amarilloSe viene un Uruguay cada vez más amarillo

La colza no detiene su avance, se sembró un área récord y llega la mayor cosecha de la historia; con el precio por las nubes, el año que viene puede igualar en relevancia al trigo y la cebada.El cultivo de colza, que ya venía en fuerte crecimiento, está en vísperas de una cosecha espectacular en todo sentido y, en consecuencia, probablemente acelere su crecimiento en 2022.

La oleaginosa es, de hecho, el cultivo de invierno que más crece en Uruguay. Casi no existía 10 años atrás y este año va rumbo a cosechar un área 40% mayor a la del año pasado, avanzando de 114.000 hectáreas a 160.000 hectáreas.

De concretarse ese escenario de nuevo crecimiento en la próxima zafra, la producción se habrá multiplicado por seis en los últimos cinco años, desde 52.000 toneladas en la zafra 2017/2018.

A eso se suma que el cultivo se encamina al mejor rendimiento de su historia. Si no pasa nada extraño, puede llegar a 1.800 kilos o algo más por hectárea. Por el estado de los cultivos, se espera un rendimiento récord.

Habitualmente este cultivo cotiza a precios similares a los de la soja, pero dado que el abastecimiento mundial depende en buena medida de la oferta de Canadá, que ha padecido una ola de calor que diezmó los cultivos y eso ha acelerado una escalada de precios sin precedentes.

Mientras la colza sigue lejos arriba de los US$ 600 por tonelada, y esta semana incluso escaló a un rango entre US$ 670 y US$ 680, su par de verano, la soja, presionada por la oferta de la cosecha estadounidense, en sus referencias para la próxima cosecha retrocede sobre los US$ 440, ampliando de ese modo una diferencia inédita entre las dos oleaginosas.

Son dos granos que habitualmente cotizan parejo y que actualmente tiene un premio para la oleaginosa de invierno de más de US$ 230 por tonelada.

Los casi US$ 700 por tonelada también revelan la avidez por aceites que lleva a que se paguen estos precios inéditos.

En agosto del año pasado la cotización se ubicaba sobre US$ 370 por tonelada.

El “pero”: los costos
Para quienes logren los 1.800 kilos de promedio nacional podrían conseguir un ingreso bruto en torno a US$ 1.200 por hectárea, lo que deja un margen muy positivo a los productores, seguramente el mayor de cualquier cultivo de esta zafra.

Los altos ingresos pueden llevar a suponer ganancias extraordinarias, pero el alto precio de los productos forma parte de una inflación generalizada que incluye particularmente a los fertilizantes, cuyos precios también tienen niveles pocas veces vistos anteriormente.

“Con los actuales precios de insumos el año que viene solo se podrá plantar colza”, planteaba un productor allegado a Blasina y Asociados.

Y eso a pesar de que por los mismos problemas que afectaron a Canadá los precios de trigo y cebada también son altos.

Menos colza en el mundo
A nivel global la producción será de 68 millones de toneladas en 2021/22, dos millones menos que en la zafra anterior, dada la importante revisión a la baja en Canadá, que caerá 20% según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA).

La caída de la producción de Canadá será parcialmente compensada por cosechas mayores de lo esperado inicialmente en la Unión Europea (UE) y Ucrania, así como por condiciones climáticas favorables en Australia, pero aun así será la peor cosecha  global de las últimas seis temporadas, ya que ha fluctuado entre 75 millones y 69 millones de toneladas desde 2017.

La producción de colza de la UE alcanzará un máximo de tres años de 16,9 millones de toneladas en 2021, según FAS/USDA. “Sin embargo, las existencias iniciales inusualmente bajas mantendrán el saldo de colza de la UE relativamente ajustado, lo que requerirá grandes importaciones continuas de terceros países”, apunta el USDA.

En los últimos cuatro años el stock mundial ha pasado de 10 millones de toneladas a 3,6 millones. Y es un cultivo cuyo uso es intenso como biocombustible. De modo que la suba del petróleo también contribuye a tonificar el precio de esta oleaginosa.
El factor determinante ha sido la caída productiva de Canadá, el principal productor mundial que ha pasado de 19,5 a 14 millones de toneladas. Ese faltante recién podrá ser cubierta en la próxima cosecha del hemisferio Norte, sobre agosto de 2022. Y en esa zona del planeta se sabe que con los altos precios aumentará el área sembrada, por ejemplo en Francia con un aumento de 20% en la superficie sembrada.
Nuevo paisaje en Uruguay
El cultivo muy probablemente pasará en el otoño próximo a ser un protagonista de importancia similar a los hasta ahora hegemónicos trigo y cebada en el área de invierno. Si creciera otro 40% llegaría a 224.000 hectáreas sembradas, una superficie similar a la de sus compañeros de siembra invernal.

Es un crecimiento que trae diversas ventajas. Para los productores de miel, permite una floración prolongada que empieza en pleno invierno, cuando la disponibilidad de alimentos para los polinizadores es escasa.

Para la estrategia de cultivos de invierno permite rotar cereales con crucíferas, lo que genera una mejora cualitativa en la biodiversidad de los sistemas.

Su época de cosecha –que se anticipa nítidamente a la de de trigo y cebada– permite una mejor distribución de tareas y una siembra temprana de soja de “segunda”, que prácticamente es de primera.

Queda claro que la colza opera como un dinamizador de todo el sistema.

En dos semanas empieza su cosecha y con ella una zafra 2021/22 que para los cultivos de invierno luce más que promisoria.

La colza fue impulsada por ALUR para la política de biocombustibles y adquirió un vuelo propio que complementa la industrialización local con la exportación. Muchos productores todavía evalúan incorporarlo y aún lo ven como novedad. Un cultivo novedoso que sea el que seguramente dará los mejores resultados llevará seguramente a que los manchones amarillos se propaguen en distintos lugares del país.

Joaquín Ponce de León, un pionero agrónomo en el desarrollo del cultivo de colza, planteaba en agosto, en el programa Tiempo de Cambio y cuando el grano cotizaba todavía debajo de los US$ 600 por tonelada, que esta oleaginosa de invierno podría seguir creciendo hasta alcanzar áreas similares a la soja. El tiempo dirá si ese escenario ocurre.

Pero parece claro que el crecimiento de la colza tiene su biocombustible propio y se mantendrá en la próxima siembra.

Diario EL OBSERVADOR -Montevideo - URUGUAY - 08 Octubre 2021