Nicolás Lussich9OPINIÓN-Por Nicolás Lussich
Un nuevo escenario

Ha sido una Expoactiva cargada de optimismo: sorteada la dura sequía, todo indica que tendremos una muy buena cosecha de soja y la inversión en maquinaria avanza, seguramente acercándose este año a los récords históricos. Hay más inversiones en otros sectores del agro y se abren nuevas oportunidades en un mercado global sacudido por la guerra

La economía global ha tenido un proceso de crecimiento impactante en las últimas décadas, con el Asia como centro de expansión. Las economías sumaron valor en los servicios y las comunicaciones, reduciendo el peso relativo de los negocios de productos “tradicionales” (metales, granos, combustibles). Pero cuando la disponibilidad de éstos está en riesgo, el mundo tiembla. Las cadenas de valor de múltiples productos se resienten por el aumento de costos y los faltantes de insumos pueden obligar a detenciones completas de ciertos procesos.

Es lo que sucede hoy por la guerra en Rusia. Los mercados están incorporando el nuevo escenario y es difícil registrar tendencias claras, pero algo parece indudable: hay un cambio geopolítico que –a no distraerse- incidirá en el ambiente comercial, incluyendo al Uruguay y sus agronegocios.

Más allá de la tragedia de la guerra, para nuestro país las buenas noticias son más que las malas. Si bien habrá un duro golpe en costos (petróleo, fertilizantes, agroquímicos), los precios de los productos se afirman en niveles récord, desde el ganado hasta la leche en polvo, pasando por granos y celulosa. Se necesitan alimentos y Uruguay los provee cada vez en mayores cantidades.

Un punto central es que no se quiebren los stocks de suministros de insumos, porque una “pieza” de la maquinaria productiva que falte tranca todo el proceso. Puede ser el caso de algunos fertilizantes y por eso se trabaja contrarreloj para asegurar mercadería y sustituir el origen ruso por otros, como Canadá o Perú. También hay una fuerte demanda global por agroquímicos y la oferta tiene dificultades para responder, entre otras cosas por el aumento en los costos. Eso también se expresa en el mercado local: el aumento en el precio de los granos alienta a mayores áreas, pero la demanda enfrenta el riesgo de no ser completamente cubierta. Además, los precios varían según el producto, pero –en promedio- casi se han duplicado respecto al año pasado. Precios y oferta demorarán en “normalizarse” por lo menos hasta el segundo semestre.

La firmeza en los precios de los granos ya se estaba dando antes de la guerra y ésta los ha apuntalado. La valorización promete no ser una circunstancia pasajera sino de mediano-largo plazo, y se está accionando en consecuencia. Mientras comienzan a levantarse las cosechas de verano, ya están lanzados los planes de siembra de cebada por las malterías (70% con precio atado a Chicago y el resto fijo), y también se van definiendo las áreas de colza, cultivo que se mantiene como de los más atractivos, dada la valorización global de los aceites. Ni hablar que el trigo tiene un estímulo agregado, al verse afectado uno de los principales exportadores como es Ucrania.

Mientras, el gobierno sigue adelante con el plan para expandir el uso de los seguros agrícolas de rendimiento, para los que se precisan datos de producción, zona a zona. Los seguros son un negocios estadístico, y cuanto mejor la información, menor costo tendrán. Este año comienza a recabarse información a través de un plan piloto a 3 años, impulsado por el MGAP a través de la Renare. A los productores que contrataron seguro a través de los llamados “aglutinadores” de información, se les subsidia con 10 U$S/ha como contrapartida de los datos que aporten, que quedan bajo secreto estadístico.

Hay un límite de hasta 300 hectáreas por productor. Los aglutinadores negocian con las aseguradoras equilibrando el interés de expandir los seguros (a mayor cobertura mejor para ellos, porque también financian cultivos) buscando –al mismo tiempo- el menor costo posible. Hay 28 aglutinadores que también reciben subsidios por hasta 15.000 dólares cada uno. Desde el MGAP estiman que estos 28 aglutinadores financian u originan cerca de 900.000 hectáreas de soja. La información que se genera es clave para poder expandir los seguros y darle más estabilidad financiera a la agricultura de secano.

Inversiones

Mientras, los arroceros están levantando una gran cosecha, que se acercaría a los 1,5 millones de toneladas. Este cultivo –de los rubros más importantes del agro- merece un suplemento especial en esta edición de El País. Queremos destacar, entre otros asuntos, que las perspectivas del cultivo son suficientemente alentadoras como para captar nuevas inversiones. Es el caso de Adecco Agro que compró el negocio arrocero de Viterra (ex Glencore) que abarca el 10 a 14% del arroz nacional, con 5 plantas, 3 de ellas que no están operativas. Seguramente comenzarán a mover de nuevo, con el consiguiente impacto positivo en las localidades respectivas.

Y no solo hay novedades en la producción de granos. En este entorno de incertidumbres financieras y guerreras, surgió una muy buena noticia para la citricultura. La empresa internacional Frutura Produce adquirió en bloque los activos de la firma Citrícola Salteña (Caputo) por 36 millones 420 mil dólares. Caputo había entrado en concurso de acreedores tiempo atrás, al no poder afrontar sus obligaciones financieras. Así, luego de una larga historia de zozobras productivas y económicas, la empresa entra en una nueva etapa.

Fue clave la gestión de la Liga de Defensa Comercial como síndico del concurso y del vigente marco legal para resolver crisis empresariales (ley de concursos) que estimula la venta “en bloque” de las empresas, antes que la liquidación por partes (desguace) que suele conllevar pérdidas de valor y capital. Con la compra, se preserva el funcionamiento de la empresa, la concreción de la próxima cosecha y los centenares de puestos de trabajo asociados a la firma (1.500 a 2.000).

Tanto el citrus como el arroz, junto con la cebada y la lechería exportadoras, son rubros calificados en su momento como “no tradicionales” que tuvieron especial impulso en los años 70 en el marco de las medidas de apertura comercial, aplicadas cuando el Ing. Vegh Villegas encabezaba el Ministerio de Economía. Hacen un aporte significativo en diversificación, descentralización y millonarias exportaciones.

En su momento, los citrus crecieron con inversiones de grupos locales y consolidaron un interesante mercado de contra estación en Europa. Pero más recientemente la nueva competencia de otros proveedores, la pérdida de algunos beneficios especiales que tenía Uruguay (régimen de preferencias) y los mayores costos (algunos abrumadores) le pusieron un techo a la expansión y –especialmente para Caputo- le trajeron problemas serios, que se sumaron a dificultades propias de gestión. El sector buscó reconvertirse, entre otras cosas virando de la naranja para Europa como rubro central, a la expansión de la mandarina para EEUU, un proceso que implica nuevas plantaciones y lleva tiempo y capital. Llegaron inversiones externas y la de Frutura es la mayor en este proceso. El desafío ahora es mantener la competitividad y expandir la producción y el valor.

Para el litoral norte (Paysandú, Salto, Artigas) el citrus es un rubro clave, como diversificación productiva y generación de empleo; puede ser incluso una interesante alternativa para Bella Unión, que sigue dependiendo de la caña de azúcar subsidiada por toda la sociedad. Que la gente trabaja en procesos que agreguen valor en lugar de actividades subsidiadas que son mantenidas por el resto, es un cambio sustancial que debería promoverse.

Del campo al plato

El precio de exportación de la carne vacuna sigue avanzando en terreno récord y el precio a los consumidores locales –que arbitra con aquél, dado que es un mercado abierto- subió 20% promedio, con ganas de seguir de largo. Por eso, el gobierno –a través de la gestión de INAC- decidió impulsar una rebaja impositiva para el asado y otros cortes con hueso, de manera de bajar el precio al consumo, en principio por un mes. A su vez, se decidió agilizar las importaciones de pollo, que están discrecionalmente reguladas a través de permisos sanitarios, sistema que debería revisarse y transparentarse (lo mismo para otros sectores de la granja).

Deslindar el precio internacional del local no tiene sentido y –a la larga- desestimula la oferta, como le sucede a Argentina. Además, el aumento del precio internacional es mitigado por la caída del dólar, que redujo su valor real casi 20% en los últimos dos años, luego del “pico” de marzo de 2020 (gráfica).

Diario EL PAIS -Montevideo - URUGUAY - 20 Marzo 2022