Uruguay, tan cerca y tan lejos
Cruzando el río también se vota el domingo. Pero los estilos de allá y de acá tienen poco o nada que ver.
Tal vez por nuestras elecciones o por los líos en Chile y en Bolivia, casi nos olvidamos de que en Uruguay también se vota el domingo. Algo más que ayuda al olvido: los estilos de allá y de acá tienen poco o nada que ver. Los jefes que la pelean arriba, el ingeniero Daniel Martínez del Frente Amplio y el abogado Luis Alberto Lacalle, del partido Blanco se llevan muy bien. La pelea política no afectó su relación.
Del Uruguay no nos separa un río de agua sino más bien uno de mesura y de sensatez política. Hace 15 años que gobierna la izquierda. Lacalle perdió hace 5 y ahora vuelve a la carga, según las encuestas con más chances o, si se quiere, con todas las chances en un balotaje que casi todos dan por descontado.
Ni siquiera alteró el clima electoral el escándalo del viernes pasado, cuando se divulgaron audios donde el intendente de Colonia y candidato a senador por los blancos aparecía pidiendo un favor sexual para extender una pasantía. Un peso pesado que a las dos horas no pesaba nada: lo expulsaron del partido y tuvo que bajarse de la candidatura.
Hace dos años, el vicepresidente Sendic, hijo del histórico fundador de los Tupamaros y delfín del ex presidente Mujica, quedó envuelto en otro escándalo al descubrirse que había truchado un título universitario y usado una tarjeta de crédito de la petrolera Ancap que había gerenciado para compras personales. Un peso aún más pesado que pronto dejó de pesar: lo echaron del Gobierno.
Aquí tenemos todo lo contrario. Amado Boudou truchó papeles y con Kirchner y una banda de buscas se apropió de Ciccone. También se aprovechó del poder para quedarse con una comisión de millones de dólares en un acuerdo de Formosa con el Estado nacional. Nunca perdió peso. Cristina lo mantuvo como vice hasta el final. Hace una semana, preso, recibió una plaqueta de la agrupación de trabajadores legislativos Néstor Kirchner “por su sacrificio y militancia”. Un río de corrupción nos separa de Uruguay.
El Frente Amplio concentra a casi toda la izquierda. Del otro lado, detrás pero cerca de los blancos, están el viejo partido Colorado y el nuevo Cabildo Abierto, fundado en marzo. Blancos y colorados vienen desde 1836. El Frente Amplio nació en 1971.
¿Y qué pasa con la economía? Nada del otro mundo. Para nosotros, envidia y para los uruguayos, preocupación. La inflación del último año no llega al 8%. No están en recesión pero sí con la producción estancada desde hace más de dos años. El desempleo ha venido subiendo y está en un 9. El presidente Vazquez prometió bajar el déficit a 2,5 pero lo tiene trepado a 4,9. La deuda, del 22 del producto en 2014, se encaramó al 33 a mitad de este año.
Pero lo que los uruguayos no quieren perder es el sello de calidad del investment grade. Para el año que viene esperan crecimiento por la tercera pastera, de los mismos dueños que la de los piquetes en Gualeguaychú: los finlandeses de la ex Botnia, hoy UPM. La inversión será de poco más de US$ 3.000 millones, 2.700 para la planta y 350 para la infraestructura portuaria de Montevideo. Uruguay ya está entre los primeros cinco líderes de la industria forestal mundial. Para la Argentina fue otra oportunidad perdida.
Si es por la economía argentina, prenden velas por el turismo y por la inversión inmobiliaria. Temen por la economía brasileña, pero las velas prendidas son menos. En medio de las dos potencias del apagado Mercosur y con una economía más ordenada, Uruguay ha sabido arreglárselas para pasar mejor que sus vecinos los vientos en contra.