Uruguay ajustaUruguay ajusta las velas: crecer con estabilidad en un mundo más fragmentado

En tiempos de menor liquidez global y tasas internacionales más altas, mantener la sostenibilidad fiscal es más que un objetivo contable.El 2025 avanza conun clima global dominado por la incertidumbre.

Lo que parecía que sería una moderación sin sobresaltos en la expansión de la economía mundial quedó atrás con el regreso del proteccionismo, nuevas tensiones geopolíticas y señales de alerta en los mercados financieros. Estados Unidos, por ejemplo, sorprendió en abril con la imposición de aranceles históricos, generando un sacudón que todavía se siente en las cadenas de valor, los precios y la confianza de consumidores e inversores. Así, el crecimiento del PIB global que en 2024 alcanzó 3,4% va a desacelerar a 3,0% este año.

El último informe del BIS[1] confirma lo que muchos analistas temían: la economía global enfrenta riesgos estructurales que van más allá de la coyuntura. La productividad crece poco, la deuda pública sigue en máximos históricos y una parte creciente de las tensiones se concentra en el sector financiero no bancario, donde operan fondos de inversión y grandes gestores de activos con menos regulaciones y mayor exposición a cambios bruscos en tasas de interés y liquidez.

En este tablero volátil, los bancos centrales se ven obligados a mantener el difícil equilibrio de controlar la inflación sin asfixiar una actividad ya debilitada. La tarea es compleja porque, a diferencia de crisis anteriores, los shocks de oferta se repiten, impulsados por tensiones geopolíticas, fragmentación comercial y la transición energética, mientras que las expectativas de precios siguen marcadas por el trauma inflacionario que dejó la pandemia.

América Latina: entre la cautela y la oportunidad

En este contexto, América Latina navega con su propio oleaje. Para este año, se proyecta un crecimiento modesto del 1,9% en promedio, lejos del potencial de la región y por debajo del desempeño global, que ronda el 3,0%. Argentina sorprende con un repunte del 5,5% gracias a una recuperación cíclica tras varios años de caída, mientras que México enfrenta una leve contracción, golpeado por el endurecimiento fiscal, la pérdida de confianza y los efectos de la política comercial de su principal socio.

La inflación regional, aunque más baja que en los picos de 2022 y 2023, todavía cede con lentitud, afectada por ajustes tarifarios, devaluaciones recientes y monedas que siguen mostrando vaivenes. La política monetaria se mantiene cautelosa: Brasil endureció las tasas para frenar presiones de precios, mientras que Colombia y México sostienen tasas reales altas, enfriando la actividad, pero apuntalando la credibilidad de sus bancos centrales.

Para la región, la clave está en adaptarse a un comercio global más fragmentado, aprovechar sus ventajas comparativas —recursos naturales, energía limpia, agroindustria— y acelerar reformas estructurales que cierren la brecha con otras economías emergentes. Sin consensos fiscales duraderos ni más inversión, el riesgo es quedar a mitad de camino, atrapados en un bajo crecimiento y una inflación que se resiste a desaparecer.
Uruguay: fortalezas a prueba de tormentas

Uruguay, en este mar agitado, sigue mostrando algunas anclas sólidas. Para 2025, se espera que crezca 2,1%, por encima del promedio regional, pero aún por debajo de su potencial de 2,5%. La proyección para 2026 anticipa una leve desaceleración al 1,9%, reflejando la falta de impulso interno.

El consumo privado, principal motor de la economía, se mueve con cautela: los salarios reales apenas subirán 0,4% y la creación de empleo muestra signos de estancamiento, con una tasa de desempleo que rondará el 8,1%. A esto se suma una caída de la inversión privada tras la finalización del megaproyecto de UPM2 y la inversión en infraestructura relacionada al mismo como la del Ferrocarril Central.

En el frente externo, sin embargo, el país exhibe resiliencia. Las exportaciones se sostienen gracias a la celulosa, la carne y la diversificación de mercados, incluso cuando los precios internacionales pierden algo de tracción. El turismo, clave para las cuentas externas, muestra señales de recuperación, sobre todo por el regreso de turistas argentinos favorecidos por una brecha cambiaria más baja. No obstante, el gasto promedio por visitante sigue siendo contenido, lo que limita el impacto neto en la balanza de pagos.

El tipo de cambio se ubicará en 41 pesos por dólar en diciembre de este año, reflejando una combinación de fundamentos sólidos y una política monetaria restrictiva que mantiene tasas reales positivas. Esta estabilidad cambiaria es un activo importante para contener la inflación, pero plantea desafíos para sectores exportadores que enfrentan costos internos que suben más rápido que sus precios de venta.

El talón de Aquiles: el frente fiscal

El déficit fiscal es, sin dudas, el mayor desafío interno. Para este año, se estima un déficit del orden del 3,8% del PIB impulsado por rigideces estructurales, sobre todo en el gasto previsional, y una recaudación que no logra cerrar la brecha ingresos-gastos de la administración central. La regla fiscal, diseñada para ordenar las cuentas públicas, no se cumplió en dos de sus tres pilares en 2024 y las perspectivas para este año no lucen mucho mejor.

En tiempos de menor liquidez global y tasas internacionales más altas, mantener la sostenibilidad fiscal es más que un objetivo contable: es una condición para sostener el Grado Inversor para la confianza de los inversores y proteger la independencia del Banco Central. Sin una trayectoria de consolidación clara, el país podría ver aumentar su prima de riesgo, encareciendo el financiamiento y limitando márgenes de maniobra para enfrentar choques externos.

Por otro lado, la inflación continuará su lenta desaceleración hasta 4,7% para 2025, apenas por sobre la meta oficial de 4,5%. Aunque el avance respecto al promedio de la última década es significativo, las expectativas aún no convergen del todo, obligando al Banco Central a conservar un sesgo contractivo para cuidar su ancla de credibilidad. Será determinante en la dinámica de los precios de corto y mediano plazo los lineamientos de la 11ma ronda de los Consejos de Salarios.

Innovar para sostener la confianza

Más allá de la coyuntura, Uruguay no puede perder de vista la transformación silenciosa que vive el sistema financiero global. Conceptos como la tokenización de activos y los pagos digitales se consolidan como la próxima gran disrupción. Proyectos como Agorá[2], impulsados por bancos centrales, buscan modernizar y abaratar transferencias internacionales, haciendo que enviar dinero al exterior sea tan simple y barato como mandar un correo electrónico.

Este enfoque contrasta con alternativas como las “stablecoins” privadas, que prometen rapidez, pero aún presentan desafíos de regulación, liquidez y seguridad. En este terreno, la fortaleza institucional es un activo clave para que la innovación se traduzca en confianza y eficiencia, no en más volatilidad.

Ajustar las velas para lo que viene

Uruguay no controla el viento global, pero sí puede decidir cómo lo navega. La estabilidad de su democracia, la credibilidad de su política macroeconómica, la diversificación exportadora y un sistema financiero sano son activos valiosos que lo distinguen en la región.

Pero para sostener lo ganado, hace falta más. Es momento de retomar una agenda de reformas que permita modernizar el gasto público, dinamizar el mercado laboral y ampliar la base exportadora, todo mientras se fortalece la confianza en un mundo que será menos predecible y más fragmentado.

La historia muestra que Uruguay ha sabido capear temporales con seriedad y pragmatismo. Hoy, la meta no es sólo resistir, sino encontrar nuevas oportunidades en un tablero global que se redefine. Como siempre: no podemos elegir el viento, pero sí ajustar las velas.

- Los autores: Adriana Haring, economista senior; Juan Carlos Manias, economista principal, BBVA Research.

[1] BIS: Banco Internacional de Pagos por sus siglas en inglés. Es una organización internacional que fomenta la cooperación monetaria y financiera entre los bancos centrales con sede en Basilea, Suiza.
[2] Proyecto Agorá: iniciativa conjunta de bancos centrales y bancos comerciales para crear una infraestructura digital que permita realizar pagos transfronterizos de forma instantánea, segura y económica, integrando dinero digital oficial y fondos privados dentro de una misma plataforma programable.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 07 Julio 2025