La oportunidad del capítulo ferroviario para América Latina y el Caribe
Invertir en ferrocarriles no es solo construir infraestructura. Es invertir en productividad, integración y en la transición verde que nuestra región necesita.A lo largo de la historia, el tren ha sido sinónimo de progreso. Desde las primeras máquinas a vapor del siglo XIX, pasando por el transporte de grandes volúmenes de producción y materia prima durante la Revolución Industrial, hasta la actualidad marcada por la alternativa ecológica y organizada, el ferrocarril ha acercado mucho más que solo personas y mercancías.
En Europa, por ejemplo, ese sistema de transporte se ha consolidado como columna vertebral de la movilidad sostenible, a partir de redes de alta velocidad y sistemas metropolitanos electrificados. China, en tanto, conecta más del 90% de sus grandes ciudades con trenes de última generación.
América Latina y el Caribe tiene hoy la oportunidad de subirse a ese tren de progreso. Los beneficios del ferrocarril para la región son, en tal sentido, múltiples y comprobables. Sabemos que transportar mercancías o pasajeros por tren emite hasta un 80% menos de CO₂ por tonelada-kilómetro que si se hace por carretera. Además, ese tipo de sistema consume menos energía, tiene menor tasa de accidentes, y cuenta con una mayor durabilidad en el tiempo. Factores que, en una región como la nuestra que emite poco pero sufre los efectos del cambio climático de manera desproporcionada, son una buena noticia. Además, su impacto reduce costos logísticos y promueve la cohesión territorial.
Por otro lado, el capítulo ferroviario representa una oportunidad financiera para los países de la región. Por su impacto ambiental y social, estos proyectos son elegibles para financiamiento climático internacional o las facilidades de bloques como la UE. Además, permiten articular cooperación técnica, asistencia no reembolsable y financiamiento soberano en esquemas que combinan eficiencia operativa con impacto social positivo.
Como banco verde y para la integración de toda la región, desde CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe estamos alineados con esta visión y pretendemos seguir posicionándonos como socios estratégicos de los países que apuestan al tren como motor de desarrollo. Para eso, contamos con una cartera ferroviaria activa superior a los 2.000 millones de dólares y experiencia en estructuración técnica y financiera para avanzar en proyectos concretos.
La buena noticia es que la región ya está dando pasos seguros en este campo. Se estima que sus países invertirán más de 300 mil millones de dólares en sistemas ferroviarios en los próximos años. Y desde el Ferrocarril Central en Uruguay hasta el Plan Estratégico de EFE en Chile, pasando por la reactivación ferroviaria en Colombia y la modernización de líneas en Argentina, toda la región está retomando el tren con visión de largo plazo.
Invertir en ferrocarriles no es solo construir infraestructura. Es invertir en productividad, integración y en la transición verde que nuestra región necesita. América Latina y el Caribe tienen ante sí una oportunidad histórica. Hacer del tren un símbolo de progreso, cooperación e integración para el desarrollo de toda la región.
-El autor, Christian Asinelli, es vicepresidente corporativo de Programación Estratégica de CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe.
