Jaime MillerENTREVISTA
Es el momento para proyectos de inversión que sean rentables y además, con fuerte impacto ambiental

Los inversores están reclamando, cada vez más, proyectos que tengan sentido desde lo ambiental o lo social.Desarrollar proyectos innovadores, que capten el interés del inversor local en primera instancia y a su vez, tengan fuerte impacto ambiental. A juicio de Jaime Miller (*), es una línea de acción que tiene fuertes posibilidades de desarrollarse en el país y captar la “fuerte liquidez que existe” en el mercado local.

Miller es uno de los tres directores de Capital Oriental, una firma que apuesta a vincular inversores con empresas y proyectos que tienen un impacto positivo en lo ambiental o lo social, además de rentables. Afirma que este tipo de inversiones ya no son “exóticas” ni novedosas, se están imponiendo en el mundo y aunque Uruguay camine con algo de rezago, “se van a consolidar, porque las demandan los consumidores, los gobiernos y también los inversores”. A continuación, un resumen de la entrevista

—¿Es realmente sólido el avance de los proyectos de inversión vinculados con la sostenibilidad?

—Es innegable que el mundo va hacia las inversiones sostenibles, o sea, la agenda del carbón neutral para el 2050.Ya nadie se cuestiona cuál va a ser el impacto de su inversión, por tanto, por primera vez estamos viendo que estos temas han dejado de ser cuestiones que impulsaban solamente las ONG. Ahora ya es parte de la estrategia de las compañías.

—¿En qué aspectos se puede observar que las empresas realmente ponen este tema como prioritario en sus agendas?

—Primero, porque los consumidores empiezan a ser mucho más conscientes de lo que están consumiendo. Sobre todo las nuevas generaciones empiezan a preguntar cada vez más por estos asuntos, lo que determina que haya una necesidad de demostrarle al cliente que uno está produciendo un bien de una manera responsable. No hay dos opciones. Después están los gobiernos, que también impulsan con diversos incentivos, incluidos beneficios tributarios, esas tendencias. Y en tercer lugar, también los inversores individuales, que empiezan a inclinarse cada vez más en poner su dinero “en algo que tenga sentido”. Entonces, les plantean a sus asesores de cartera que les ofrezcan opciones de inversión que tengan impacto ambiental, además de ser rentables. Cuando el impulso estaba especialmente sobre los hombros de las ONG, faltaba escala, dependían de las donaciones. Ahora, en la medida que forma parte de la estrategia de las empresas y los inversores y está vinculado a la rentabilidad, vamos a generar la escala que necesitamos para incidir muy fuerte en el tema de la sustentabilidad. Es una tendencia irreversible.

—En ese contexto, ¿Uruguay está acompañando ese impulso global o viene con rezago?

—De alguna manera, la cancha viene marcada desde los países líderes. Aquellos que tomamos como referencia están comenzando a jugar fuerte en estos temas. Pero además, Uruguay tiene como destacarse. Dentro del concepto ESG (enviromental, social, and corporate governance), Uruguay está bien posicionado en los tres indicadores. En materia ambiental, a partir de las energías renovables que han crecido muy fuerte en el país, estamos muy bien ubicados. También tenemos muchas cosas que mostrar desde el punto de vista de la cobertura de cuestiones como la seguridad social, la salud o el empleo. Y en cuanto a gobernanza, hay aspectos a nivel país y de las empresas que nos distinguen claramente en este indicador. Somos institucionalmente muy respetados. O sea, de arranque tenemos condiciones para mostrar a los inversores. Pero además, somos un gran campo de experimentación, por una cuestión de escala, donde muchos desarrollos innovadores pueden usar este país como plataforma. Y de hecho, lo hacen.

—Nuestro mercado tiende a ser conversador; no se caracteriza por liderar procesos que puedan parecer muy innovadores…

—Tomo palabras recientes de Herman Kamil, director de la unidad de Gestión de Deuda del MEF: “esto ya es mainstream”. O sea, no es algo exótico, ya es parte de las tendencias en el mundo de las finanzas corporativas e institucionales. El porcentaje de activos bajo manejo con criterios ESG crece a tasas de doble dígito. Eso quiere decir que en cinco o seis años ya vamos a tener fondos de inversión con carteras con un porcentaje muy alto de activos ajustados a esos criterios y, paralelamente, también muchas exclusiones. Me refiero a fondos que ya toman la posición de no invertir más en determinadas categorías, por ejemplo energías altamente contaminantes. Hay industrias a las que se les empieza a hacer muy costoso obtener financiamiento. El eje de las inversiones ha ido moviéndose, claramente. Gana terreno a un ritmo muy fuerte todo lo relacionado con proyectos verdes, energías renovables o nuevos materiales de construcción.

—Precisamente, el de la construcción parece ser un sector donde se detectan oportunidades de mejora ambiental e inversiones rentables a la vez…

—El 40% de la huella de carbono mundial la determinan los edificios, no lo hace ni la industria ni el transporte. Eso porque el carbono embebido en el cemento y en el hierro es lo que impacta muy fuerte. A su vez, calentar o enfriar los edificios también genera carbono. Por tanto, todo lo que sea definir nuevas formas de construcción tiene un fuerte impacto. Vamos a llegar mucho más rápido al carbono cero si cambiamos la forma de construir, no hay dudas.
En esa línea es que nosotros estamos promocionando muchos proyectos que cumplen con esas características. Ya se habla del acero sustentable y el cemento sustentable, cambiando la forma de producirlo para que no genere tanto huella de carbono, lo mismo con los sistemas de calefacción. Recientemente presentamos un proyecto en base a bombas de calor, muy eficientes a la hora de calefaccionar edificios. En este rubro, la construcción, donde Uruguay tiene un buen dinamismo, tenemos que comenzar a introducir las nuevas tendencias.

—Tenemos el marco jurídico y los incentivos, además de “una buena marca” desde el punto de vista de los criterios ESG. ¿Qué nos falta?

—Falta generar más certificaciones, o sea poder demostrar, medir y auditar resultados. Tenemos un mercado como el de los bonos de carbono, donde todo el impacto positivo que podamos medir se transforma en dinero. Los bonos de carbono del mercado voluntario están a 14 dólares la tonelada, cuando hace tres años estaban a 3 dólares. O sea, se puede generar una línea de ingresos muy interesante si se logra certificar y auditar el proceso. Hay agencias para eso pero, claro está, también es una cuestión de escala. En proyectos pequeños puede no justificar esos costos. Por tanto, sería interesante trabajar en instalar incentivos para que las certificadoras se interesen más en nuestro mercado. Al mismo tiempo, generar una buena gobernanza, la taxonomía de qué es sustentable y cómo capitalizarlo. Hay que empezar a cuantificarlo, luego probarlo y estar en condiciones de certificarlo. La línea de bonos de carbono va a empezar a aparecer como parte de los resultados de una empresa que tenga impacto positivo.

—Pero hoy en Uruguay no parecen estar dadas las condiciones para que las empresas accedan a toda la información y los procesos necesarios…

—En Uruguay aún hay dificultades, sí. Por ejemplo, no hay un amplio abanico de proveedores que puedan prestar los servicios que se necesitan. Es una carrera en la que estamos algo rezagados, hay que apurar el paso para avanzar.

—Capital Oriental está manejando una serie de proyectos con ese objetivo…

—Uruguay va a tener una planta de Madera Laminada Cruzada (o Cross Laminated Timber - CLT). Esa planta va a ser la más grande de América Latina y va a estar en Tacuarembó. A partir de lo que se produzca allí, vamos a tener la oportunidad de localmente hacer un edificio de cinco pisos o de diez pisos en madera estructural. En Capital Oriental estamos impulsando ese desarrollo y creemos que Uruguay puede ser, en términos de escala, el líder en construcción sustentable en América Latina en muy poco tiempo. O sea, si sumamos esa, las buenas características del país ligadas a su seguridad jurídica, con cosas innovadoras como ésta, nos podemos posicionar como un país que a la vanguardia en inversión sostenible.
Otro cliente, trabaja con paneles autoportantes para la construcción, en base a rastrojos de trigo. Es un proyecto a punto de concretarse, que está buscando el sitio para levantar su planta.
En otro proyecto, apuntamos a la instalación de bombas de calor en edificios de apartamentos. Uruguay todavía tiene más de 600 edificios que siguen utilizando fueloil como método de calefacción, con toda la ineficiencia que eso implica. La bomba de calo es un tercio del costo del consumo de fueloil y con enormes ventajas medioambientales. Al financiamiento de ese tipo de inversiones es a lo que nos enfocamos en Capital Oriental.
Otra iniciativa que impulsamos es la de saneamiento. Para un país que tiene déficit en esa materia, pensar en soluciones ambientalmente convenientes. Hablamos de humedales artificiales, que son como jardines que toman las aguas servidas y las propias plantas realizan el tratamiento en un proceso natural. Además, son tecnologías que son mucho más baratas que las plantas de tratamiento de efluentes y pueden rápidamente solucionar problemas que tenemos en el interior del Uruguay.

—El desafío es captar capitales dispuestos a invertir en esos procesos, ¿hay interés?

—Es inversión en Uruguay, en pesos uruguayos. Lo primero que tenemos que generar es una cartera de inversiones locales que generen flujo en unidades indexadas. El gobierno está tratando de impulsar mejores condiciones para el mercado de valores, buscando el desarrollo de instrumentos que le den una mejor salida al inversor primario. Es un buen momento para impulsar estos proyectos, hay buena liquidez en el mercado local. Creo que podemos acercarle al inversor uruguayo buenas oportunidades de inversión, en pesos, y que a su vez tengan impacto positivo. Una vez que tengamos una cartera mayor, será la oportunidad de ir a buscar fondos institucionales de afuera, pero para ello se necesita una escala mayor.

(*) Jaime Miller es Contador público (MBA en el IEMM); integra el directorio de Capital Oriental, fue director ejecutivo de Uruguay XXI y CEO de Zonamerica Colombia.

Diario EL PAIS - Montevideo - URUGUAY - 22 Mayo 2022