Precios altosPrecios altos y la transición energética

Una transición energética limpia es una condición necesaria para mitigar riesgos climáticos futuros, pero no suficiente.¿Qué está pasando con los precios de la energía en el mundo? ¿La transición energética aumentará o reducirá la volatilidad de precios? Mi columna de hoy busca resumir parte del debate global respecto al actual alto nivel de precios de la energía y su relación con la transición energética y se inspira en parte como respuesta a otra columna publicada por Economía & Mercado hace unas semanas.

En una columna del 27 de setiembre titulada “Transición energética, inflación y déficit público”, el economista Fernando Fernández de IE University plantea que debemos sincerarnos más sobre el costo de la transición energética, premisa con la que estoy de acuerdo. El discurso y la narrativa alrededor de la transición energética se han desarrollado, en gran medida, en torno a la idea de que la transición es una gran oportunidad, algo casi que enteramente positivo. Y si bien ya pocos refutan la evidencia científica de que el cambio climático es causado por el hombre, y que se está acelerando, eso no implica necesariamente que cambiar el status quo sea fácil o poco costoso. Sin embargo, difiero en algunos de los argumentos usados para llegar a tal conclusión. Por ejemplo, el uso de cuestiones por ahora coyunturales (como los actuales altos precios del gas) como argumento de que la transición será inflacionista.

Antes que nada, vale la pena resumir por qué el tema de la relación entre aumento de precios y transición energética está en boga en el mundo en este momento. Un par de factores: la conferencia COP26 que ocurrirá en unos días, donde los países discutirán sus respectivos compromisos climáticos, metas ambiciosas por parte de algunos países (aunque aún con poca claridad sobre cómo se implementarán) y —en particular— un gran aumento de precios en el mercado del gas natural, el carbón, la electricidad y los certificados de carbono, especialmente en Europa, aunque no exclusivamente. El petróleo todavía no ha alcanzado niveles récord, pero también ha sufrido una intensa subida en lo que llevamos de año.

Ahora, vayamos al gas natural que se ha vuelto “el tema” de las últimas semanas. Los precios spot de gas natural en Europa en septiembre fueron alrededor de seis veces más altos que su nivel en 2019, el último año pre-Covid (1), con efectos en los precios de la electricidad.

El mercado del gas natural es una combinación del gas comercializado en forma de gas natural licuado (GNL) y el gas por gasoductos internacionales.

En el caso del GNL, por ejemplo, la demanda ha subido considerablemente más que la oferta en 2021, debido a una combinación de repunte económico, en particular en Asia y Europa, junto a mala performance de algunos productores de GNL. Esto, encima de eventos climáticos más extremos en los últimos meses: un invierno más frío en el hemisferio norte a principio de año, una primavera más fría de lo normal en Europa y olas de calor también en el norte que presionaron la demanda. Además, una baja producción de otras fuentes —como la hidráulica en China y América Latina debido a sequías— o una baja generación eólica en Europa respecto a lo esperado.

El rol de Rusia (gran exportador de gas hacia Europa) también ha sido un factor de discusión. Rusia ha cumplido con sus contratos de largo plazo, pero ha vendido menos en el mercado spot que en otros periodos, por razones que algunos analistas dicen son técnicas y otros, políticas.

Todo esto ha sido una gran “tormenta perfecta” que puede continuar incluso por lo que queda de este año, dado que los depósitos de gas europeos están muy bajos —y dependerá de qué tan duro sea el invierno en el hemisferio norte— pero no es a mi entender argumento suficiente para concluir que la transición será inflacionista necesariamente. Entre otras cosas, del lado de la oferta, la transición implica sustituir mucha capacidad de producción con fuentes que han tenido costos deflacionarios en la última década y con menores gastos operativos, como la solar y eólica (aunque también se necesitará más de “otras cosas,” como transmisión y baterías).

La transición requiere además medidas de supresión de demanda vía mayor eficiencia. Además, los altos precios de los combustibles fósiles suponen una oportunidad única de inversión para las energías renovables que, si ya eran más baratas en 2020, lo son más aún tras la escalada en precios del carbón y el gas.

Ahora, no niego que la transición pueda estar acompañada de tanta volatilidad de precios como ha sido tradicional en el mundo de la energía.

En particular si la inversión en combustibles fósiles baja, (como se espera en un escenario sostenible, y como ha sido el caso en producción de petróleo y gas en los últimos años, por ejemplo), mientras que la inversión en tecnologías limpias no sube de la manera que se necesita para contrarrestar esa baja y el aumento de demanda. Sin embargo, la volatilidad implica subidas y bajadas, y por eso creo que todavía es temprano para adjudicar causalidad entre transición energética (algo que se está dando de forma muy lenta más allá de grandes titulares) y precios altos en el último semestre. Lo que es evidente es que un sistema energético que aumenta su participación en tecnologías limpias se vuelve menos dependiente de los combustibles fósiles, y por ende, de las oscilaciones de sus precios. Un buen ejemplo de esto es el sistema eléctrico uruguayo.

Parece factible que en un mundo donde crece la evidencia y la frecuencia de efectos climáticos adversos y donde se está empujando más hacia metas de menores emisiones, no se puede dejar de lado la seguridad energética como un objetivo clave. Una transición energética limpia es una condición necesaria para mitigar riesgos climáticos futuros, pero no suficiente. No anticipar posibles problemas de volatilidad en el mercado a futuro no sólo podría ser un problema “real” que impacte consumidores (vía precios y posible racionamiento incluso) sino que también puede ser un factor que vele contra el apoyo social hacia una transición tan necesaria.

1) Jason Bordoff, “Why this energy crisis is different,” Columbia SIPA, Center on Global Energy Policy, 24 de setiembre.

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 18 Octubre 2021