El agro seguirá empujando
El segundo semestre de este año fue complicado para la ganadería, aunque terminó dando sorpresas positivas en la agricultura. Si el clima acompaña, estos agronegocios seguirán aportando a la economía.
Llega fin de año y es momento de evaluar lo sucedido y proyectar el futuro. Pero en el agro esto se hace difícil, porque el año 2022 ha tenido dos etapas muy claramente diferenciadas: un primer semestre vertiginoso, en el cual los precios llegaron a niveles récord (también subieron los costos) y un segundo semestre con precios en baja, en especial en el ganado, aunque los cultivos de invierno tuvieron rindes superiores a los esperados y permiten cerrar 2022 con un empuje de optimismo. Así, luego de un ciclo 2021/22 excepcional, el que estamos transcurriendo viene más difícil. Pero no se trata de un escenario crítico: el sector tiene recursos y margen como para sobrellevar los problemas y seguir adelante.
En la ganadería habrá que ver cómo se recompone el mercado chino, que busca sacarse de encima el Covid y retomar la dinámica de demanda. No será rápido: los problemas sanitarios generan incertidumbre (están contagiados hasta muchos de los propios operadores) y si bien los casos graves son minoría, el gigante asiático está en plena batalla. Habrá que esperar hasta bien entrado 2023 para ver un movimiento positivo. Europa no está mucho mejor: la crisis energética asociada al conflicto con Rusia, luego de la invasión de Ucrania, ha afectado la demanda y los precios, que no se recuperan; la cuota 481 se va achicando y los precios en la Hilton no superan los 10.000 US$/ton. Por ahora, poco puede esperarse de la UE.
El mercado que luce más auspicioso es EEUU, aunque difícilmente pueda sustituir la pujanza de China en su mejor momento. En EEUU hay una recomposición del stock y la oferta de carne baja, mientras la economía se ve firme después de la pandemia. Más aún si la Reserva Federal afloja un poco con la tasa de interés. Claro que otros competidores, como Australia, tienen más facilidad para ingresar al mercado norteamericano, en el que Uruguay tiene una cuota de apenas 20.000 toneladas. Aun así, seguramente se abran oportunidades en Norteamérica. Y hay que destacar que el mercado de EEUU ha respondido mucho mejor que el europeo a los planes de diferenciación de productos cárnicos por sistemas de producción naturales y orgánicos, donde Uruguay tiene buen potencial.
Brasil es clave en el escenario cárnico global y particularmente como principal exportador de carne vacuna, incidiendo en precios y volúmenes. Además, es clave el desempeño de su propia economía y con ella de su mercado interno: si éste se reactiva, el consumo de carne vacuna subirá y el saldo exportador será menor. Habrá que esperar las primeras definiciones de Lula en este plano.
Pero tal vez el asunto más desafiante en estos días para los ganaderos es cómo recomponer el rol de los suplementos y concentrados en los sistemas productivos, ante la caída en el precio del ganado. Con el novillo a 4,50 US$/kg o más, los números daban para suplementar a todo nivel: cría, recría y corrales. Ahora el escenario cambió: en la gráfica adjunta se observa la relación novillo / maíz, como indicador de la relación entre el precio de la carne (producto) y los suplementos o concentrados (insumo). Claramente hay una caída fuerte en la capacidad de compra del novillo por la caída en el precio, mientras el costo del maíz no ha variado sustancialmente y está incluso un 10% arriba de su valor de un año atrás.
Más fondos lácteos.
En el sector lácteo el precio de la leche al productor se ha mantenido más en comparación con el ganado cárnico (gráfica), pero no está exento de desafíos. El precio de referencia de la leche en polvo en Nueva Zelanda bajó notoriamente en los últimos meses y está cerca de los promedios históricos. Vale aclarar que el mercado de Oceanía es directamente dependiente de China, mientras que Uruguay -si bien tiene en China un mercado muy relevante- sus principales clientes son Brasil y Argelia, donde los precios han estado mejor, en especial en el primero. En cualquier caso, en la cadena láctea el ajuste a la baja en el precio de exportación demora más en pasarse al productor; Conaprole -principal empresa- está bien vendida hasta febrero y decidió mantener el precio de la leche en noviembre y diciembre. Habrá que ver cómo evoluciona el mercado ya entrado el 2023, donde Brasil seguramente tendrá un rol importante.
Pero tal vez lo que más preocupa hoy en el sector es la situación de las pequeñas industrias del litoral, que siguen sobrellevando las consecuencias de la caída de precios de años previos y de los incumplimientos de los negocios con Venezuela, que resultaron letales para algunas de ellas. Ante las dificultades, el Parlamento aprobó la creación del Fondo de Reconversión de Industrias Lácteas (FRIL) a partir de un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo. El objetivo es atender la situación financiera de las industrias mencionadas, más volcadas a la producción de quesos, cuyo mercado se ha mostrado más difícil que el de la leche en polvo a nivel global. Además, el proyecto que ya tiene media sanción incluye la creación de un fondo anti cíclico para los productores, a partir del aporte de 2,2 pesos por litro de leche consumo. Estos fondos (el sector lácteo parece particularmente proclive a esta herramienta) son paliativos, pero la solución genuina de los temas pasa por más mercados y más productividad.
Los granos responden.
Mirando el suelo y mirando el cielo, los agricultores uruguayos van culminando las siembras de cultivos de verano, con la satisfacción de haber levantado una cosecha de invierno mejor a la esperada, y la incertidumbre sobre el desempeño de la zafra de soja y maíz. La Niña sigue presente, según los últimos reportes de la NOAA (gráfica) que -sin embargo- plantean que hay 72% de probabilidad de que se normalice la temperatura en el Pacífico hacia febrero-abril. Habrá que ver si esto se traduce en lluvias que lleguen en tiempo y forma para viabilizar los cultivos.
En buena medida por los efectos climáticos, los mercados de granos están mostrando tendencias de precio positivas. En el caso de la soja se va incorporando el impacto de la seca en Argentina y la caída de stocks globales. De manera que se está pagando en torno a 540 US$/ton en acopio Nueva Palmira, una mejora de unos 50 US$/ton respecto a lo que se pagaba hace un año por la cosecha 2022. Las ventas a futuro son acotadas, precisamente por la incertidumbre climática, y además porque se presume que puede haber subas adicionales en el precio.
En lo que refiere a la comercialización de trigo los precios han bajado levemente en las últimas semanas, pero siguen siendo históricamente buenos, con una referencia de 290 US$/ton puesta. La cebada para malterías ya está prácticamente toda comercializada mientras la de exportación se mueve en torno a 285 US$/ton; este precio y el de importación de maíz es el que siguen día a día los productores de feed lot, para hacer números en su propio negocio.
Precisamente, más allá de las fluctuaciones semanales, si los precios de los granos se mantienen en estos niveles (menores a los récord, pero buenos) más temprano que tarde incidirán en el precio de la carne: es difícil que se sostengan precios de la carne bajos con los granos más firmes, pues en el mundo la mayor parte de la producción cárnica se hace en base a grano.
Baja y sube.
Más allá de los asuntos comerciales y productivos, los agronegocios han estado pendientes y preocupados por la evolución del dólar, que luego de una fuerte caída rebotó hasta quedar por encima de los 40 pesos. Este nivel está 8% abajo de su valor de un año atrás (gráfica). Todo indica que el freno en el crecimiento del PBI en el tercer trimestre ha aumentado las posibilidades de que el Banco Central detenga el aumento de las tasas de interés, algo que -de todas maneras- ya está previsto para el año entrante. Además, las expectativas de inflación se han moderado (la baja de combustibles ayuda), lo que le da más espacio al BCU para moderar su política monetaria contractiva. Esto no quiere decir que se hayan subsanado los problemas de competitividad-precio que aquejan a la economía, pero al menos no se estarían agudizando.