¿Descontaminar con otros 20 años de carbón?
El gobierno chileno acaba de anunciar su plan de reducción de emisiones (conocido como NDC) que marcará la hoja de ruta que seguirá el país para hacer frente a las causas que han generado la emergencia climática que enfrenta el mundo y nuestro país.
Estábamos esperanzados en que la propuesta fuera profunda y ambiciosa. Que hubiese estado a la altura de la grave emergencia que enfrentamos y que exige medidas medioambientales de shock.
Lamentablemente, el anuncio del gobierno se basa en continuar con la quema de combustibles fósiles, los principales responsables de la emergencia climática que enfrenta el mundo y que tiene a Chile como una de las naciones más afectadas del planeta por los efectos del cambio climático.
En efecto, la actualización de la NDC que ha presentado Chile, es una decepción para las chilenas y chilenos que hoy están viviendo de manera dramática los impactos que tiene el cambio climático en nuestro país.
En un contexto de pandemia y crisis sanitaria, vemos cómo la fragilidad ambiental está directamente relacionada con la vulnerabilidad de nuestra salud.
Por lo tanto, una meta que condena a vivir a las personas en las zonas de sacrificio por 20 años más con el carbón, y que ha menoscabado durante demasiado tiempo las vidas de miles de chilenos, simplemente no es aceptable.
Pese a que el nuevo plan del gobierno se plantea disminuir las metas y peak de emisiones, lo cierto es que esta hoja de ruta no está en línea con los fundamentos del Acuerdo de París, ya que se privilegia y potencia la expansión de industrias que están agudizando la crisis hídrica, las amenazas de incendios y los impactos generales del cambio climático.
En este sentido, resulta incomprensible que el país insista en formentar el sector forestal como respuesta a la crisis climática, cuando hoy esta industria es la responsable de estar profundizando la crisis hídrica que se vive en extensas zonas de las zonas centro y sur del país.
La industria forestal y sus monocultivos no sólo consumen grandes cantidades de agua en un país que está a punto de caer entre las 17 naciones con mayor estrés hídrico del mundo y que enfrenta una de las peores sequía de la historia, sino que también modifica el territorio de manera tal que se expanden amenazas como los incendios forestales, la erosión de suelos y un proceso en donde desparecen los ecosistemas.
No hay que olvidar que la industria forestal y el sector agrícola consumen, en conjunto, más del 80% del agua disponible en Chile.
En definitiva, lo que se reafirma con esta NDC del gobierno es que el agua no está garantizada como un derecho elemental de las personas. Y este es un tema de enorme importancia que queda como materia pendiente a futuro, más aun cuando en la situación de pandemia como la que vivimos se hace evidente la necesidad de acceso igualitario al agua como método básico de defensa de la población.
Pese a estas discrepancias que tenemos con el plan presentado por el gobierno, nos parece destacable el trabajo de científicos chilenos que han mostrado un enorme compromiso con la búsqueda soluciones a la crisis climática, al tiempo que Chile, en su rol de presidente de la COP, envía una señal importante al resto de los países al presentar su NDC actualizada y de la mano de la ciencia en un contexto donde la crisis sanitaria global se utiliza como pretexto para retroceder en materia de protección ambiental.