Ricardo Hirata 1“La invisibilidad de las aguas subterráneas no es solo física, sino también política y administrativa, y es un fenómeno global”


Hirata es especialista en aguas subterráneas, profesor titular del Instituto de Geociencias de la Universidad de San Pablo y coordinador del Proyecto Temático Sacre-Soluciones integradas del agua para ciudades resilientes a los cambios climáticos. Ha trabajado como investigador en el Acuífero Guaraní desde el inicio de su carrera en los 80.

Ricardo Hirata, geólogo y profesor brasileño

En una entrevista que concedió a La Mañana, destacó la relevancia del acuífero a nivel mundial y explicó los problemas que conllevan los recursos de este tipo, así como sus virtudes.

¿Cuál es la importancia que Brasil le da al tema del agua y cómo se ve reflejado en las políticas públicas?

Las aguas subterráneas son un recurso oculto y, por tanto, la percepción de su valor está lejos de reflejar su real importancia. En Brasil existen más de 2,8 millones de pozos tubulares y 3 millones de manantiales y pozos excavados que sirven a la sociedad en los diversos usos que se le pueden dar al agua. Estos suman más de 557 m3/s, lo que sería suficiente para abastecer a toda la población, y representan un valor económico de más de US$ 25 mil millones por año. La invisibilidad de las aguas subterráneas no es solo física, sino también política y administrativa, y es un fenómeno global.

Pero, ¿qué implicaciones tenemos de esta invisibilidad? Por citar un ejemplo, en el Estado de San Pablo, el 75% de sus ciudades se abastecen de fuentes subterráneas, pero solo el 4% del Fondo Estatal de Recursos Hídricos, responsable de financiar la gestión del agua, se destina a las aguas subterráneas. Es una asimetría.

Otro dato importante es que el 80% de las extracciones de aguas subterráneas se realizan mediante pozos privados. Todos los pozos privados juntos tienen un valor de US$ 20 mil millones, lo que representa 6,5 años de inversión en saneamiento en el país. Incluso sin planificación, tenemos una asociación muy buena entre lo privado y lo público, porque varios de estos pozos completan el suministro público de agua en las ciudades.

Por su especialidad, usted se ha enfocado mucho en el Acuífero Guaraní. ¿Podría describir brevemente la magnitud de este recurso y su potencial de desarrollo económico?

El Acuífero Guaraní es uno de los 10 mayores reservorios de agua subterránea del mundo. Tiene una superficie de más de 1,1 millones de km2 que se extiende por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, donde habitan alrededor de 15 millones de personas. He trabajado en este acuífero como investigador desde el inicio de mi carrera en la década de 1980, y también fui uno de los responsables técnicos del Banco Mundial, cuando formé parte del Groundwater Management Advisory Team en el Proyecto Guaraní en los años 2003-2010. Este proyecto fue financiado por el Fondo de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y ejecutado por el Banco Mundial y la OEA.

El acuífero reúne dos características relevantes, es un recurso inmenso con agua de buena calidad en la mayor parte de su ocurrencia, pero también está localizado en una de las regiones económicamente más importantes del Mercosur. Sin embargo, no es homogéneo. En su porción norte (Brasil) es un acuífero excepcional, y en el sur presenta alta salinidad o zonas de productividad variable (Argentina), pero allí su grado geotérmico permite utilizarlo para estaciones termales o en intercambiadores de calor. Considero que es un recurso importante hoy, puesto que varias ciudades y empresas dependen de él, aunque es posible que se encuentren otros usos, para lo cual es necesario investigar, conocer y desarrollar nuevas alternativas.

¿De qué trata el Acuerdo sobre el Acuífero Guaraní entre los cuatro países del Mercosur? ¿Se ha traducido en alguna acción económica concreta?

Con la finalización del Proyecto Guaraní en 2010, se hicieron esfuerzos para que el tratado del Acuífero Guaraní fuera firmado y ratificado por los cuatro países, lo que no se hizo hasta 2018. Este retraso se atribuye al hecho de que no existieron grandes conflictos entre los países, y había pocas perspectivas de que esto ocurriera. El propio Proyecto Guaraní estaba más motivado por la cooperación que por los conflictos. Lo cierto es que el tratado se considera un modelo, ya que cumple los requisitos de las normas internacionales modernas, se basa en conceptos de gestión integrada de los recursos hídricos y también es pionero teniendo en cuenta su tamaño y complejidad institucional. El Proyecto Guaraní puso el tema de las aguas subterráneas en la agenda de la sociedad, reduciendo su invisibilidad política.

El acuerdo también representó un paso esencial para la cooperación internacional en materia de aguas subterráneas, ya que reafirmó la aplicabilidad de los principios del derecho internacional del agua a los acuíferos y fue el primer acuerdo transfronterizo sobre aguas subterráneas desarrollado bajo la influencia de las resoluciones contemporáneas de la ONU (Resolución 63/124 de 2008). También es un ejemplo de diplomacia preventiva, que es “un concepto basado en la premisa de que es más fácil y barato prevenir las disputas antes de resolverlas”.

Aunque no existen evaluaciones financieras de los beneficios generados, se rescata la mejora del conocimiento y la cooperación entre los países, y que sembró una mejor base para la gestión. Esto se ve reflejado en el aumento de las ganancias económicas, y en la prolongación de su uso, sobre todo porque hay zonas donde la explotación se hace con aguas fósiles. Es decir, aguas que tardan decenas de miles de años en renovarse, por lo que su extracción está limitada a su almacenamiento y es finita. Un día ya no será económicamente viable extraer agua del acuífero de esas zonas.

¿Cómo se aseguran los suscriptores de este acuerdo de que el acuífero se proteja adecuadamente o que no sea utilizado en forma que no beneficie el desarrollo de nuestros países?

Con la cooperación, el intercambio de información de sus estudios hidrogeológicos y los usos del agua, especialmente en las grandes zonas agrícolas de regadío, así como la creación de un foro común con representantes y técnicos cualificados de los gobiernos de los cuatro países. Los conflictos detectados en las zonas fronterizas deberán debatirse en este foro con la finalidad de poder tomar medidas para las soluciones de los problemas de forma eficiente.

¿Cuál es la complejidad específica de gestionar un acuífero transfronterizo? ¿Se puede considerar a Itaipú como un antecedente positivo para que en un futuro la región coordine el uso de los recursos de la Cuenca del Plata? ¿Sería un sueño concebir una Tennessee Valley Authority para administrar los recursos hídricos de la Cuenca del Plata?

La buena gestión de cualquier recurso natural siempre está limitada por los conocimientos que tengamos sobre él. En el caso de los acuíferos, es más delicado, ya que los datos solo se obtienen perforando y con un monitoreo a lo largo del tiempo, los cuales suelen ser limitados y muy costosos. Solo unos pocos acuíferos del mundo cuentan con programas amplios e intensivos de monitoreo que respalden una gestión integral.

En el caso de las aguas subterráneas en América Latina, tenemos una buena capacidad para caracterizar y gestionar los acuíferos contaminados por fuentes puntuales, como vertederos e industrias. Pero con los acuíferos transfronterizos, tenemos el reto de vigilar grandes masas de agua que se extienden a lo largo de miles de kilómetros cuadrados, y que además se rigen por leyes diferentes en cada país. Un país aguas abajo no puede intervenir en la gestión del agua del país aguas arriba. Otra limitación es que detectar un problema puede llevar muchos años o décadas; y una vez que el problema ha cesado, el acuífero tardará mucho tiempo en recuperarse. El cumplimiento de los acuerdos y tratados es siempre un reto, especialmente cuando hay desacuerdos sobre quién es responsable de un conflicto.

Además, los problemas de contaminación o sobreexplotación que afectan a los acuíferos se extienden solo unos pocos kilómetros desde la fuente que los causó. Así, la atención se limita a la región fronteriza o próxima a ella, lo que significa que la gestión de los acuíferos transfronterizos debe coordinarse a nivel central en los países, pero debe basarse en acciones locales que impliquen a los actores locales.

LA MAÑANA -Montevideo - URUGUAY - 26 Enero 2023