Expoagro Norte
¿Qué le falta a la Argentina para atraer inversiones forestales?
Referentes forestales de Uruguay y Brasil contaron cómo se desarrolló la foresto-industria. Argentina tiene la base para el desarrollo productivo.
Es una actividad que intrínsecamente requiere mediano y largo plazo. Un bien que escasea en la Argentina de hoy, pero también la de hace una década, dos y tres. Como en otros negocios, Argentina tiene los recursos para afrontar el desafío desde lo productivo, pero hacen falta (e hicieron) falta condiciones para invertir en un sector que tiene sobreproducción pero tiene una balanza deficitaria producto de la falta de industrialización para salir al mundo.
¿Qué tienen o tuvieron Uruguay y Brasil (también Chile) que no tenga Argentina para desarrollar una industria foresto-industrial? Esta cuestión se analizó en Expoagro en la Rural de Corrientes, en una disertación de la que participaron Marcos Pereda, empresario forestal argentino y coordinador de la mesa de competitividad foresto industrial; Ivan Tomaselli, fundador STCP, la principal consultora internacional forestal en América Latina con sede en Brasil; Carlos Faroppa, presidente de la Sociedad de Productores Forestales de Uruguay; y Nicolás Laharrague, director de Desarrollo Foresto Industrial de la Nación.
Brasil hoy tiene 8 millones de hectáreas plantadas, Chile 2,5 millones, Uruguay 1,4 millones y Argentina 1,3. ¿Cuál es la diferencia entre ellos? Que salvo en Argentina el resto crecieron motorizados por inversiones en industrialización. Brasil recibió 25.000 millones de dólares, Chile 10.000 millones de dólares y Uruguay 6.000. Argentina cero.
“La propuesta 2030 es que Argentina pase de las 1,3 millones de hectáreas actuales a las 2 millones los próximos diez años, incluso tendría potencial para llegar a las 4 M/ha, pero plantar es sólo una parte del negocio, hay que crecer en industrialización”, explicó Pereda a Clarín Rural.
En diciembre de 2018 se aprobó una prórroga por diez años más Ley 25.080 que desde 1999 promueve las Inversiones para Bosques Cultivados con aportes no reintegrables y beneficios fiscales.
“Con desarrollo pleno el sector podría aportarle a la economía la mitad de lo que aporta la soja, 1% del PBI”, destacó Pereda. “Las 700.000 hectáreas adicionales que se proponen sembrar desde el plan representarían unos 14 o 15 millones de metros cúbicos más de madera por año, un buen número pensando que hoy se generan unos 25 millones de metros cúbicos de madera por año”, repasó Pereda. Y agregó: “El problema es que hoy se consume la mitad de lo que se produce”. Encima, el mercado local está deprimido.
Otro dato es que en Argentina el procesamiento es deficiente, de madera gruesa para aserraderos, “pero todo lo que es madera fina para pulpa, chipeable, para aglomerados y celulosa está quedando en los campos”, lamentó Pereda.
Tomaselli repasó cómo fue el desarrollo de Brasil que diseñó un plan para atraer inversiones privadas directas y plasmó un buen trabajo entre privados y academia para desarrollar genética que hoy “pone a la industria forestal brasileña como de las más competitivas del mundo”. “Productores integrados e industria diversificada para poder aprovechar productos y subproductos, materiales delgados, residuos y también energía”, apuntó el consultor brasileño.
“En los años 60 vine por primera vez a Argentina, acá tenían más desarrollo que en Brasil, Uruguay y Chile, pero desde entonces no se ha podido hacer mucho, el potencial es enorme”, dijo Tomaselli a Clarín Rural. Y agregó: “Para aprovecharlo necesitan ordenar factores macroeconómicos que atraigan inversiones”.
“Uruguay pasó de 25.000 hectáreas forestadas en 1987 a más de un millón en la actualidad, una multiplicación por 40 en tres décadas”, contó Faroppa. Y destacó: “Desde 2018 el sector forestal está liderando las exportaciones del país por primera vez en su historia”. El 3,6% del PIB uruguayo lo genera la cadena forestal, involucra a 1750 empresas y genera más de 25.000 empleos.
“Se crearon ventajas comparativas y competitivas para proyectos forestales, fue una política de Estado, no sólo del gobierno, también del parlamento”, remarcó Faroppa. Además, más del 80% de estos bosques están certificados.
Los guió el Indice de Atracción de Inversiones Forestales (IAIF) diseñado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Sirve para identificar países con mayor probabilidad de éxito de la inversión directa en negocios forestales y sostenibles”, resumió Faroppa.
Laharrague mostró que el 60% de las especies implantadas son coníferas, 25% eucaliptus, 10% salicáceas y 5% de otras varias. El 75% de las plantaciones forestales de Argentina se encuentran en la Mesopotamia. Otra zona importante es el Delta. “Tenemos unos 3,7 millones de hectáreas de superficie potencial aptas para forestación que no compiten con otras producciones”, apuntó Laharrague.
La balanza comercial foresto-industrial argentina es negativa en 800 millones de dólares. Se importan más productos forestales de los que se exportan. “Reconocemos a la industria forestal como un sector estratégico para el desarrollo social, económico y ambiental del país”, presentó Laharrague. Los instrumentos son el Plan Estratégico, la Plataforma ForestAr 2030, la Ley 25.080 y el Seguro Verde (aportes voluntarios del 1% de las primas de las aseguradoras de automotores -los principales contaminantes-, se espera que en 2019 el aporte sea de 650 millones de pesos).
El apoyo económico arranca en un 80% de los costos de implantación para pequeños productores. También tiene beneficios fiscales por 30 años y otras herramientas. “Se logró la financiación con regímenes impositivos que contemplan el cashflow de una plantación forestal, porque desde que plantas hasta que podes tener un ingreso pasan por lo menos 10 años”, dijo Pereda.
“Aserraderos del primer mundo, con la escala requerida, representan una inversión de más de 150 millones de dólares, pero las plantas de celulosa, que son las que verdaderamente absorben la demanda y la traducen en un producto bien exportable, estamos hablando de inversiones de 1500 millones de dólares”, resumió Pereda. Por otro lado, si se exportaran sólo troncos sería un negocio para Argentina de 500 millones de dólares por año.
Como cierre, Tomaselli destacó tres aspectos de la demanda mundial: “Por un lado la demanda que está incrementando 2% por año, por otro lado, hay una tendencia de mudar las fábricas de Escandinavia y Estados Unidos a zonas de producción sustentable, y, en último lugar, el calentamiento global está buscando la madera para construir casas y edificios de hasta 20 pisos, en Brasil ya hay proyectos de 8 pisos”, destacó.
“Se necesitarían industrias sobre todo en Mesopotamia para no regalar rentabilidad con grandes costos logísticos, porque eso resta rentabilidad ante competidores del mundo”, sentenció Pereda