Se lanzó Flora Uruguaya Online, el proyecto más ambicioso y atrapante en más de 100 años para conocer nuestro patrimonio botánico
El lanzamiento, que marca un hito para conocer la biodiversidad vegetal del territorio –la última flora que intentó abarcar toda la diversidad de nuestras plantas vasculares se completó en 1911–, requiere apoyos diversos, por ejemplo, un socio que albergue toda su información en sus servidores.“Si ignorás el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabés de ellas”, señaló en 1755 Carlos Linneo, figura fundamental de la historia de la taxonomía, esa pasión humana por intentar dar un orden y clasificar la maravillosa diversidad de las formas de vida de este planeta.
El valor de la frase de Linneo se redobla en este tiempo en que el mundo sufre una acuciante pérdida de su biodiversidad: si no conocemos lo que tenemos en nuestro territorio, apenas podremos ser testigos pasivos de la extinción de lo que nos rodea. No se protege lo que no se conoce, y no se conoce lo que no se nombra. Linneo seguro estaría de acuerdo también en que no alcanza con nombrar: hay que listar, ordenar, clasificar, referenciar en el mapa y depositar muestras en colecciones biológicas que nos permitan entender la biodiversidad pasada, presente y futura. Y en la tradición botánica, la disciplina que estudia al reino vegetal, una forma de intentar cumplir con semejante tarea es la publicación de floras.
¿Qué es una flora? “Una Flora es un recurso científico que recopila información esencial (que generalmente incluye nombres, descripciones y claves de identificación) sobre las plantas de un área geográfica específica y está diseñada para ofrecer una referencia completa y accesible que evita a los usuarios la necesidad de consultar literatura taxonómica dispersa y a menudo difícil de encontrar”, señala un artículo recientemente publicado por más de 20 investigadores e investigadoras de nuestro país y algunos colegas extranjeros. En otras palabras, una flora no sólo es un listado de nombres de todas las especies de plantas conocidas de un país o región, sino una herramienta que lleva a un conocimiento –y deslumbramiento– más profundo sobre ellas.
En la publicación, titulada Flora Uruguaya Online: un nuevo recurso que conecta ciencia, sociedad y conservación los autores intentan ocultar, tras la sobriedad y lenguaje despojado de emociones que impone el formato de las revistas científicas, la inmensa felicidad de haber logrado compilar en un único lugar las 3.112 especies de plantas vasculares que hoy sabemos que hay en el país. Su alegría debería ser también la nuestra: hacía 114 años que nadie concretaba semejante tarea.
Claro que en esos más de 100 años hubo quienes listaron distintos tipos de plantas del país, por ejemplo, las gramíneas o las leguminosas, una tarea ya de por sí gigantesca, pero intentar abarcar a todas las plantas era algo a lo que ningún grupo le había hincado el diente. Es que el desafío es grande, el camino resbaladizo, los incentivos escasos y los recursos ridículos. Por eso, festejemos: gracias a la pasión, rigurosidad, entrega, compromiso, sacrificio, astucia y miles de horas de trabajo, hoy tenemos a nuestra disposición una flora completa de Uruguay. Y para colmo, es gratuita, está en línea (alcanza con entrar al sitio florauruguaya.org) y cualquiera puede pasarse rato deleitándose con todo lo que allí hay.
¿En qué consiste la Flora Uruguaya Online? Es “una plataforma abierta que reúne información taxonómica actualizada, descripciones, imágenes y registros de herbario para todas las plantas del país, ofreciendo un acceso integral y confiable al conocimiento botánico nacional”. Entre sus características, sus autores destacan “su arquitectura, que permite una exploración potente mediante búsquedas por nombre, características, familias, ambientes y áreas geográficas, facilitando tanto la consulta básica como el análisis especializado”, así como mapas interactivos “con la distribución geográfica de las especies” que “integran datos de colecciones y observaciones recientes, lo que permite visualizar patrones de presencia, orientar investigaciones y apoyar la toma de decisiones en conservación y gestión ambiental”.
La Flora Uruguaya Online se sustenta en dos grandes fuentes de información. Por un lado, incorpora los datos y fotos de todas las muestras depositadas en las principales colecciones botánicas del país, a saber: el Herbario Bernardo Rosengurtt de la Facultad de Agronomía (que tiene aproximadamente 100.000 especímenes colectados); el Herbario del Museo Nacional de Historia Natural (con otros 100.000 especímenes); el Herbario del Jardín Botánico de Montevideo (unos 60.000 especímenes); el Herbario Eduardo Alonso Paz de la Facultad de Química (unos 10.000 especímenes), y el Herbario de la Facultad de Ciencias (unos 5.000 especímenes). Entre todas estas colecciones se tienen datos y muestras de unas 275.000 plantas. Pero, por otro lado, el proyecto toma las observaciones de plantas subidas a la plataforma de ciencia ciudadana NaturalistaUY que han sido verificadas y que totalizan hoy unos 40.000 registros.
El sitio Flora Uruguaya Online ya está completamente operativo y, al mismo tiempo, está en construcción. Si bien incluye el 100% de las plantas vasculares conocidas que hay en nuestro territorio y hay fotos de más de 90% de las familias de plantas, aún resta cargar información e imágenes, sobre todo de las colecciones científicas (apenas se ha digitalizado cerca del 5% de ellas). Así que si bien es tiempo de festejar, también queda bastante trabajo por delante. De todo ello hablaremos con Mauricio Bonifacino, Victoria Valtierra y Ary Mailhos, tres de los autores del trabajo, integrantes del proyecto Flora Uruguaya Online y abnegados guardianes del herbario de Facultad de Agronomía.
Un trabajo “ciclópeo” que no se hacía desde más de 100 años
En el artículo lo dicen con claridad: nuestro país no contaba con una flora completa, y la que más se había acercado a ello “fue publicada hace más de un siglo”.
“Si ves la historia de los que se preocuparon por desenmarañar la madeja botánica y decir qué es lo que hay en Uruguay, el primero que hace un listado de especies es Ernesto Gibert”, cuenta Mauricio Bonifacino, del Laboratorio de Botánica del Departamento de Biología Vegetal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República. En el artículo señalan que en su publicación de 1873, Enumeratio plantarum sponte nascentium agro Montevidensi, el naturalista francés presentó “una lista de 1.178 especies de plantas vasculares y algunas briofitas, basada en registros bibliográficos y especímenes de su herbario”. Pese a que la publicación de Gibert, que Mauricio saca de la biblioteca donde hacemos la entrevista, no tiene ni ilustraciones ni descripciones, el suyo “se considera el primer catálogo florístico de Uruguay”.
“Esa es la primera lista de plantas que hay en Uruguay. Después, en cuanto a catálogos botánicos, el otro grande que tuvo Uruguay es el de Guillermo Herter”, explica Mauricio. Publicada en 1930, Florula uruguayensis presenta una lista de más de 2.700 especies de plantas (Herter fue una figura un tanto “controversial”, entre otras cosas por su filiación, “bastante explícita” según señala Mauricio, al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, algo que le valió “el rechazo del establishment botánico de la época”).
Si bien los de Gibert y Herter eran catálogos con listas de plantas, Mauricio señala que una flora es más que eso. “El formato de una flora incluye además de la lista de especies, descripciones, ilustraciones, claves y demás”, sostiene. El primer trabajo que cumplió en buena medida con ello fue Flora uruguaya, de José Arechavaleta, que se publicó en diversos tomos entre 1898 y 1911 y abarcó más de 2.000 especies de plantas. “Hasta hoy en día la de Arechavaleta era la única flora que existía para Uruguay a nivel general. No está completa, pero no le faltó mucho”, señala Mauricio.
“Después hubo cosas parciales que estaban o bien circunscritas geográficamente, como Flora montevidensis, publicada por Atilio Lombardo entre 1982 y 1984, o a ciertos grupos, como es el caso del trabajo de Bernardo Rosengurt Gramíneas uruguayas, publicado en colaboración con Blanca Arrillaga y Primavera Izaguirre en 1970, o Leguminosas del Uruguay y regiones vecinas, de Primavera Izaguirre y Rosario Beyhaut, de 1998 y 2003”, recapitula.
El asunto es entonces que desde hacía más de 100 años que no se publicaba un trabajo comprensivo de toda la flora del país. Ese vacío vino a ser llenado por la Flora Uruguaya Online. ¿Por qué? “La razón para que no se haya publicado una flora comprensiva desde hace tanto tiempo es sencilla: lleva mucho trabajo”, confiesa Mauricio. Y de hecho, alguien venía trabajando sin prisa pero sin pausa con ese objetivo.
“En forma paralela, conforme se publicaban estos trabajos sobre determinados grupos de plantas, estaba todo el trabajo que venía haciendo Eduardo Marchesi de relevamiento y sistematización de nuestra flora. Su gran trabajo de décadas hizo que el conocimiento para poder encarar la publicación de esta flora en línea estuviera disponible”, cuenta Mauricio.
El gigante trabajo de Marchesi ha sido reconocido en múltiples ocasiones, como, por ejemplo, cuando se le entregó el honoris causa de la Universidad de la República en 2022. En el artículo señalan que su “extenso resumen inédito de la flora, organizado por familias con claves para géneros y especies, junto con otros datos que incluyen distribución y fenología”, fue una pieza clave para que el equipo quebrara la maldición de los más de 100 años sin una flora abarcativa de toda nuestra diversidad botánica. Pero claro, a eso había que agregarle trabajo.
“Para unas 3.000 especies de plantas vas a tener miles de nombres para revisar, asegurarte de que las descripciones y las claves sean correctas, chequear los ejemplares y demás. Es un trabajo que no lo puede hacer una sola persona. El desafío es cómo y cuándo podés juntar a una determinada cantidad de gente que pueda asumir ese compromiso y dedicarle tiempo a eso”, comenta Mauricio. Y el asunto es que en el sistema de ciencia local, todo ese trabajo no es incentivado.
“¿Qué factor de impacto te parece que tiene una flora que sale publicada? ¿Cómo eso se reconoce en el currículum de quienes participan en la tarea? Es algo que lleva enormidad de tiempo y que, si bien es de gran utilidad, no se valora apropiadamente. Hoy los incentivos para los investigadores jóvenes pasan por la publicación frenética de artículos científicos”, lanza Mauricio.
Lo que dice alude al fenómeno conocido en inglés como publicar o perecer: la carrera de nuestros investigadores e investigadoras, así como en el resto del planeta, está valuada de acuerdo con la publicación de artículos en revistas científicas de impacto.
“El tiempo que te lleva darte cuenta de qué es una cosa y qué es otra cuando salís a la naturaleza no va con los tiempos que exige el sistema científico hoy. Aprender a diferenciar todas las especies de pastos del género Paspalum no es algo que vayas a lograr en una única salida de campo, ni en dos, y tal vez ni en diez. Eso es algo que pasa después de que calentaste la silla durante un tiempo largo mirando ejemplares, leyendo textos, volviendo al campo y demás. Y por más que todo eso no implique una innovación, por más que no haya especies nuevas ni nada, esa preparación es algo por lo que tenés que pasar si querés conocer la biodiversidad”, explica Mauricio. En todo ese tiempo, cualquier otro podría estar publicando varios artículos. O, como sucede, publica artículos y dedica un tiempo marginal a todo eso.
“Todas esas exigencias del sistema por publicar, si bien están más acentuadas ahora, se dieron también durante toda la trayectoria de Eduardo Marchesi. Él estaba con este proyecto de flora mientras además era docente y curador del herbario. Él tenía que hacer todo”, agrega Victoria Valtierra, también del Laboratorio de Botánica de la Facultad de Agronomía. “Como nos pasó también a nosotros, sus horas de trabajo no sólo iban para esa tarea ciclópea de armar una flora, sino que además tenía que dar clases, tenía que curar las plantas, y demás”, dice Mauricio.
De hecho, la idea de publicar la flora podría haberse dilatado muchísimo más: en un momento dejaron de soñar con publicarla en formato libro y decidieron que fuera en línea. “Eso aceleró mucho la tarea y permitió que el trabajo colaborativo fuera mucho más fácil”, subraya Mauricio satisfecho con la decisión. “Ni que hablar que nos gustaría tener la flora uruguaya en papel, pero es algo a lo que podemos apuntar una vez que tengamos la Flora Uruguaya Online avanzada”, sigue soñando.
La flora de la gente: gran participación ciudadana
Otro aspecto importantísimo de la Flora Uruguaya Online es la colaboración de la gente, que hace entonces ciencia ciudadana. Porque además de los registros de las colecciones botánicas, la flora incluye los registros que figuran en la plataforma NaturalistaUy, el nodo nacional dentro de la aplicación iNaturalist. Cada vez que una persona sube a ella un registro de una planta que es validado por la comunidad de identificadores, ese registro pasa a formar parte de los datos a los que se accede por la Flora Uruguaya Online. Y en todo ello, el papel de Ary Mailhos, también del Laboratorio de Botánica, ha sido fundamental.
“Empecé usando iNaturalist cuando estábamos con el proyecto de la familia de las margaritas o Compuestas. En ese momento recién me estaba empezando a formar en botánica, y me ponía como desafío ver si podría identificar lo que la gente subía agarrándome de los materiales que tenía a disposición, que en ese entonces para las Compuestas tampoco era mucha cosa. NaturalistaUy fue un insumo enorme para mi formación, y me ayudó a aprender a reconocer los géneros, las especies, dónde están, a hacerme el ojo de las características, todo eso combinado obviamente con salidas a campo y seguir formándome en la universidad”, cuenta Ary.
“Ahí ya quedé enganchado con la plataforma y después se volvió como un hobby el ayudar a que la gente identifique las plantas”, señala. Lo que dice es cierto. Si uno sube una foto de una planta a NaturalistaUy, seguramente el primero en aportar una identificación sea Ary.
“A la larga, todo eso terminó desembocando en la Flora, porque capitalizamos todo el trabajo que se había hecho de revisar e identificar plantas en NaturalistaUy”, retoma sobre la conexión con la Flora Uruguaya Online. “Entonces pensamos en darles un uso a esos datos, porque éramos conscientes del valor que tenían todos esos registros. Es una plataforma que ha crecido un montón en los últimos años, tanto a nivel mundial como en Uruguay. Cada vez hay más gente, año a año, aumenta el volumen de registros, de manera que la plataforma nos permite tener cientos de ojos en todas partes del país al mismo tiempo”, agradece Ary.
“Gracias a NaturalistaUy han aparecido registros nuevos, plantas nativas y exóticas que nosotros aún no habíamos encontrado en Uruguay. O también ha sucedido que algunas plantas que hacía décadas que no se encontraban en el país reaparecieran en registros de NaturalistaUy, o registros de nuevas distribuciones”, aprecia Ary, quien sin dudar dijo que sí cuando estuvo la posibilidad de incorporar todo lo que figuraba sobre plantas en NaturalistaUy al proyecto de la Flora Online. La simbiosis entre las dos plataformas fue un éxito: “Mientras se terminan de digitalizar las colecciones, y recién vamos por el 5%, ya tenemos un colchón de 40.000 registros de NaturalistaUy que están sosteniendo en gran parte la Flora Online”, cuenta Ary.
Tan relevante es todo esto que Mauricio cuenta que en la Flora Uruguaya figuran como colaboradores quienes han aportado registros de nuevas especies, o cambios en la distribución y demás cosas fascinantes que logra la gente cuando se deja llevar por la curiosidad.
A no bajar los brazos: una flora en construcción
“Si bien hoy está el listado de especies completo de todas las plantas que conocemos para el país, y que cualquiera ya puede consultar la flora, hay cosas que seguimos agregando, como fotos, claves, descripciones. De cierta manera se va llenando el álbum de a poco, pero a diferencia de un libro en proceso, al que hasta que no se publica nadie puede consultar, en este caso mientras se va llenando la gente ya lo puede usar”, remarca Mauricio. Y tiene razón: me pasé unas cuantas horas consultando la Flora, reconociendo y aprendiendo de plantas, viendo su distribución, sacando listados de las autóctonas, preocupándome con alguna exótica.
“Nuestro objetivo es completar el desarrollo del portal para 2030, momento en el que aspiramos a que todas las especies estén ilustradas y vinculadas a al menos un espécimen digitalizado, que todos los herbarios nacionales estén completamente integrados en la base de datos y que las descripciones morfológicas y las claves de identificación estén disponibles para todos los géneros y un número significativo de especies”, prometen en el artículo publicado. Así como Linneo veía el poder de los nombres, el poder de los números también es relevante. En 2030 nuestro país cumplirá 200 años. Nuestro primer gran naturalista y botánico, consejero de José Artigas, fundador de la Biblioteca Nacional, del Museo Nacional de Historia Natural y de la Casa de Estudios Generales, que luego daría lugar a la Universidad de la República, Dámaso Larrañaga, estaría feliz de que el bicentenario se celebrara con la flora completa: él mismo identificó más de 1.000 especies de plantas de nuestro país, describió a unas 900 y realizó las primeras ilustraciones botánicas hechas en Uruguay por uruguayos.
Mauricio retoma la conversación sobre esto del sitio en construcción. “Hoy, de las 182 familias de plantas relevadas, salvo de una decena, tenemos fotos de todas. A nivel de especie debemos andar en fotos de cerca del 40%”, comenta. Todo eso gracias a que en el equipo hay varios a los que les encanta fotografiar la naturaleza, entre ellos Ary Mailhos, Ignacio Davoine, Pedro Pañela, Andrés Rossado y el propio Mauricio. “De hecho, ahora estamos saliendo a cazar fotos de las que nos faltan. A veces nos fascinamos por lo raro, por las especies difíciles de conseguir, y de esas casi siempre hay foto. Pero hay una cantidad de plantas comunes que no tienen. Por ejemplo, el domingo pasado estaba nublado, por lo que era ideal para ir a sacar fotos, y resolví las de unas 15 especies que aún no tenían foto en la Flora Online. Casi todos los días estamos agregando fotos”, dice. Conociendo la meticulosidad y entrega del equipo, seguro llegarán al 100% de especies con foto mucho antes de 2030.
La Flora Uruguaya Online entonces es un proyecto en construcción. El listado de especies está completo, las búsquedas y consultas están completamente operativas, pero hay datos, fotos, claves y descripciones que se irán agregando. Y eso tiene una consecuencia importante: la Flora Uruguaya Online requiere de mucho esfuerzo por unos años más. Y además de esfuerzo, requiere apoyo de distintas instituciones. ¿Qué tipo de apoyos? Al hablar del escaneo y digitalización de los datos de las colecciones botánicas del país veremos que la Flora Uruguaya Online precisa un salvavidas tecnológico.
Se busca apoyo para integrar todas las colecciones botánicas del país
Como ya dijimos, parte del proyecto Flora Uruguaya Online consiste en la digitalización de toda la información de las 275.000 muestras de las principales colecciones botánicas del país, así como del escaneo de muchísimos de esos ejemplares (es decir, tomar imágenes de alta resolución de las hojas, semillas y todo lo que está en esos herbarios).
Actualmente se han digitalizado 15.000 de los más de 275.000 especímenes depositados en colecciones botánicas del país, lo que representa poco más del 5%. Y tan sólo se han incorporado 1.000 imágenes de alta resolución escaneadas de esas colecciones (lo que implica apenas más del 0,3% del total de especímenes depositados en ellas). Completar todo ello llevará por un lado tiempo, pero por otro también espacio. Queda mucho trabajo por delante entonces, lo que implica recursos humanos, muchas horas hombre y horas mujer.
“Sin dudas para lo que más necesitamos horas humanas es para digitalizar todas las colecciones. Las otras cosas capaz que son más fáciles de resolver entre nosotros, las fotos de cada especie, editar los nombres comunes, etcétera”, coincide Victoria.
Por otro lado, las propias condiciones de los herbarios y colecciones biológicas requieren con urgencia algún tipo de apoyo, porque como veíamos en una nota anterior, la mayoría de las colecciones botánicas del país están en peligro por malas condiciones de conservación, presupuesto y recursos humanos dedicados a ellas.
“Es cierto que necesitamos recursos. Esos más de 15.000 registros de colecciones que están digitalizados en buena parte son del herbario de aquí, de Agronomía. Logramos avanzar gracias a unos fondos internos a los que pudimos acceder en su momento, y con ellos pudimos contratar becarios para que digitalizaran las colecciones del herbario. Fueron unos 25.000 dólares y alcanzaron para digitalizar unos 14.000 registros. Eso te da una idea más o menos de cuánto dinero necesitaríamos para terminar digitalizar el resto de las colecciones”, hace números Mauricio.
En la Facultad de Química, dice, consiguieron un pequeño fondo que les va a permitir contratar por unos meses a un becario para que avance en la digitalización de su herbario. “Hoy la Flora cuenta con unas 1.000 muestras del Herbario de Química”, señala Victoria. Y en la Facultad de Ciencias, gracias al trabajo de dos investigadoras y a la coordinación de Andrés Rossado, ya han digitalizado unos 2.000 registros.
Lo que está detrás de todo esto es un golazo grande como el de Maracaná: centralizar todas las colecciones botánicas en un único sitio de consulta. “Sí, la unificación virtual de los herbarios es otro hito importante de este proyecto”, coincide Mauricio.
Pero en el trabajo van por más. Entre las cosas a hacer a futuro, de aquí a ese 2030 larrañaguesco, en el artículo ponen un ítem que resulta fascinante: la “repatriación virtual de colecciones”. ¿Qué es eso? Nada más ni nada menos que la “integración de datos de especímenes de plantas uruguayas depositados en herbarios internacionales”. ¡Uruguay nomá!
“Eso que parece muy distante, en realidad, está muy cercano, porque esas instituciones, por diferencias presupuestales y de infraestructura, ya tienen todas sus colecciones digitalizadas. Entonces es cuestión de hablar con ellos y de hacer los contactos entre los equipos informáticos para que simplemente se tome la información y se coseche para nuestra base de datos”, explica Mauricio, que adelanta que ya inició conversaciones con herbarios de Edimburgo, Missouri y Nueva York. “En las colecciones internacionales hay muchas colectas. Muchos van a ser registros duplicados de cosas que tenemos acá, pero otras no. Por ejemplo, hay muchísimos ejemplares tipo. Que vos puedas acceder a ese registro del ejemplar tipo, a alta definición, que no tengas que ir a una base de otro lado o a visitar el museo, que todo lo referente a la botánica de Uruguay esté centralizado en la Flora Online, me parece algo zarpado”, dice exultante.
Volvamos a lo que aún resta hacer y cómo era aquello de que precisan apoyo. “Hay desafíos de lo que nos falta hacer que se resuelven con trabajo. Pero después hay desafíos presupuestales, y no necesariamente hablo de cómo pagarle a la gente que escanee los ejemplares, o para que ingrese la información de las colecciones, o para que podamos construir el herbario. Hay un desafío presupuestal que es el costo de los servidores y esas cuestiones”, desliza Mauricio.
Es claro: el saber ocupa lugar. Y el saber digital ocupa memoria de servidores. “En este momento estamos pagando unos 180 dólares anuales para alojar la flora en el servidor en que estamos”, cuenta Mauricio. El dinero por ahora sale de lo que recibe por su dedicación total en la Udelar. Y eso es un problema por partida doble. Por un lado, no es sostenible depender de que una persona o un cargo específico asuma el mantenimiento del servidor. Aun si esa parte pudiera resolverse, existe un desafío mayor: la falta de un financiamiento estable para garantizar la infraestructura digital limita hoy las posibilidades de crecimiento y actualización de la Flora Uruguaya Online.
“Ese pago de 180 dólares nos da un determinado volumen de disco duro en el servidor. Cada imagen escaneada en alta resolución de cada ejemplar de las colecciones pesa entre 40 y 60 megas. Si estamos hablando de más de un cuarto de millón de registros entre todas las colecciones botánicas que integran la Flora Uruguaya Online, sólo para eso ya necesitamos entre diez y 15 terabytes de almacenamiento. Y eso ya es otra plata”, lamenta.
Mauricio no lo dice, pero el asunto es un poco ridículo. Están pagando como si precisaran alojar el sitio web de un conjunto musical, cuando en realidad están albergando en un sitio centralizado toda la información sobre la biodiversidad vegetal del país. Es claro que eso debe entenderse como un costo que debiera asumir alguna institución nacional y no el bolsillo de un investigador. ¿Hacen falta ideas? Van algunas.
Antel podría ser un socio del proyecto y alojar en su data center al proyecto Flora Uruguaya Online. O podría hacerlo el Ministerio de Ambiente, que vela por nuestra biodiversidad, o el de Educación y Cultura, que hace lo propio con nuestro patrimonio. Incluso el Plan Ceibal, que apuesta a la educación mirando alto, podría también ayudar a costear y/o alojar a esta flora digital.
Si no aparece un socio, la situación de la flora en línea es triste. ¿Qué tanto? Así: “Los ejemplares que estamos escaneando no los estamos subiendo porque nos pasamos de la memoria que disponemos en el servidor por la plata que pagamos”, confiesa Mauricio.
Tal vez quienes navegan no se percatan de ello, pero toda la información en línea implica costos y memoria ocupada en servidores (además del costo nada trivial necesario para que seres humanos generen la información). La información de nuestra biodiversidad botánica no puede depender del dinero que aparta de una partida salarial un docente universitario. Así que desde estas páginas hacemos la arenga: la Flora Uruguaya Online precisa partners, socios que apoyen en esta cuestión de espacio en los servidores. Antel, Ceibal, ministerios, hay varios que podrían tender una mano.
“Esta es una herramienta que se pone a disposición para que todo el mundo la use, para que la utilicen las instituciones públicas, quienes hacen investigación, las organizaciones sociales, la gente en general. Su desarrollo implicó un esfuerzo grande de nuestro equipo, y lo logramos trabajando con recursos muy limitados y con talento informático 100% uruguayo. En otros países, construir una plataforma de este tipo requiere inversiones de varios millones de dólares, mientras que acá pudimos alcanzarlo apelando a nuestras propias capacidades y a un compromiso colectivo por sacar adelante el proyecto”, redondea Mauricio.
Volvamos a Carlos. Que no desaparezca lo que sabemos de las cosas no depende sólo de que estén nombradas, algo que la Flora Uruguaya Online cumple con excelencia, sino también del compromiso que asumamos para que eso perdure en el tiempo.
Artículo: Uruguay’s Online Flora: A new resource connecting science, society, and conservation
Publicación: Taxon (diciembre de 2025)
Autores: Mauricio Bonifacino, Ary Mailhos, Eduardo Marchesi, Andrés Rossado, Federico Haretche, Andrés González, Carlos Brussa, Patricia Mai, Gabriela Speroni, Victoria Valtierra, Carolina Toranza, Pedro Pañella, Felipe Lezama, Mariana Cosse, Florencia Grattarola, Marcela Preliasco, Pablo Berazategui, Rosario Beyhaut, María Zabaleta, Felipe Cairello, Gustavo Heiden, João Iganci y Kenneth Wurdack.
Con contribuciones de: Serrana Ambite, Bianca Andrade, Milagros Anzuinelli, Angélica Arcila, Pablo Armand-Ugon, Adriana Bartoli, Daniel Bayce, Manuel Belgrano, Ángeles Beri, Andrés Berruti, Paul Berry, Pablo Boggiano, Ilsi Boldrini, Sergio Bordignon, Patricia Brussa, Vinícius Bueno, Henrique Mallmann, Débora Chamorro, Jorge Crisci, Philip Davies, Osvaldo del Puerto, Marina Díaz, Sabina Donadío, Cleusa Ely, Cecilia Ezcurra, César Fagúndez, Renée Fortunato, Federico Gadea, Paola Gaiero, Renato Goldenberg, Silvia González, Iván Grela, Julián Greppi, Martín Grings, Pablo Hernández, Colin Hoag, Martín Jaurena, Gabriela Jolochin, Liliana Katinas, Matías Köhler, Leslie Landrum, Dióber Lucas, Sandra Lupo, Jennifer Mandel, Gastón Martínez, Ana Laura Mello, Nidia Mendoza, Detlev Metzing, Fabrício Schmitz, Fabián Michelangeli, Marcelo Monge, Robbin Moran, Fabián Muñoz, Felipe Noli, Nataly O’Leary, Mario Oloriz, Eugenia Pedrero, Camilo Pérez, Silvina Piastri, Antonella Pollero, Mónica Ponce, Jefferson Prado, Clara Pritsch, María Puppo, Marianella Quezada, Mercedes Rivas, Carmen Rossini, Gisela Sancho, Anderson Santos, Darío Schiavinato, Mercedes Souza, Pablo Speranza, Guillermo Suárez, Ana Tardáguila, Cristina Trujillo, Estrella Urtubey, Magdalena Vaio, Meica Valdivia, Rafael Vidal, Jessica Viera, Cassiano Welker, Henrique Zamengo y Fernando Zuloaga.
El emblema de la _Flora Uruguaya_
Como bien dice el artículo, y como puede apreciarse en el sitio, una inflorescencia amarilla es el “emblema de la Flora Uruguaya Online”. Se trata de la inflorescencia de la planta Schlechtendalia luzulifolia “elegida por razones tanto científicas como simbólicas.
Entre las razones científicas, esgrimen en el trabajo que forma parte de “la familia de plantas más diversa del país”, las Compuestas, y que su linaje está “restringido al sur de América del Sur”. Por otro lado, Uruguay forma parte de su “área central de distribución geográfica” y que se ubican en nuestro país las poblaciones más abundantes.
Entre las razones simbólicas, detallan que “la apariencia radiante de su inflorescencia evoca la imagen del sol presente en la bandera nacional, ofreciendo una sutil pero contundente referencia a la identidad nacional y subrayando el vínculo entre la biodiversidad y el patrimonio cultural”.
Cuando hablamos de la vegetación particular de los cerros chatos, Mauricio nos había hablado de la _ Schlechtendalia luzulifolia_, cuyo nombre común es sol de oro, y su idea de que fuera una especie de símbolo nacional. Ahora se salió con la suya: es el emblema de la flora uruguaya más completa de los últimos 100 años del país.
