Gestión de Residuos Sólidos de la Intendencia de Montevideo (IM), la ciudad tiene un “sitio de disposición final de residuos al cual llegan la cantidad más grande de residuos”, pero también “cuatro plantas de clasificación de residuos, que llevan alrededor de cinco años funcionando”. La capacidad y la calidad del reciclaje deberían mejorarse, con la creación de una nueva planta de clasificación con una capacidad mayor, nuevos elementos mecánicos y mejoras técnicas, un avance que representará “un salto en la capacidad de procesamiento de residuos para el reciclaje”, agrega Bajsa.
Pero además de los proyectos es necesaria la participación de la población. El reciclaje del plástico, como de los envases y de los residuos orgánicos, se hace más que nada gracias a los contenedores en los supermercados y otras grandes superficies, aunque en algunos barrios como en el Centro, también se han instalado contenedores dobles para separar plástico y residuos comunes. ¿Cómo hacer que los montevideanos participen más en el reciclaje de los distintos residuos, cuando muchos creen que los contenedores no sirven y que nada se recicla? Para Bajsa, “hay que dar pasos firmes” para involucrar a la población, ganar su confianza y su compromiso. Algo que necesita, según él, que las medidas existentes sean accesibles y más cercanas a la población: “hoy en día, para ir a una gran superficie a llevar sus residuos, uno debe tener un compromiso muy grande, es decir, no lo tiene en la puerta de su casa”.
Por otro lado, la IM ha logrado instalar un sistema completo de reciclaje que permite a cualquier persona que desee reciclar todos sus residuos, desde lo más común hasta lo más específico, por ejemplo, con la posibilidad de llamar a la Intendencia para que pasen a buscar los residuos especiales. Es lo que Gabriela Camps, asesora en el Departamento de Desarrollo Ambiental de la IM, recalca, dando a conocer este avance este avance, inexistente hace unos años: “Lamentablemente muchas veces atendía llamadas telefónicas de vecinos que querían hacer las cosas bien, y era como la frustración de no tener un camino donde poder conducir a esa población que ya estaba comprometida. Creo que un gran avance que hemos tenido es que hoy todo montevideano que quiera separar en origen o quiera valorizar sus residuos lo puede hacer”. Un primer gran paso según los dos técnicos, que tiene que ser extendido “no solo a esas personas que tengan ese grado de conciencia y de compromiso”.
Mas allá de las herramientas, las plantas de clasificación o los nuevos contenedores, el gran desafío para el reciclaje y la ecología en Montevideo va a estar en la educación de la población, y la creación de nuevos hábitos. El marco legal permite la creación de instrumentos económicos, pero también de otros hábitos de consumo. Según Camps y Bajsa, el éxito de la ley de bolsas plásticas es el ejemplo que muestra que es posible controlar el consumo de un tipo de producto, y generar una nueva conciencia sobre el uso de este producto y su impacto. Sin embargo, los hábitos de los ciudadanos no se cambian de un día para el otro y el cambio hacia otro sistema de consumo y de reciclaje lleva tiempo. Entre las campañas publicitarias, como las hechas para la “Semana sin plástico” en junio, y lugares dedicados al acopio para el reciclaje, la educación ambiental es una parte del trabajo de la IM. Además de un equipo técnico dedicado a esta tarea, nuevos proyectos nacen, como el “Eco Centro”, que apunta a la creación de un centro en cada Municipio de la ciudad, dedicado a la recepción de distintos materiales por parte de los vecinos, pero también a la educación ambiental y la gestión de residuos, con un espacio educativo y actividades orientadas a eso.
Los jóvenes decididos a generar un cambio
Pero las autoridades no están solas en la lucha contra el plástico, y por el medio ambiente. En la primera mitad de 2019 se hicieron visibles dos movimientos creados y liderados por jóvenes convencidos de la necesidad de actuar con más rapidez y más eficacia que las instituciones estatales. Poco tiempo después de la publicación del decreto reglamentario de la ley de bolsas plásticas, Fernando Tomas y Victoria Zapata, de 22 y 20 años respectivamente, crearon “No más plásticos en Uruguay”, una cuenta de Instagram dedicada a promover un proyecto de ley contra el plástico de un solo uso: “Veníamos unos meses atrás con el tema, con hacer cambios en nuestra casa, de reciclar, de compostar. Pero veíamos que no era suficiente, queríamos hacer algo más grande que llegara a más gente (...) Entonces ahí surge el Instagram, a ver si podíamos copiar un poco de otros países el tema de la Ley de plástico de un solo uso”. Rápidamente, los dos estudiantes sumaron seguidores, incluso una abogada especializada en el tema ambiental, que les ayudo a redactar un proyecto de ley.
Como la IM, ellos también constatan la cantidad enorme de basura generada en Uruguay, y la debilidad del reciclaje, por falta de infraestructuras y de educación. El proyecto de ley que impulsan incluye varias medidas, planeadas para una aplicación en seis meses, como por ejemplo que “en las áreas naturales de reserva, oficinas y lugares públicos, no haya ni botella ni sorbetes de plástico (...) reducir ese porcentaje de uso del plástico y buscar la manera de reducirlo nosotros”. Mas allá de la militancia para este proyecto de ley, Zapata y Tomas mantienen una página web activa para dar consejos acerca de la reducción del uso del plástico y compartir otros proyectos o emprendimientos que tienen un trasfondo ecológico. Sienten una responsabilidad social y ciudadana, y explican que “ver todo lo que está pasando en el mundo y no querer cambiarlo, o esperar a que no haya retorno, es muy difícil, porque el futuro depende de nosotros que estamos acá”.
¿Pero la ecología es un tema cuya emergencia solo preocupa a los jóvenes? Aunque existen campañas publicitarias al respecto, ellos mantienen que las redes sociales como Twitter o Instagram permiten la difusión de información y de generar esta conciencia ecológica. La mayoría de sus diez mil seguidores tienen entre 18 y 24 años, y ellos piensan que “somos todos jóvenes, hay mucha gente mayor que se interesa, pero no le llega la información (...) yo creo que la gente adulta no tiene la información suficiente para darse cuenta de la magnitud que crea todo eso al planeta. Pertenecen a otras generaciones (...) Todos los jóvenes que estamos detrás de esto es por nuestra voluntad, y es por los conocimientos que aporta internet, por nuestro interés de saber qué pasa. Tenemos esperanza, aunque sea un poquito”, dice Zapata. Una esperanza dedicada a salvar el planeta, pero también a salvar su país. Entre la contaminación del agua, del aire, de los espacios naturales, la naturaleza y la fauna en peligro, los dos jóvenes son conscientes de la necesidad de proteger el medio ambiente local, afirmando que “el Uruguay ahora ya no es el Uruguay Natural que publicitamos en el marketing turístico (...) somos los uruguayos que tenemos que reaccionar. Si no reaccionamos, puede pasar mucho”.
Decididos a generar el cambio, los jóvenes parecen ser actores importante para la ecología. Es lo que Greta Thunberg, estudiante y activista sueca, que ha mostrado el poder que puede tener la juventud, volviéndose a sus 15 años una figura mundial de la lucha ecologista, liderando huelgas estudiantiles delante del Parlamento sueco y creando para eso el movimiento “Fridays for Future”, para pedir a los políticos una reacción inmediata y la toma de medidas contra una emergencia absoluta, el calentamiento global. La figura de Thunberg fue reconocida por científicos y políticos como una figura de lucha por el medio ambiente, al hacer un discurso ante la 24ª Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas. Sus acciones inspiraron a jóvenes a lo largo y ancho del mundo para participar en huelgas estudiantiles y pedir una reacción a sus gobiernos.
Uruguay no se mantuvo al margen de esta movilización. Martin Ettlin, de 16 años, decidió en febrero crear el movimiento “Fridays For Future Uruguay”. Después de enterarse de toda la movida que se daba en Europa, de todas las personas que juntaban a jóvenes, quiso hacer un movimiento parecido en Uruguay. Frente a la ausencia de un grupo, decidió implementarlo creando una página en Instagram con la ayuda de la página del movimiento alemán, con el primer objetivo de responder “presente” a la llamada mundial para la huelga estudiantil de Thunberg, el 15 de marzo: “Esperábamos muy pocas personas, 20 quizás, 30 como máximo. Nos sorprendimos de que eran alrededor de 400 o 500 personas, porque en Uruguay no sabíamos que había tanta gente interesada en el tema”. Poco a poco, el grupo de jóvenes descubrió el mundo de la militancia, poniendo reglas como ser pacíficos, o no estar asociados a un ningún partido político. Como “No más plásticos en Uruguay”, el movimiento es esencialmente de jóvenes, y profundamente decidido a pedir acciones fuertes por parte de los partidos políticos. Ettlin explica que el objetivo principal es que Uruguay declare el estado de emergencia climática, pero también que firme el Acuerdo de Paris, por el clima, que sea más rígido y estricto en cuanto a las leyes ambientales y de reciclaje, y que se abastezca 100% de energías renovables. La página de Instagram le sirve también para la difusión de información y datos sobre la crisis del medio ambiente y la promoción de acciones en su defensa. Para Ettlin, “tienen un papel fundamental para concientizar a las personas en estos momentos”. Entre la esperanza de poder organizar reuniones con políticos y de juntar más personas, el movimiento parece querer más que nada hacer oír la voz de jóvenes que están frente a un desastre mundial, y a la tibia acción de las autoridades.
Aunque se ha lanzado un Plan Ambiental Nacional para el Desarrollo Sostenible, las acciones tanto del gobierno como de la IM no son suficientes, según los jóvenes de los dos movimientos. Ettlin critica la falta de eficacia y de rigidez por parte de las autoridades, por ejemplo, en el reciclaje y la gestión de los residuos, y espera ver acciones reales: le parece que existe una voluntad real de actuar, pero sin que haya resultados lo suficientemente potentes.
Julia Galan es francesa, cursa tercer año de Ciencia Política y Ciencias Sociales en la Universidad Sciences Po Paris, en Francia, y vivió en Uruguay desde mediados de 2018 hasta medidos de este año, en el marco de un año de intercambio universitario, que está realizando en la universidad ORT en la Licenciatura de Estudios Internacionales. Actualmente reside en su país natal.