extranjerizacion de la tierraPROYECTO DE LEY
Extranjerización de la tierra: entre un instrumento de desarrollo y el temor a la concentración

La llegada de capitales ha producido un salto en la productividad del agro nacional, pero existe preocupación en el ámbito político y empresarial sobre las distorsiones que puede causar la adquisición de grandes extensiones de tierra y la especulación.

En las últimas dos décadas, aunque con un freno más marcado a partir de 2018 y 2019, el agro uruguayo vivió un mayor grado de la extranjerización de la tierra producto de capitales que vinieron desde el exterior.

En los últimos 15 años se extranjerizaron alrededor de 5 millones de hectáreas (de un total de 17 millones del país), pero hace unos tres años se está dando el proceso inverso, con capitales uruguayos que han vuelto a comprar.

Un informe del Instituto Nacional de Colonización (INC), por ejemplo, advirtió que en el año 2010 el 83% de las hectáreas de campo que se compraron en el país quedaron en manos de extranjeros. El documento señalaba que la participación de compradores estuvo dividida entre: 17% de uruguayos, 17% de argentinos, 23% de brasileños, 33% de europeos, 4% de estadounidenses y 6% de otras nacionalidades.

A su vez, el estudio “La Producción en el Uruguay: sus problemas del presente y los retos que se avecinan”, que realizó la Dirección de Estudios Económicos de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), concluyó a fines de 2017 que en 16 años se habían perdido en el país 8 mil productores familiares y de 8 millones de hectáreas un 61% fueron vendidas a sociedades anónimas extranjeras.

En este contexto, el expresidente de la República y actual senador, José Mujica, redactó un proyecto de ley que fue presentado esta semana por nueve de los senadores del Frente Amplio, con el fin de “limitar la extranjerización de la tierra”.

La iniciativa pretende limitar la adquisición de suelos rurales para capitales extranjeros, con condiciones de regulación. Además, se prevé que el Poder Ejecutivo pueda autorizar la excepción de ciertos negocios para los que no reúnan los requisitos dispuestos en el proyecto, siempre y cuando se dé “en el marco de un proyecto productivo de relevancia para el país, que esté orientado al desarrollo nacional, genere empleo y contribuya a elevar la producción y la productividad del sector involucrado”.

Se asegura que “se quiere proteger el dominio nacional” frente a la “concentración ociosa y especulativa de tierras por avatares financieros y del capital” y se plantea que la concentración de grandes superficies perjudica la oportunidad y la productividad de amplios sectores de la ruralidad.

La revolución agrícola
Sin embargo, el rol de los extranjeros en el campo uruguayo ha sido una de las claves centrales en los últimos años para un aumento exponencial de su productividad, tras la llegada de un contingente de productores y empresas agrícolas desde Argentina a principios de este siglo, fundamentalmente. Los argentinos llegaron a territorio uruguayo y lograron expandir la ganadería y la agricultura, trayendo junto consigo tecnologías más modernas y una forma de trabajar diferente en las empresas agropecuarias.

El presidente de la ARU, Gabriel Capurro, dijo a El Observador que la posición de la gremial es que “está bien que vengan productores a producir y trabajar en Uruguay”, pero lo que preocupa a veces “son las grandes empresas que apuntan a una integración vertical”.

El empresario indicó que, por ejemplo, pasa en el caso de la forestación, en donde se controla una gran parte de la producción y eso les permite “negociar después desde una posición mucho más fuerte que los demás productores” a la hora de fijar precios.

"Si vienen a producir en las mismas condiciones bárbaro, pero cuando llegan grandes empresas con ventajas por leyes de inversión y exoneraciones, todavía con dominio de mercado, ahí la cuestión es más compleja. Se da una competencia que muchas veces lleva a que los precios de la tierra y de los arrendamientos distorsionen el mercado”, comentó Capurro.

Sin embargo, Capurro reconoció que después de la crisis de 2002 y la aplicación de las retenciones al campo en Argentina, muchos productores vinieron desde ese país a trabajar en Uruguay, y eso implicó una mejora en la concepción y el armado del negocio del agro.

“Lo que ellos trajeron fue una inyección muy grande de capital y una concepción del negocio diferente. Con mayor escala y mayor tecnología, con el ingreso de lo satelital, entre otras herramientas que dan mayor previsibilidad, se alcanzó una mayor eficiencia, con un uso de maquinaria más potente que te permite bajar riesgos, sobre todo en la agricultura. Los agricultores argentinos son números uno a nivel mundial”, explicó.

En este sentido, el senador por el Frente Amplio, Charles Carrera, dijo a El Observador que “nadie discute” que el capital extranjero pueda ser utilizado como base para el desarrollo y la inversión, pero este proyecto “apunta a que se cumplan con determinadas condiciones que para que el mercado de tierras no se transforme en un negocio especulativo”.

“Estamos de acuerdo que la tierra es un elemento fundamental para el desarrollo del país. Por eso es estratégico contar con una legislación que permita su protección, así como cuentan otros países. El equilibrio buscado se da justamente a través de las condiciones que se le ponen a un extranjero. Todas condiciones racionales que se ajustan a lo que es el interés nacional, generando un equilibrio entre los intereses del inversor y los del país. Un inversor extranjero no queda impedido, pero debe cumplir ciertas condiciones razonables”, relató.

En tanto, el productor agrícola y senador suplente del Partido Nacional, Sebastián Da Silva, señaló que el proceso de inversión que se dio en tierras en Uruguay entre 2004 y 2018 “permitió que el valor patrimonial del suelo uruguayo se multiplicará por ocho”.

“Ha sido una constante histórica del Uruguay que vengan inversiones directas, se afinquen y generen desarrollo. En las localidades del interior no creo haya nadie en contra de esas inversiones que llegaron para quedarse. Tuvieron su impacto en muchos actores de la cadena, no solo agrícola. Lo que pasa cuando llegan inversores es que esa tierra aumenta su productividad, generar empleo y además se pagan mejores salarios. Los dueños pasan y la tierra queda”, explicó.

Para Da Silva, la libertad del mercado y que cada tenedor de tierra pueda disponer de ella, “ha permitido que un mercado abierto y amigable -que es un bien que no es especulativo, dijo- traiga un mayor porvenir”.

Entiende que de aprobarse el proyecto, “se estaría afectando el patrimonio de todos los que tienen una hectárea en Uruguay, porque al cerrar la posibilidad para ciertos capitales bajaría el precio de la tierra y se condiciona el mercado a amigos del gobierno de turno por la excepción que se plantea”.

El temor a la distorsión del mercado
Por su parte, el presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), Alfredo Lago, sostuvo que en el caso del sector productivo del cereal hubo una corriente importante que vino desde Brasil, en principio como arrendatarios, pero que se volvieron productores propietarios con el tiempo a raíz de la propia actividad.

Según Lago, ha habido varias oleadas de brasileños que llegaron al país a lo largo de las décadas, aunque la lógica era distinta a la de ahora.

En el caso del arroz, un 70% de los productores en la actualidad son arrendatarios.

"Se pretende vengan primero a comprar muchas hectáreas para su explotación. Que vengan este tipo de productores a instalarse en Uruguay siempre ha sido bueno, porque se ha desarrollado el arroz y toda la complementaridad con las rotaciones. Sin embargo, cualquier anónimo que compre grandes extensiones de tierra puede causar distorsiones para el productor uruguayo, no solo para el caso del arroz”, apuntó.

Lago dijo que si bien “desde un punto de vista liberal no hay limitantes para que extranjeros continúen en la actividad productiva", le preocupa que se desvirtué la relación del productor con la tierra, en caso que objetivo sea un negocio inmobiliario “en que un día entran y en otro momento salen”.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo  - URUGUAY - 29 Julio 2020