En Contexto1Después del fuego

Cerca de 1.200 focos de incendios al año son los que detecta el Plan de Protección Contra Incendios Forestales de la Sociedad de Productores Forestales. ¿Qué pasó para que los incendios de fin de año en Río Negro y Paysandú no fueran un número más en esta estadística? ¿Qué acciones se han tomado tras los eventos y qué trabajan los distintos actores involucrados en cuanto a futura prevención?

De los 1.200 focos al año detectados, el Plan de Protección contra Incendios Forestales (en adelante, el Plan) interviene con sus brigadas helitransportadas en alrededor de 40. Dependiendo de la magnitud, zona de ocurrencia, condiciones climáticas, índice de riesgo y otros factores, los focos pueden ser combatidos, además, por Bomberos o con equipamiento terrestre de las propias empresas forestales. El Plan funciona desde 2014 y “ha sido tan efectivo que nadie lo percibe”, comenta el presidente de la Sociedad de Productores Forestales (SPF), Ing. Nelson Ledesma.

Sin embargo, el pasado 29 de diciembre se iniciaron dos focos que, en total, terminarían quemando 25.101 hectáreas (relevados por DGF del MGAP), convirtiéndose en los mayores incendios forestales en la historia del país. Según los expertos consultados por Forestal, una suma de factores multicausales determinó que los incendios en el litoral de Uruguay tomaran una magnitud nunca antes vista.

TODO A LA VEZ

En primer lugar, las condiciones meteorológicas y de la vegetación “fueron determinantes en que se pudieran iniciar esos fuegos tan fácilmente, se propagaran tan rápidamente y se dieran en muchos lugares a la misma vez”, explica Pablo Benítez, jefe de Prensa y Relaciones Públicas de la Dirección Nacional de Bomberos. Benítez señala que la velocidad del viento, las altísimas temperaturas y la baja humedad relativa, además de la vegetación que estaba muy seca por la falta de precipitaciones y acumulada en ciertos sectores, formaron un combo feroz. “La conjunción de todos estos factores y estas condiciones fue lo que hizo que fuese diferente a otras situaciones”, señala.

A este escenario se sumó la simultaneidad de los fuegos. Las alertas entre los focos de Algorta y de Nuevo Berlín (ambos en el departamento de Río Negro) se dieron apenas con minutos de diferencia, poniendo en apuros, logísticamente, tanto a Bomberos como al Plan contra Incendios de la SPF. Las brigadas helitransportadas, dependiendo de la situación, trabajaban en el mismo o distintos focos. “Fue un operativo inédito”, comenta Rafael Sosa, coordinador del Plan, “nunca habíamos tenido a los tres helicópteros volando juntos. Había muchos recursos, pero para la dimensión que tomaron los dos incendios no creo que hubiera en el país recursos que alcanzaran”.

Sobre la simultaneidad de los eventos y sus consecuencias a nivel logístico también se expresaron Benítez y Ledesma. “Hubo mucha cantidad de intervenciones en poco tiempo y en un mismo momento, eso supera cualquier capacidad de respuesta”, dijo el primero. Para el presidente de la SPF: “Al ser fuegos simultáneos se requiere la intervención al mismo tiempo, y esto genera que los recursos se limiten”.

Por si esto fuera poco, la velocidad de propagación ocasionó que el trabajo en tierra (tanto de Bomberos como de productores forestales, contratistas, el Ejército e intendencias) se dificultara aún más. “Elaborar un cortafuego lleva tiempo porque al necesitar equipamiento pesado, como motoniveladoras, demora trasladar los equipos hasta el lugar y toma tiempo hacer el cortafuego en sí”, explica el Ing. Ledesma.

MANO NEGRA

Pero esto no fue todo; hubo otro factor que contribuyó a la seriedad de estos eventos: Bomberos pudo determinar que siete focos fueron iniciados de manera intencional para reavivar algunos fuegos ya extintos o para darles continuidad a los ya existentes. “Los [focos] identificados como intencionales fueron en el incendio que se inició en Algorta y llegó hasta Piedras Coloradas. Ese incendio, que fue el más grande, se inició por un accidente, pero después que se controló y se apagó se iniciaron nuevos focos que sí fueron intencionales”, señala Benítez. En la comparecencia al Parlamento del 1° de febrero, Bomberos también señaló que hubo intencionalidad en el inicio del fuego que afectó la zona de Tres Bocas.

El vocero de Bomberos explica que para determinar la intencionalidad de un fuego se analizan las marcas de su desarrollo, el contexto, las condiciones existentes, etc. Tras su investigación determinaron que en algunos puntos “hubo un acercamiento de una fuente de calor que hizo que se iniciaran nuevos focos. Después, hubo algunos casos en los que –por la forma cómo se propagó y cómo avanzó al mismo tiempo el fuego– se entendió que se le había arrojado algún líquido inflamable acelerante para que favoreciera la rápida ignición de un combustible en forma lineal. O sea, que se quemara todo a la misma vez como una línea”.

Bomberos realizó la denuncia policial correspondiente y elaboró un informe pericial que ha sido entregado a fiscalía. Actualmente, el caso está en investigación.

¿SEGURO, O NO?

Durante el desarrollo y combate de los incendios, parte del debate público se enfocó en un posible beneficio para los productores forestales a través de las pólizas de seguro. Ledesma fue enfático al respecto: “Las empresas no ganan plata cobrando el seguro”.

En primer lugar, el presidente de la SPF explicó que no todas las empresas aseguran sus predios forestados o, en todo caso, no aseguran el 100% de ellos. La decisión de asegurar o no pasa por un análisis de riesgos y costo/beneficio que cada una de las empresas realiza de forma independiente. “Los [costos] de los seguros son importantes; un patrimonio grande paga miles de dólares de seguro por año, entonces las empresas evalúan”. Además, explica, los costos de las pólizas de seguro también varían dependiendo de si cubren un incidente puntual o varios incendios.

Por último, Ledesma comenta otro aspecto a tomar en cuenta: es muy poco probable que el seguro (que tiene topes) pueda pagar el 100% del valor de la madera. “Si un productor planta para una industria de aserrado o bobinado y se quema el bosque, la calidad de esa madera ya no va a servir para ese uso, pero se puede usar quizás para celulosa o energía [vendiéndola a un valor inferior]. El seguro me va a pagar un diferencial entre el valor que yo aseguré y el valor que puedo obtener por el ingreso de vender esa madera para otro uso”.

Bomberos identificó siete focos intencionales que buscaron reavivar fuegos ya extintos o aumentar los existentes. La investigación está en fiscalía.

Adicionalmente a esto, existe otro aspecto importantísimo vinculado al carácter industrial y los ciclos de producción que no puede ser pasado por alto. En la mayoría de casos, los productores no plantan un predio simplemente por plantar; la mayoría de las forestaciones están vinculadas a un proyecto industrial (ya sea de celulosa, de aserrado, etc.). El sufrir la quema de un bosque puede significar, entonces, la interrupción del suministro para esa industria; la ruptura de un eslabón en la cadena con todas las consecuencias que eso implica.

Ledesma lo explica así: “Significa que puedo tener un hueco de suministro en determinado año de mi ciclo de producción. Si tengo la pérdida de un área importante, quizás las empresas sufran el detrimento de no contar con ese volumen a lo largo de un año, y ese daño es mucho mayor al que te pueda pagar un seguro por recomponerte el activo que perdiste porque implica que uno tiene que salir al mercado a ver si consigue la madera y ver a qué precio la consigue”.

EN ACCIÓN

Tanto durante como después de los incendios han sido diversas las medidas y acciones de trabajo que se han llevado a cabo. Ya el 3 de enero (aún en combate de los eventos) se realizó una reunión entre autoridades del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), el Ministerio de Ambiente (MA), la Dirección Nacional de Bomberos, la SPF, vecinos de las localidades afecta[1]das, entre otros, para empezar a atender las primeras inquietudes y necesidades que surgían de los incendios.

En esta instancia inicial se llegó a un acuerdo voluntario para que, en las localidades afectadas por los incendios (Algorta, Orgoroso, Piedras Coloradas, Pandule y Bellaco), las empresas socias de la SPF lleven sus plantaciones a 200 metros del límite de cada localidad. El acuerdo fue firmado el 10 de enero y la SPF se comprometió a realizarlo en un plazo de 90 días. Compromiso que se cumplió en el plazo establecido.

“Si bien las forestaciones cumplen con toda la normativa legal, entendemos que dada la dinámica que han tenido los poblados luego de que empieza a funcionar la Ley Forestal y el propio dinamismo que el sector forestal da a las distintas regiones, el pueblo empieza a crecer hacia la periferia, y una distancia que en un momento era razonable, hoy –si bien está bajo reglamento– puede verse como muy próxima a los centros poblados y generar una sensación de mayor riesgo”, detalla Ledesma.

La segunda etapa incluye a otras 20 localidades (que han sido definidas como prioritarias por el MGAP y el MA) cuyas medidas deberán ser ejecutadas al 30 de noviembre. Finalmente, existen otras plantaciones cuyos planes de acción deberán ser analizados caso a caso para cumplirse durante el año 2023.

Bomberos es la autoridad que determinará, finalmente, las futuras medidas de prevención. Según Benítez, la distancia sin vegetación es importante, pero no la única condición a tomar en cuenta. Por ejemplo, “es mucho más eficaz tener 200 metros, pero con la vegetación al ras y que haya medidas complementarias, que dejar un kilómetro pero con 15 o 20 centímetros de vegetación, porque eso permite que haya una continuidad del fuego”. También aclara que los 200 metros mencionados no es una medida acordada aún para todos los casos. Entre las acciones adicionales pueden estar, por ejemplo, la existencia de cortafuegos, disponibilidad de agua, etc.

Por otro lado, también se creó un grupo de trabajo con el objetivo de generar normativa destinada a este tema. “Eso se va a dar, pero es algo que lleva un tiempo porque hay que analizar un montón de situaciones y ver qué es lo que se puede aplicar, porque queremos establecer una normativa que se pueda cumplir”, explica el vocero de Bomberos.

Tanto la SPF como Bomberos participaron, además, de dos grupos de trabajo de carácter local: uno en Paysandú que ya se cerró y otro en Piedras Coloradas que continúa su labor. Ambos incluyen a autoridades departamentales y municipales, además de delegaciones de empresas forestales y productores de la zona. “Son dos instancias que han surgido para aportar cosas que van a sumar a lo que es la protección y la respuesta”, dice Benítez.

DESDE ADENTRO

El Plan de Protección contra Incendios de la SPF tampoco se quedó de brazos cruzados. Además de seguir trabajando en toda su capacidad, detectando y combatiendo incendios por el resto de la temporada, se llevó a cabo un trabajo de evaluación interna. “Hicimos una primera jornada de análisis con las personas de las oficinas de coordinación y despacho de las bases, pilotos, mecánicos, etc., a la que siguieron otras y luego presentamos un informe”, dice Sosa, coordinador del Plan. Asimismo, se contrató una auditoría externa con un experto internacional en prevención de incendios forestales para que evaluara el proyecto y su accionar. Para Sosa lo más importante es “que mire desde afuera y con total objetividad todo lo sucedido” y así se pueda reforzar o replantear lo que se precise dentro del Plan.

Finalmente, también existen conversaciones con la Asociación Nacional de Empresas Privadas Aeroagrícolas (Anepa) para “afinar un protocolo de actuación conjunta con los helicópteros y aviones. En el corto plazo va a estar funcionando y esperamos poder desarrollarlo después como un complemento”.

EN CONJUNTO

La gran lección aprendida de los eventos que se desataron el 29 de diciembre es la necesidad de trabajar aún más en la coordinación entre los distintos actores. Así lo dijo Benítez: “Con el sistema de protección del Plan trabajamos juntos y fue fundamental para poder controlar el incendio, trabajaron con nosotros a la par desde el primer momento. Tenemos que analizar en la interna nuestra, pero también en forma conjunta con la SPF y ver qué cosas podemos mejorar para que sea un trabajo más coordinado, más dinámico, más fluido en lo referido a la operativa específica”.

De las 25.101 hectáreas afectadas en los incendios del litoral, 14.088 eran forestadas y, aproximadamente, equivalen en volumen a la producción de un año.

Tanto Sosa como Ledesma estuvieron de acuerdo. Para el coordinador del Plan, “lo sucedido reforzó la necesidad de coordinar entre los diferentes actores. Éramos muchos: por un lado estaba el Plan, por otro lado estaban las empresas con sus recursos terrestres, estaba Bomberos, la Intendencia, las personas de los poblados cercanos y productores de la vuelta. Todos querían ayudar. Un gran aprendizaje es que, de entrada, en un caso de estos tenemos que armar un comando unificado”. En la misma línea se expresó Ledesma, quien consideró que para un combate de varios días habría sido adecuado contar con “un centro de coordinación operativa, donde todos recibiéramos la información de Bomberos”.

Asimismo, Ledesma propuso la elaboración de un plan estratégico desde uno de los grupos interinstitucionales que se ha formado con el Sinae, MGAP, Ministerio de Ambiente, SPF y el Congreso de Intendentes. “En ese ámbito se podría definir una estrategia a nivel de regiones forestales para explorar la cantidad de recursos y establecer, en caso de que vuelva a pasar una situación similar, un protocolo de acción donde Bomberos sea la autoridad, pero que determine cómo los demás tenemos que actuar y de qué forma podemos coordinar para que la eficiencia en el uso de los recursos y el combate sea lo más rápido posible”.

EDUCACIÓN ES PREVENCIÓN

Pensando también en el futuro es que se identificó la necesidad de trabajar en educar sobre prevención a la población en general. Benítez le explicó a Forestal que en Rocha y Maldonado hace años que se lleva a cabo un trabajo de sensibilización alrededor de los incendios forestales y que, antes de cada temporada, se realizan capacitaciones, podas, limpieza de cortafuegos, etc., en conjunto con los vecinos.

A raíz de lo sucedido, Bomberos ha recibido pedidos de los habitantes de Paysandú y Río Negro para capacitarse. “Vamos a trabajar actividades este año para que en los lugares donde haya forestación la gente también esté preparada y, a la vez, si ocurre una emergencia pueda saber cómo responder, cómo interactuar con nosotros y cómo apoyar de una forma que sea productiva para lo que es la contención del incendio y que no sea un riesgo”, señaló Benítez. Aunque uno quiera evitarlos, los incendios forestales son un riesgo que seguirá existiendo y corresponde seguir el proceso de aprendizaje y mejora continua para prevenirlos y responder de la mejor manera.

APOYO A PRODUCTORES
Como parte de las distintas acciones que se han llevado a cabo tras los incendios, las empresas socias de la SPF “entendemos que hay terceros que no están vinculados a la actividad forestal directamente que han sufrido daños, y la idea es poder contribuir a que estos sean menores”, dijo Ledesma. En ese sentido, durante los fuegos algunas empresas forestales pudieron poner a disposición distintos campos para que los arrendatarios ganaderos pudieran trasladar sus animales. Asimismo, se contribuyó con alambrados y aportes voluntarios, todo canalizado a través del MGAP. Ahora, el fideicomiso Forestal en Acción firmó un convenio con la Comisión Honoraria de Desarrollo Apícola y la Sociedad Apícola Uruguaya, con el objetivo de contribuir a recomponer la matriz productiva afectada en los incendios, unas 779 colmenas según datos recolectados por el MGAP. Los socios de la gremial realizarán aportes voluntarios para que, además de cubrir el costo de las colmenas, se incluya una inyección de capital para retomar la producción.

REVISTA FORESTAL Montevideo - URUGUAY - 09 Agosto 2022