Pensar el futuro: energía para el desarrollo
La Inteligencia artificial requiere un volumen de energía que Uruguay no lo puede brindar con su oferta; levantar la prohibición de producción de energía eléctrica en base a centrales nucleares es una propuesta adecuada.
Isaac Alfie
En los últimos tiempos ha habido acontecimientos que se pueden catalogar como “de quiebre del status quo” que rigió el mundo en materia energética desde fines de los ´80. Así, por un lado las mejoras tecnológicas y la expansión del oil & gas primero y las energías renovables en base al sol y el viento después, ya mostraron sus límites de diverso tipo. Tres años atrás, la guerra en Europa hizo repensar las estrategias de abastecimiento.
Entre las mejoras tecnológicas tenemos nuevos productos y sistemas notablemente ahorradores de energía para su funcionamiento, seguramente el más conocido por todos, las “lámparas LED” que brindan los mismos lúmenes con un ridículo consumo, las bombas de calor que sustituyen los sistemas de acondicionamiento térmico basados en combustibles fósiles, pero en contrapartida aumentan el consumo de energía eléctrica. También el consumo de combustible de los vehículos por peso/kilómetro ha caído en base a ingeniería que aprovecha mejor el combustible fósil o de origen vegetal y, en los últimos tiempos con la aparición de los híbridos y totalmente eléctricos. Hoy se habla de la fabricación de “hidrógeno verde” como combustible, el cual solo es verde si la energía utilizada para su producción es renovable. Los requisitos internacionales para considerarlo “verde” han venido cayendo en cuanto al porcentaje de energía renovable que se utiliza en su producción, sabiéndose que no puede ser 100%, admitiéndose un porcentaje no renovable o, alternativamente, que las emisiones de dióxido de carbono (kg) sean menores a un valor por kg de hidrógeno producido.
Los estudios internacionales muestran de manera incuestionable que el ingreso per cápita tiene una fuerte correlación positiva con el consumo de energía per cápita de los países. El tema es la causalidad, ¿es la demanda que al aumentar el ingreso provoca la oferta?, o primero es la oferta de energía abundante y a precio competitivo la que posibilita el crecimiento y con ello el aumento del ingreso que deriva en mayor demanda de confort, dentro del cual la energía es “un bien básico”. La causalidad es la segunda, primero se debe poder producir generando el ingreso, para luego aplicarlo.
Uruguay tiene una oferta de energía adecuada, pero su precio es alto en la comparación internacional. Nuestro desarrollo de energías renovables, tal como desde esta misma columna advertía más de una década atrás, no siguió los pasos correctos en términos de incorporación de potencia, abonando precios que no se acompasaron con el progreso tecnológico, que conduce a caídas de precio. Lo obvio sucedió, dando lugar a una sobreoferta que no se usa, pero se paga, con un precio fuera de línea. Esto fue planteado y cuantificando el sobrecosto, que acumuló algunas centenas de millones de dólares, por el director de UTE Cr. Enrique Pees en el período pasado.
Ahora bien, como las energías renovables no aseguran el suministro firme 24x7, necesitan respaldo y éste proviene de fuentes térmicas (oil & gas y carbón) o nuclear. El “firme” requiere inversiones que deben incorporarse al costo de la energía, porque el costo de largo plazo no es solo el variable cuando se utiliza, sino el fijo del capital y su mantenimiento que, cuanto menos se utilicen más pesan. A vía de ejemplo, una central de ciclo combinado a GNL de última generación cuesta unos US$ 1,2 millones el MW de potencia instalada. Es decir, hacer respaldo para 1.000 MW cuesta U$S 1.200 millones, además del costo de mantenimiento que no es “barato”. En Uruguay, si quisiéramos asegurarnos el suministro de gas deberíamos importar el gas congelado (proceso de licuefacción) y aquí construir una planta de descongelado para volverlo a estado gaseoso y utilizarlo. El costo se multiplica. Hoy tenemos una planta de ciclo combinado de 500 MW de respaldo, construida entre 2013 y 2019, que funciona a gas oil, bastante más caro que el GNL[1].
Si quisiéramos producir a gran escala hidrógeno verde de manera continua, la pregunta es ¿quién pagará las plantas de respaldo firme? Hoy no lo tenemos, no siempre nos sobra agua para generar energía, además de estar al límite, y a la combinación de sol y viento le falta un porcentaje importante de tiempo para la producción ininterrumpida.
El Diputado Juan Martín Jorge presentó un proyecto para levantar la prohibición de producción de energía eléctrica en base a centrales nucleares. Esta energía ha sido revalorizada en el mundo por ser limpia[2] (menores emisiones de CO2), segura, firme y escalable, estando retornando con fuerza a la matriz de oferta. A su vez, internacionalmente su costo es notoriamente menor a los fósiles (salvo en EE.UU. donde el GNL es muy barato), y no mayor al eólico y solar. El avance tecnológico ha reducido los residuos, quizás su principal problema.
La escalabilidad es muy relevante porque el volumen de inversión se va graduando y adecuando a los requerimientos en tiempos adecuados. Ya no son “largos saltos discretos”, sino “pequeñas adendas”. Argentina, que fue el primer país de América Latina en tener centrales nucleares[3], ha desarrollado reactores pequeños muy eficientes que además se pueden instalar casi “en cualquier lugar”, lo que facilita su uso.
Tenemos entonces la oportunidad de aprovechar que nuestro vecino sabe manejar el tema a la perfección. Como dijo Eisenhower 60 años atrás, “son átomos para la paz” y, agregaría “y el progreso”. La Inteligencia artificial requiere un volumen de energía que Uruguay no lo puede brindar con su oferta. La propuesta del Diputado Jorge es adecuada y oportuna, amputarnos el desarrollo por prejuicios carece de sentido y razón.
1- La central puede producir en base a GNL, que vendría por el gasoducto Cruz del Sur, pero el volumen que Argentina nos vende es insuficiente para el eventual consumo.
2-Producir un MWh base nuclear emite entre 2% y 5.7% de CO2 que si se hace con GNL y entre 1.1% y 2.9% si la generación es en base a gas oil, fuel oil o carbón.
3- Hoy tiene 3 centrales, Brasil y México tienen 2 cada uno.