Factor Trump y lobby proteccionista europeo enlentecen la aprobación del acuerdo entre el Mercosur y la UE
Las expectativas del gobierno de Brasil de anunciar la firma del pacto en diciembre corren riesgo de frustrarse. Francia mantiene su negativa a firmar el entendimiento en las actuales condiciones.
La presidencia brasileña del Mercosur, que culmina con la cumbre de jefes de Estado de diciembre, pretende anunciar la firma del acuerdo de libre comercio entre el bloque y la Unión Europea (UE) durante la reunión. Si bien la lógica sugiere que la ofensiva arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump debería impulsar el acuerdo, que se ha estado negociando durante más de 20 años, fuentes diplomáticas confirmaron a O Globo que el proceso en la UE lleva retraso.
La Comisión Europea, liderada por Ursula van der Leyen, debería haber presentado el acuerdo al Consejo Europeo a finales de julio, pero no lo hizo. Ahora reina un escenario de incertidumbre, y uno de los factores que podría destrabar el proceso son las negociaciones entre europeos y estadounidenses sobre aranceles.
La tensión dentro de la UE sigue siendo alta, confirmaron las fuentes, y el deseo de ampliar los mercados para los productos europeos se enfrenta a la resistencia habitual, especialmente por parte de los países que han enarbolado la bandera del proteccionismo en nombre de la defensa de sus productos agrícolas. Francia es el primero y el más fuerte de ellos.
“La teoría sugiere que el escenario actual debería favorecer un acuerdo con el Mercosur, un mercado alternativo en tiempos de caos global. Pero en la práctica, ambos buques no conectan. Hay resistencia, y quienes están a favor del acuerdo se enfrentan a las voces del lobby proteccionista agrícola”, explicó una de las fuentes consultadas.
Con ese telón de fondo, la negociación de los europeos con Trump podría, dependiendo del resultado, favorecer al Mercosur. Si la UE pierde mucho frente a los EE.UU., tendrá más incentivos para ampliar mercados. La incertidumbre sobre un eventual acuerdo con los norteamericanos no ayuda al proceso con el Mercosur.
La Comisión Europea podría enviar el cuerdo al Consejo hasta fin de este mes, pero no existen garantías de ello. Una vez que el texto llegue al Consejo, existen dos caminos: el consenso -el más difícil- y un resultado por mayoría de votos.
En este último caso, los países favorables al acuerdo precisan impedir que Francia consiga construir una minoría para el bloqueo. Por eso, el gobierno de Emmanuel Macron necesita sumar el apoyo de, por lo menos, del 35% de la población de la UE. Francia sola no lo tiene, pero podría recibir el apoyo de países como Polonia o Países Bajos.
En medio de la incertidumbre sobre el futuro del acuerdo, los europeos están discutiendo el presupuesto de la UE para el período 2028-2034, y hay versiones de que el bloque estaría buscando compensar a Francia de alguna manera, a cambio del consenso para aprobar el acuerdo.
Otras versiones indican que los franceses podrían pedir incluso la reapertura de las negociaciones del acuerdo, algo que de ninguna manera sería aceptado por el Mercosur. El acuerdo ya fue reabierto y varios de sus capítulos renegociados, entre ellos el ambiental y el de propiedad intelectual
La ametralladora arancelaria de Trump aproximó a la UE a nuevos socios, en América Latina y en Asia. El principal problema, en el caso del Mercosur, es derribar internamente la idea de que un acuerdo de libre comercio entre los dos bloques impactará negativamente en la vida de los productos agrícolas europeos.
Esa narrativa fue construida por los países que se opusieron al tratado y continúa siendo el principal obstáculo para llegar a la firma del entendimiento.
Hoy en Europa nadie se atreve a vaticinar si el acuerdo con el Mercosur finalmente será impulsado por la nueva realidad global, o si el lobby proteccionista europeo conseguirá, una vez más, frustrar las expectativas de quienes lo defienden y de los países del Mercosur.
En un documento titulado “Aspectos geopolíticos del acuerdo UE-Mercosur”, escrito por Andrés Malamud y Luis Schenoni, a pedido del Parlamento Europeo, los autores afirman que “cambios en la política externa y comercial de los EE.UU. abren espacio para reposicionamientos políticos y la flexibilización de formas de oposición al acuerdo (con el Mercosur).
El texto usa, al referirse a los opositores al acuerdo, la expresión francesa “copagnons de route de la résistance” (compañeros de ruta de la resistencia.
En la UE, había dos fuerzas de resistencia al acuerdo; la agrícola y la ambiental. Esta última fue superada con las modificaciones al texto en diciembre del año pasado; mientras que la agrícola se mantiene. El problema es que el proteccionismo agrícola es fuerte en países con gobiernos débiles, como Francia, donde Macron no tiene un capital político para enfrentar más protestas sociales, explicó Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa a O Globo.
Según él, Macron está negociando “en Bruselas su apoyo a medidas necesaria en la UE, como su presupuesto, a cambio de que no se avance en el acuerdo con el Mercosur. Trump generó un incentivo político para el acuerdo, pero las causas del rechazo, son domésticas. Janaina Figuereido O Globo-GDA