CAMAS BIOLÓGICAS
Lavadero especial para no contaminar el campo con agroquímicos y ahorrar agua
Las camas biológicas permiten desarrollar una producción sostenible, ya que el lavado de las máquinas con las que se pulverizan los agroquímicos se hace de forma segura.En épocas de sequía, cuidar el agua es fundamental. Además, si a la vez se logra mantener una producción sustentable, mejor. Eso fue lo que pasó en dos establecimientos vitícolas de Canelones, cuando sus dueños decidieron implementar las camas biológicas o lechos biológicos.
Hace tres años y en el marco de un proyecto del Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria (FPTA), Gustavo Blumetto y Néstor Morena, productores vitícolas, instalaron esta tecnología en sus campos para mejorar el lavado de las máquinas utilizadas en la aplicación de agroquímicos.
Las camas o lechos biológicos son zonas de recolección de aguas residuales que permiten que el agua con la que se lavan los equipos (contaminada con restos de agroquímicos) no afecten la tierra del campo, ya que se evaporan en el proceso.
Un informe del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) explica que las camas biológicas son tinas con una biomezcla donde se realiza el proceso de eliminación del agua por evaporación, evapotranspiración o percolación, que permiten que se efectúe correctamente la degradación total de los plaguicidas, sin que esos restos de lavado de máquinas pulverizadoras lleguen a la tierra en la que se produce.
En el marco del proyecto FPTA 353: Producción Integrada en Viticultura propuesto por la Federación Uruguaya de grupos CREA (FUCREA), en el que el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) participó como socio ejecutor, junto a la cooperativa Establecimiento Vicca como socio participante, se construyeron las camas biológicas en los predios de Gustavo y Néstor.
Andrés Villarino, asesor del proyecto y participante en la construcción de la cama biológica en el campo de Néstor, explicó a El Observador que este sistema de lavado, que puede tener diferentes diseños, permite cuidar el ambiente, ya que se asegura que ningún resto de agroquímicos vaya a la tierra en producción o a los cauces de agua, que no solo se utilizan para riego sino también para consumo de los animales.
Según destacó, los lechos o camas biológicas permiten trabajar en pos de una producción sostenible. En el caso de la viticultura, por ejemplo, hace un tiempo que se trabaja en la certificación de la producción como sostenible, y esta tecnología ayuda en ese sentido.
Ahorro de agua
Esta tecnología no solo permite cuidar el ambiente, sino también ahorrar agua, explicó Néstor a El Observador.
En su campo se construyó un lecho biológico subterráneo para lavar los equipos encima y que el agua llegue por ahí. Se hizo un sistema de bombeo de drenaje del lecho al tanque y un sistema de riego para que el lecho esté siempre con humedad. Cuando no se hacen lavados de maquinaria se utiliza agua limpia, para que la cama biológica no se seque, comentó.
El tanque utilizado para cargar el agua de los lavados de las máquinas que tiene en su campo cuenta con una capacidad de 3.000 litros de agua, lo que le permite que el lavado de cada equipo sea con 70 litros de agua y no más. Ahora Néstor lava sus equipos con hidrolavadora, antes -cuando lavaba las máquinas en otro lugar, lejos de cualquier cruce de agua- utilizaba mangueras y por cada máquina gastaba “mucha más agua”, recordó.
La cama biológica cuenta con un techo, para que el agua de lluvia no afecte su funcionamiento.
Néstor produce en un campo de 20 hectáreas, en Las Violetas, Canelones, y pertenece a la cooperativa de productores Establecimiento Vicca.
Tiempo atrás había investigado lo que eran las camas biológicas, y cuando Andrés Vallarino, asesor e integrante del proyecto FPTA 353, le planteó la idea de hacer una aceptó inmediatamente.
Luego de planificar cómo sería, de qué manera y dónde se instalaría, comenzó la construcción, que duró cinco meses, según recordó.
La biomezcla utilizada en este caso fue tierra del viñedo y avena molida. Desde el inicio del uso del lecho se han hecho varios análisis “y va caminando bien”, comentó el productor. La idea es que cuando se cambie la biomezcla esta se incorpore a la tierra del viñedo, agregó.
Según datos del INIA, en un estudio realizado luego de un año de instalación de una cama biológica, y tras haber analizado 36 principios activos como fungicidas, insecticidas y herbicidas, se pudo constatar que los plaguicidas se degradaron en un 80%.
Cambios en el campo
Néstor destacó que ha visto varios cambios, porque toda el agua utilizada para el lavado de máquinas va hacia el lecho, lo que les permite estar seguros de que no habrá filtración ni contaminación en caso de cualquier accidente, por ejemplo un derrame durante el lavado.
Además, ganaron en comodidad, aseguró, porque la cama biológica se construyó al lado del depósito de agroquímicos, por lo que “tenemos todo a la mano”, resaltó.
En el Establecimiento Juanicó, hace tres años que se instaló la primera cama biológica, “y nos fue tan bien que hoy tenemos seis en un área de 300 hectáreas de viña”, destacó Gustavo.
Para crear el sistema -diferente al que está en el campo de Néstor, ya que no es subterráneo- en ese lugar se buscó reutilizar elementos, por lo que las camas biológicas se construyeron con varios materiales que había en el establecimiento, como tanques y vins (cajones para la cosecha) que ya no se usaban.
Gustavo sostuvo que la idea fue hacer un sistema económico y escalable, es decir, con la posibilidad de agregar nuevos lechos. Con el paso del tiempo y la instalación de más camas biológicas, en ese establecimiento se probaron tres biomezclas, con el asesoramiento de un equipo de la Facultad de Química.
La primera biomezcla se hizo con 25% de turba, 25% de tierra del viñedo (de un lugar donde el suelo estuvo a muchos años de tratamiento) y 50% de aflechillo de trigo. La segunda fue de 70% de tierra de viñedo y 30% de paja de cereal (caña de avena), esta es la que más se usa a nivel mundial, explicó el productor. Por último, la tercera se hizo con tierra del viñedo y un “escobajo evolucionado”, un subproducto de la bodega semicompostado.
Gustavo valoró los buenos resultados y sostuvo que, si bien se sigue estudiando cada cuánto tiempo es bueno cambiar la biomezcla (actualmente lo hacen cada dos años y al tercer año compostan lo que sacaron) utilizar camas biológicas constituye “un gigantesco paso para la viticultura, que está dando un ejemplo para toda la agricultura nacional”, por sus beneficios a nivel ambiental y de producción sostenible, concluyó.
Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 12 Febrero 2023