economia azulGunter Pauli: “el diálogo con Uruguay es intenso”

Empresario. Crítico del uso de celulosa, el impulsor de la Economía Azul, que pregona la utilización de recursos disponibles, le ofreció al gobierno uruguayo investigar qué proyectos sustentables pueden llevarse a cabo en el país.

El jueves pasado, el economista belga Gunter Pauli, subió al escenario del Festival Internacional de Innovación Social (Fiis) en Montevideo. Pero no comenzó su conferencia, sino que puso una de sus manos sobre la frente para tapar un poco de la intensa luz del foco que lo iluminaba e intentó ver a la platea que llenaba, en la oscuridad, el cine Alfabeta. Fue contundente: no iba a empezar hasta que iluminaran la sala y él pudiera ver a los ojos a las personas. “Necesito conexión”, remató.

Fue la cuarta vez en seis meses, que Pauli, defensor de la denominada Economía Azul, visitó Montevideo. Esto se explica en parte por un diálogo “intenso” que está manteniendo con actores gubernamentales y privados, para poder llevar adelante en Uruguay un proceso de detección de oportunidades de proyectos sustentables. Pauli se ha reunido con funcionarios como la ministra de Economía, Carolina Cosse, o el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Álvaro García.

La economía azul se basa en utilizar los recursos que están disponibles, teniendo en cuenta las necesidades del entorno. Es un concepto distinto de la economía verde, que según Pauli, a pesar de cuidar el impacto en el medio ambiente, genera productos “solo para ricos”.

Al frente de un equipo de científicos y con más de 200 proyectos sustentables en su haber, Pauli desarrolla emprendimientos como la producción de “papel piedra”, a partir de residuos de la minería; el Lifi, en el que se utilizan las luces led como fuente de una red de Internet; o gas a partir de algas marinas.

Lo llaman el Steve Jobs de la sustentabilidad, pero usted ¿cómo se define a sí mismo?

Al final del día soy un catalizador, una enzima, una persona que facilita las cosas a los demás. Todo lo que trabajamos son cosas que ya existen. Lo que se necesita es integrar y hacer.

Le llama la atención que no se adopten alternativas más naturales en procesos productivos, pero muchas veces se responde a intereses comerciales...

No tengo objeción de que la gente tenga intereses comerciales. Con el diálogo yo muestro soluciones que son mejores. Mi papel es asegurar que existe una alternativa de verdad. El barco (movido a energía solar que Pauli promueve) ha hecho la vuelta del mundo. No me digan que no funciona. Vamos por la segunda vuelta. Si esto es posible, no me digan que no es posible transformar el sector marítimo, donde se genera la peor contaminación que existe. La contaminación de los barcos es mucho peor que todos los autos combinados.

¿No sería más accesible convencer a determinadas multinacionales para que lleven adelante esta transformación?

No funciona. Hay que mostrar. La única manera de convencer de que es posible regenerar un bosque tropical húmedo es regenerarlo, y no pedirle a otro de hacerlo y financiarlo. Nosotros nos responsabilizamos de financiar y hacer. Es la única manera de cambiar el mundo: hacer.

Pero hay ciertos movimientos hacia la sustentabilidad por parte de empresas globales...

Pero es tan lento. ¿Cómo quieres enseñar a un burro a tocar violín? Ese es el problema de la multinacional. Nosotros competimos en el mercado y mostramos que hay una alternativa. Y la gente se da cuenta que es posible. No hay que luchar contra una multinacional por sus sintéticos, si cada uno en su casa hace sus propios detergentes con cáscaras de cítricos y deja de comprarle a la compañía. Esto cambia el mercado en un día. Bueno, en tres semanas (risas).

Usted dice que quienes tienen acciones en empresas de celulosa, deberían venderlas, porque no es el futuro. En cambio en Uruguay se está apostando a ese sector..

Hay decisiones que se han tomado. Hay que respetarlas, no se puede dar marcha atrás. Pero tenemos que saber que el consumo de papel celulosa va a disminuir. La única manera de tener éxito es en base a un costo menor: se van a sacar producción de otras fábricas para trasladarla acá. Esto no es generar valor agregado, sino competir en el mundo globalizado. Opino que es complejo, como mínimo. (En el gobierno uruguayo) Ya saben que hay alternativas (como el papel piedra). Saben que Argentina va a meterse en esto, y que tiene materia prima.

Está pintando un panorama preocupante entonces...

El mensaje principal es que si queremos tener competitividad con cuidado de medio ambiente y lo social no podemos enfocar sólo en un negocio: el papel. Tiene que ser papel más otras cosas. ¿Por qué el gas de algas es tan barato? Porque nuestra materia prima nos permite hacer gas y el residuo es fertilizante. Y como producimos millones de toneladas de fertilizante a un costo casi cero, competimos con cualquiera. No competimos gas con gas, sino que es gas más fertilizante. Y además regeneramos biodiversidad. Es un pensamiento más sistémico, más próximo a la vida.

¿En qué consiste el portafolio de proyectos que está ofreciendo realizar en Uruguay?

Pasé casi seis meses trabajando con Argentina, conociendo todo el país, para identificar todas las oportunidades, auspiciado por el gobierno argentino y el sector privado. Investigamos científicamente y obtenemos proyectos que realmente tengan un futuro. Como el de la lana de vicuña. Lo que propongo es que si Uruguay quiere tener una visión hacia el futuro, primero tiene que conocer todas las oportunidades que tiene. Lo estamos ofreciendo. Por eso estoy charlando con el gobierno. El diálogo es intenso; están intentando comprender porque es una metodología diferente.

Hay interés, pero cuando hay algo fuera de la caja, se intenta meterlo dentro. Y a mí no me meten en una caja.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 22 noviembre 2017