Horas de descanso y otras disputas: el "conflicto de las 40 cajas" que enfrenta a empresas y sindicato de la pesca
La confrontación por las condiciones de trabajo tiene en vilo a 28 barcos pesqueros.Reclamos por horas de descanso y la suma de un tripulante en los barcos pesqueros de costa. Un derecho para unos, un disparate para otros. Además, denuncias por incumplimientos y reuniones frustradas. Esos son los elementos principales de un nuevo conflicto entre empresarios y sindicatos de la pesca, en una historia de enfrentamientos que tiene larga data.
Hace un mes, la actividad de 28 barcos costeros está frenada por falta de acuerdos entre las cámaras pesqueras y el sindicato de trabajadores del mar. La continuidad de medidas -la flota estuvo parada durante meses el año pasado por decisiones empresariales y también sindicales- hace que el relacionamiento entre las partes sea cada vez más tirante.
Ahora, el enfrentamiento es por el tiempo de descanso tras el período de trabajo -realizado por los marineros y el capitán o personal de confianza- en las embarcaciones tras la captura.
La tradición pesquera indica que terminada esa tarea el capitán se retira a descansar y un marinero lo suplanta. “Lo que se está reclamando es poder descansar después de terminar la jornada y no hacer una tarea que se nos impone. El capitán necesita descanso, pero los trabajadores también, porque, al igual que él, somos seres humanos”, dijo el presidente del Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma), Alexis Pintos, a El Observador.
Esa manera de trabajo surge del reglamento de servicios a bordo de los buques mercantes nacionales elaborado en 1981. El texto explica que los marineros cumplirán guardias de navegación o de retén y de vigía, en la forma y los lugares que indique el capitán.
Sin embargo, la tarea no está incluida en el convenio colectivo vigente para la industria pesquera.
Ante esa situación, el sindicato reclama que se sume un tripulante más a los barcos y que ese trabajador supla al capitán durante sus horas de descanso. Pero la solicitud chocó contra una tajante negativa empresarial.
El 14 de junio pasado, la Cámara de Industrias Pesqueras del Uruguay (CIPU) marcó su postura en la red social X. “Es mentira que la guardia no sea función de los marineros, que tengan jornadas de 40 horas seguidas y que no se respete el derecho al descanso. ¿Cuál será la próxima mentira? Lamentablemente no es posible dialogar”, escribió la gremial en su cuenta.
Los propietarios aducen que sumar un tripulante traería mayores costos a una actividad que ya tiene números maltrechos.
“Hace tiempo que es inviable. Había 130 barcos en Uruguay, ahora hay 54 (entre los que se encuentran los 28 pesqueros). Cuando la industria se va muriendo a esa velocidad es porque los números son muy finitos”, dijo Carlos Olivera, gerente general de la empresa Novabarca a El Observador.
El empresario explicó que sumar otro trabajador tiene un problema adicional, ya que los barcos tienen una tripulación máxima permitida en su certificado de navegabilidad. En el caso de esos costeros es de nueve personas. “¿Subir un tripulante más? No da ni para discutirlo. Hacer la guardia nunca ha sido un problema; es función del marinero”, expuso.
Con las posturas bien distanciadas, el sindicato denominó al enfrentamiento como el “conflicto de las 40 cajas”. Los marineros luego de la captura colocan a los pescados en cajas de plástico con una capacidad de 25 kilos.
Según los cálculos del sindicato cada barco lleva por viaje entre 2.000 y 2.200 recipientes. Y el costo de sumar a un navegante, entre remuneración y beneficios sociales, sería de aproximadamente $ 60 mil. “Con 40 cajas cubren ese salario”, afirmó Pintos.
El barco que no zarpó, asambleas y reuniones frustradas
A mediados de mes, el Suntma denunció que algunas empresas estaban incumpliendo con el pago de aguinaldos y salarios.
Días después, el 18 de junio, una asamblea votó que las embarcaciones pertenecientes a empresas que mantuvieran incumplimientos con sus trabajadores o no se encontraran al día con las obligaciones salariales y laborales deberían regularizar esas situaciones antes del zarpe de cualquier embarcación. Y si eso no ocurría el barco no podría salir al mar, algo que efectivamente pasó el 27 de junio.
Ese día, la embarcación Grande Hermine estaba pronta y con tripulantes “deseosos de zarpar”, según consta en un acta escrita a mano y publicada en X por la CIPU. Pese al deseo, los 24 marineros firmantes aclararon que por comunicado de asamblea general, la empresa debía regularizar todo incumplimiento y adeudo previo.
“Esa empresa tiene incumplimientos que vienen desde que se firmó el convenio colectivo y tiene una denuncia en la Inspección General del Trabajo”, expuso Pintos.
Pero como sucede invariablemente, la gremial empresarial manifestó otra cosa.”La empresa no tiene incumplimientos ni deudas. No debe nada, Incluso se les pagó el aguinaldo la semana pasada”, informó la gremial el 29 de junio.
En los últimos días, representantes de la CIPU y del sindicato mantuvieron reuniones con el secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, y el ministro de Trabajo, Juan Castillo. Pero en esos encuentros tampoco hubo luz verde.
Este martes se intentó otro acercamiento en la Inspección General del Trabajo (Igtss) que tampoco prosperó. Según el acta oficial del encuentro, la representante empresarial se negó a participar “al constatar la presencia de representantes del sindicato en la reunión coordinada”.
El texto, firmado por el inspector general de Trabajo, Luis Puig, indicó que “la actitud de la empresa frustró una instancia donde se iba a dialogar sobre el cumplimiento de la normativa laboral básica (por ejemplo, derecho al descanso)”.
En ese escenario de confrontación, este miércoles está prevista una nueva asamblea general del Suntma.
“La situación es bastante compleja y preocupante, pero ya estamos acostumbrados. Siempre es lo mismo con esta gente”, expresó Pintos refiriéndose a las cámaras empresariales del sector.
“Esto tiene que cambiar. O cambia fondo o tenemos que cerrar todo y se acabó la pesca. Esta gente no quiere trabajar“, indicó Olivera aludiendo al sindicato.
Los dos comentarios marcan claramente las posiciones distantes que mantienen los empresarios y el sindicato de la pesca sobre la actividad y que se reeditan en el conflicto por las horas de descanso.