santa luciarioEl río Santa Lucía: nuestro propio Amazonas. Parte II

Afortunadamente para el Río Santa Lucía el Uruguay no es el Brasil.

Puede leer la primera parte siguiendo este enlace..

El Presidente brasileño Jair Bolsonaro ha demostrado nula empatía y justificaciones para los negocios de tala del Amazonas, pulmón de Latinoamérica y hábitat de miles de especies autóctonas así como diversas comunidades que viven alrededor de él. Ante el asombro y la indignación del mundo.

Nuestro Río Santa Lucía que hemos bautizado como «nuestro propio Amazonas» tiene la acción decidida de nuestro Presidente actual y afortunadamente hay señales positivas del Presidente electo para dar continuidad a las políticas que se vienen llevando a cabo hasta el momento.

El Presidente de la República Tabaré Vázquez solicitó al Presidente electo Lacalle Pou que incluyera en la Ley de Urgencia temas de su interés que necesitan continuidad de los procesos en curso. Uno de ellos; las necesarias inversiones imprescindibles de la cuenca del Santa Lucia.

La primera inversión propuesta es la represa de Casupá -que ya se planteaba su necesidad en el año 1971- de la que en este período de gobierno se han culminado los estudios técnicos y se encuentran prontos para un llamado a Licitación.

La segunda inversión es la obra de los monorelleno para lodos de potabilización de la Usina de Aguas Corrientes, que no es ni más ni menos que «sacar» el barro que surge como residuo cuando el agua tiene el proceso de potabilización y luego es volcada al río. El lodo está modificando los cursos del río. Sus crecientes, sus desbordes, y parte de la contaminación tiene que ver con la presencia de este elemento distorsionante.

Son 150 millones de dólares de inversión que pueden incluirse en la Ley de Urgencia o quizás en el propio Presupuesto Nacional. Lo importante es que el Río Santa Lucía tenga una política nacional, exenta de los vaivenes electorales y que comprendamos -todos los uruguayos sin excepción- que hay asuntos impostergables, nacionales.

Seguimos asistiendo al espectáculo diario que varios integrantes del gobierno electo y hasta el propio Lacalle Pou siguen con el mismo discurso de campaña, golpeando al gobierno saliente y marcando diferencias o creando un clima de «desorden» o de «situación crítica» inexistente.

No conocemos las motivaciones. Quizás sea desconocimiento, posicionamiento político electoral inconducente o la necesidad de crear un clima propicio para la asunción de medidas duras que nunca quisieron anunciar y que están arraigadas a fuego en sus concepciones políticas.

No es un buen camino. La tarea de gobernar es ardua, resulta muy difícil cambiar las realidades asentadas, se necesita correlaciones de fuerzas favorables, aceptación popular, el mayor consenso posible, etc. Los que hemos estado en tareas de gobierno lo sabemos muy bien.

El discurso de campaña «tienen la mayoría parlamentaria, si no hacen es porque no quieren, tienen todo para hacerlo» caerá como un boomerang del nuevo gobierno muy rápidamente. Si no lo saben, lo sabrán. Gobernar no es una mera cuestión de mayorías parlamentarias, es mucho más que eso y generar cambios profundos en la sociedad y que sean sustentables-como lo hicieron los gobiernos frenteamplistas- requiere de mucha paciencia, articulación y flexibilidad.

Y también aprenderán rápidamente que no es posible encarar todos los temas del país a la vez, que es necesario priorizar, que es necesario manejar los tiempos políticos y por lo tanto siempre quedarán temas pendientes, agendas que otros gobiernos deberán recoger.

La construcción política nunca puede ser sobre la base de la destrucción de lo que se construyó anteriormente, sino a partir de ellas -que tanto trabajo costaron- para avanzar y seguir construyendo. A veces en el mismo rumbo, otras veces cambiando el rumbo (es legítimo al estar un gobierno diferente) u otras veces modificando cuestiones que signifiquen mejoras.

Gobernar sobre la base de la destrucción de lo construido no es cambio sino retroceso; no es progresismo sino conservadurismo. Allí, cuando ello ocurra nos tendrán indefectiblemente en la vereda de enfrente.

Esa es la tarea de gobernar con verdadero sentido nacional.

Sin iluminados, sin mesías, sin enviados del Señor o autodenominados elegidos por la divina providencia. Con trabajo, con sentido de país

Santa Lucía es una gran oportunidad de hacer política en grande. La política que es en serio, con todos los condimentos que ella requiere.

Las alertas de la grave contaminación del Río -que amenazan el abastecimiento de agua potable a 1.800.000 personas- no surgieron de mentes iluminadas, ni de profesionales expertos en temas ambientales. Surgieron en la lucha permanente de los habitantes de esas localidades para los que el Río Santa Lucía es su vida.

Esa lucha de esos habitantes se expresó política e institucionalmente en los representantes locales de esas localidades. Álvaro Alfonso y Carlos Fulco, alcalde de Aguas Corrientes y Concejal; Raúl Estramil Alcalde de Santa Lucía; Darío Pimienta Alcalde de la ciudad de Canelones han levantado esas banderas de la lucha social y han defendido el Santa Lucía con la preocupación de un padre ante un hijo que se lo ve en malos pasos. Una coalición de Alcaldes multicolor de verdad -donde están presentes las dos mitades del país- a la que se han sumado otros representantes locales de ciudades y pueblos ligados al Río.

Tabaré Vázquez ha sabido escuchar y resumir esas voces; les ha dado amparo y puso toda la institucionalidad a su servicio. Se ha comprometido de hecho y de palabra con el Santa Lucía.

La cancha está del lado del gobierno entrante. Tenemos confianza que el proceso no se interrumpirá y eso convertirá al Río en una política nacional, de la que ojalá existan muchas otras.

El país no necesita enfrentamientos exacerbados y radicales. Necesita ciertos comunes múltiplos para resolver algunas cuestiones del país que no tienen espera ni color.

Si alguno no se dio cuenta; fue el claro mensaje que nos dejó la ciudadanía en Octubre y Noviembre. La mínima diferencia de votos en Noviembre no es una anécdota como manifestara Don Julio; es otra cosa muy distinta que deberíamos comprender.

Nuestro propio Amazonas quizás sea una buena punta de iceberg para encontrar esos denominadores comunes.

Diario LA REPUBLICA - Montevideo - URUGUAY - 29 diciembre 2019