forestal costaRubén Costas, pequeño productor forestal: “Hay que darle valor al raleo, pero nadie se planta en una posición irreductible”

Rubén Costas representa a los pequeños productores forestales en el flamante Instituto Forestal Misionero.Este hombre de 58 años tiene una historia muy peculiar. Nació en la localidad bonaerense de San Nicolás, ahí en el límite con Santa Fe, pero siempre quiso venir a vivir a Misiones y lo concretó en 1984.

“Yo primero pensé que podía llevarme a Misiones y a partir de eso decidí lo que quería estudiar”, explicó, quien cursó sus estudios en la Facultad de Ciencias Forestales de la UNAM y dedicó buena parte de su vida a la docencia.

A los 11 años vino de vacaciones a Misiones y recuerda que en las rutas había carteles invitando a los inversores a plantar árboles y “asegurarse la jubilación”. Se estaban empezando a preparar para la llegada de las industrias transformadoras, como Papel Misionero y Arauco.

En 1984 Costas se radicó en Misiones. Hay que situarse en la época: Argentina acababa de recuperar la democracia y Alto Paraná era una planta flamante de las más modernas en Latinoamérica, un orgullo con el cual la Argentina –y Misiones- hacían punta en la región en materia foresto industrial.

Hoy, 36 años después, Chile, Uruguay, Brasil -y en poco tiempo dicen que, hasta Paraguay-, concretaron o estar por concretar la instalación de modernas pasteras con inversiones multimillonarias, mientras que la Argentina sigue teniendo a la misma planta (hoy Arauco Argentina), que ya casi tiene 40 años, como la gran industria líder del sector.

Costas tiene a la producción silvopastoril (producción forestal y ganadera) como segunda actividad en su pequeño campo (13 has. producción y 18 has. bosque nativo) cercano a Eldorado, ciudad donde reside. Es el representante de la Asociación de Productores Foresto Ganaderos en el Instituto Forestal Provincial (IFP) y uno de sus ocho directores.

Un hecho histórico

Es uno de los muchos productores que considera a la creación del Instituto Forestal Misionero y a su intento de establecer un precio mínimo para el raleo (el árbol de poco diámetro, la materia prima de la pasta celulósica y el papel) “es un hecho histórico y muy saludable para la actividad forestal de la provincia”.

El productor cuenta que aquella promesa de que plantar árboles aseguraba el futuro nunca se materializó por los bajos precios históricos que las grandes fábricas como Arauco Argentina o Papel Misionero pagaron siempre por el precio del raleo. “Salvo en dos o tres momentos históricos que por el valor del dólar o la coyuntura sí se reconoció un valor acorde”, señaló en una entrevista telefónica con Economis.

“Que exista el instituto es altamente saludable, es la primera vez en la historia de los bosques cultivados, de la foresto-industria, que se intenta hacer esto. Que el Instituto se aboque al precio del raelo y chip es altamente saludable. Por primera vez desde que empezó la industria celulósica, a principio de los 70, los distintos sectores de la cadena se están sentado. Eso es bueno y saludable para que la mejora sea compartida, que estén las tres o cuatro patas de manera armoniosa”, señaló.

Es por eso que Costas lamentó que la primera votación del instituto, el viernes de la semana pasada, no haya salido en un acuerdo por unanimidad de todos los directores, sino que terminó dividiendo aguas entre la industria por un lado (Arauco Argentina y Papel Misionero) con productores forestales chicos, representantes de los sindicatos y Gobierno.

“Fue lamentable no llegar a un acuerdo en la primera votación. Pero nadie se planta en una situación irreductible, nosotros estamos en contacto con varios representantes de la producción primaria y estamos abiertos a acercar posiciones, valores, en la medida que la industria también esté dispuesta a hacerlo, el viernes ellos (por la industria) hicieron una pequeña mejora luego de un cuarto intermedio”, relató.

“Pero el precio que votamos es de 1.600 pesos (la tonelada de raleo) y la mejora que vino es de 1.100 pesos, estamos a unos 500 pesos de distancia con Arauco y $600 de PPapel Misionero. Lo que queremos es que esto empiece a rodar, que se vayan acomodando los melones en el camino, hay que dialogar y negociar”, opinó.

“Pero necesitamos que la otra parte esté dispuesta a acercar un número de compromiso, no tan lejos de lo que estamos diciendo”, sentenció.

“Nosotros después de tantos años de no tener precio, ¿cómo no vamos a esperar una instancia de diálogo, si hay que dialogar se dialoga. Se acercan posiciones, es la primera votación. Yo soy optimista por naturaleza y anhelo que tengamos un acuerdo”, dijo.

-¿Usted dice que en este debut del Instituto Forestal Misionero lo ideal hubiera sido llegar a un acuerdo?

-Sí, debería haberse logrado un acuerdo. Me fui con un gusto agridulce el viernes pasado, la positiva es que hay un precio, es una gran noticia, pero la mala es que no se logró por consenso.

-La industria dice que podrían autoabastecerse y/o poner cupos para comprar a unos productores si y a otros no.

-Son diferentes estructuras, Arauco Argentina tiene condiciones de autoabastecerse y los cupos ya existen. Y están establecidos por determinados proveedores. Pero están comprando. En cambio, Papel Misionero tiene otra estructura, no tiene la suficiente cantidad de forestaciones propias para autoabastecerse de materia prima.

En el 2015 tuvimos un precio arriba de los 20 dólares, era de 22 o 23. Pero es porque hubo un atraso cambiario grande. El dólar estaba a 9 pesos y la inflación era galopante. Entonces con dólar bajo nos llegaron a pagar 23 dólares la tonelada. De ahí en más hubo una devaluación en dólares y llegamos a tocar un piso. Hoy estamos en 11 dólares, siempre hablando del precio oficial del dólar.

-¿No hubo una falta de planificación a largo plazo en las políticas públicas? Se incentivó la plantación, después sobreoferta y precios bajos.

– Históricamente, hubo algunos momentos con precios muy buenos. Pero la mayoría del tiempo, si la línea de corte es de 1970 para acá y tomamos los últimos 50 años, la mayoría del tiempo cuando entraron en madurez los árboles, el precio no fue el esperado porque había una sobreoferta eso está claro, se plantó sin visión a largo plazo.

-¿Es cierto que cuando Usted vino a vivir acá se promocionaba la plantación de pinos como la jubilación para el futuro?

-Sí, había carteles que decían “Asegure su jubilación, plante pinos”. Era una invitación a los pequeños productores, a la gente joven, que decía, si plantás hoy, vos tenés a los 40, o 60 años una superficie forestada que va a asegurar tu jubilación. Pero no fue así y el problema es que en los últimos diez años, el poder adquisitivo de lo que podés comprar al vender una tonelada de pino grueso, mediano o finito,  tuvo un deterioro impactante. Comparado con la evolución del dólar  o la inflación,, los productos tuvieron una depreciación.

ECONIMIS - ARGENTINA - 08 Octubre 2020