El precio de la tierra cayó a registros mínimos en ocho años
En el primer semestre de 2018 el valor se desplomó, cayendo 17% respecto al año anterior y consolidándose la caída más pronunciada desde 2001
El precio de la tierra se desplomó en el primer semestre de 2018 un 17% respecto al año anterior y no alcanzó los US$ 3.100 la hectárea, consolidándose la caída más pronunciada al menos desde 2001 y el menor valor desde 2010.
Blasina y Asociados - Especial para El Observador
El aumento en la comercialización de campos de aptitud ganadera explicaría parte del descenso en el precio promedio.
El dato resulta complementario a otros, como la caída de la venta de maquinaria y vehículos el año pasado. Esos datos muestran la cautela que impera en torno a la actividad agropecuaria.
Los datos del primer semestre de 2018 procesados por la Dirección de Información y Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) mostraron 477 operaciones de compraventa, 4% más que en el primer semestre de 2017, por una superficie total de 82.050 hectáreas, 13% por debajo del año anterior.
El monto total de las operaciones alcanzó US$ 254.177 millones en valores corrientes, un promedio de US$ 3.098 la hectárea, 17% por debajo que en igual período del año 2017.
El boom de la soja y la llegada de compradores de la región impulsaron el valor de la tierra, que a partir de 2004, al aprobarse la exportación de carne a Estados Unidos y Canadá vacunando contra la fiebre aftosa, comenzó una tendencia al alza que continuó en forma sostenida hasta 2014.
En esos 10 años los valores promedio pasaron de US$ 664 a US$ 3.934 la hectárea, máximo alcanzado y 21% u US$ 836 por encima del precio actual.
A partir de 2015 el valor de la tierra comienza su descenso y en 2017 cerró con una sorpresiva suba (10% interanual) a US$ 3.712 la hectárea, quebrando los dos años de ajuste a la baja previos.
La debilidad del dólar y el impulso de las tierras forestales fueron los dos elementos claves.
Según explicó Roberto Vázquez Barriere en el anuario Perspectivas Agropecuarias 2018 de Blasina y Asociados, la suba en 2018 se dió fundamentalmente por operaciones puntuales de mucha superficie, como las realizadas por Weyerhauser y UAG.
En el primer semestre de 2018 del total de transacciones de más de 1.000 hectáreas el 66% correspondieron al rubro forestal, el 23% al ganadero y el 11% al agrícola-ganadero.
Ese fue un comportamiento muy diferente al del mismo período de 2017, en el que el 88% de las operaciones fueron de la forestación, el 6% de la ganadería y el 6% de sistemas agrícola-ganaderos.
El 74% de los negocios de compraventa de campos se realizaron por superficies entre 10 y 100 hectáreas, que corresponden a apenas el 15% del área vendida. Y las cuatro operaciones mayores a 2.000 hectáreas representaron el 35% del área y el 31% del monto operado.
Teniendo en cuenta la escala por superficie, los campos que se comercializaron con un área entre 201 y 500 hectáreas fueron las que obtuvieron un precio mayor de US$ 3.706 por hectárea.
Por otra parte, el valor más bajo se registra en transacciones de campos entre 501 a 1.000 hectáreas (US$ 2.441 por hectárea), ubicándose un 21% por debajo de la media general.
Lavalleja, Rocha y Tacua-rembó fueron los departamentos con mayor superficie vendida, acumulando operaciones por 38.043 hectáreas y US$ 103 millones, concentrando el 46% del total de superficie vendida y el 40% del monto total transado en el período, alcanzando precios de US$ 2.838, US$ 2.636 y US$ 2.436, la hectárea respectivamente, los tres por debajo del promedio.
San José, Soriano y Colonia con suelos de mayor potencial productivo –en especial para la agricultura de secano– registran los precios más altos en el primer semestre de 2018, oscilando entre US$ 5.703 y US$ 7.044 la hectárea pero la superficie total comercializada a estos precios no alcanzó las 7.500 hectáreas.
En el otro extremo, el precio más bajo correspondió a Cerro Largo, que desplaza a Artigas –que llevaba cuatro años consecutivos con el promedio más bajo– con US$ 2.069 por hectárea, seguido de Salto con US$ 2.192 la hectárea.
Pablo Albano, responsable del departamento de campos de Zambrano y Cía, dijo a Tiempo de Cambio de radio Rural que “lo más representativo de los datos del primer semestre de 2018 no es tanto el precio de la tierra, sino el tipo de campos que se están transando. La mayoría de la superficie vendida es de campos forestales y también un porcentaje importante de ganadería, y el promedio se ajusta a este tipo de campos”.
“El precio de la tierra es sin duda un reflejo del precio de los commodities en el mundo, que han bajado en los últimos años, repercutiendo en la rentabilidad del productor. El negocio forestal en Uruguay ha sido el más estable en los últimos años y por ende el precio de los campos forestales se ha mantenido en los últimos años”, explicó Albano.
En 2018 hubo un cambio en la composición de los negocios que se realizaron. Albano espera para los próximos años una estabilización en el precio de la tierra en estos promedios que rondan los US$ 3.000 la hectárea.
“El volumen de venta de los campos agrícolas-ganaderos disminuyó y eso puede traducirse en que los vendedores consideren que se está llegando a valores pisos. Este comportamiento puede llevar a una estabilidad”, dijo.
El precio de la tierra es un indicador fundamental de la situación del agro. Esto indica una etapa difícil, con un endeudamiento que se mantiene estable en niveles elevados con el sistema bancario (US$ 1.727 millones), pero que se hace cada vez mayor con los proveedores, fundamentalmente en la agricultura.
Pero, tal vez, significa una oportunidad de hacer con un bien patrimonial que no debería tener riesgo –salvo un cambio político radical– y que puede retomar la valorización en el futuro si vuelve una suba de precios de las materias primas y un contexto que sea percibido como más favorable. l
Producción: Cecilia Pattarino