algas caruCianobacterias en Uruguay: dónde, cómo y por qué se originan

Expertos explican cuál es la clave de la bacteria que se acumula como “yerba mate dispersa” en las costas, que tiene su génesis en la producción agrícola

La aparición de cianobacterias es un fenómeno cíclico que se produce todos los veranos, aseguran los expertos. En las playas de Montevideo, las manchas verdes —como si fueran “yerba mate dispersa”— flotan en el agua y se acumulan en la arena desde el año 2000 por lo menos, cuando la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) empezó a monitorearlas.

 

Rosina de Armas - @rosinadearmas
El contacto con la floración de cianobacterias tiene efectos tóxicos leves, moderados y graves para la salud, según la Comisión Administradora del Río Uruguay: picazón, ardor, náuseas, irritación de mucosas, oídos, nariz y ojos; malestar digestivo, vómitos, diarrea, alergia, mareos; hemorragia hepática, insuficiencia renal, insuficiencia respiratoria y neumonía.

Por ejemplo, en 2015 una familia argentina se zambulló en el mar en la playa Carrasco, y a las horas cuatro de sus integrantes tuvieron diarrea, entre ellos una bebé de 20 meses. Cinco días después, cuando retornaron a su país, la niña quedó internada en el Hospital Italiano de Buenos Aires porque el hígado dejó de funcionar. La falla fue tan nociva que tuvo que ser asistida para respirar.

Los análisis posteriores revelaron que la paciente padecía un edema cerebral, anemia, bilirrubina, trastornos de la coagulación de la sangre, entre otros. El trasplante de hígado fue la única opción viable: el órgano que le extrajeron, necrótico, tenía rastros de Microcistina LR, una de las peores toxinas desarrolladas por las cianobacterias.

El caso de esta familia argentina, que fue publicado en la revista científica Toxins en agosto de 2017, es tan solo un ejemplo de la peligrosidad de las bacterias que se amontonan en la costa uruguaya. Según la ingeniera química Jimena Risso, encargada de la dirección de la Unidad de Calidad y Control Ambiental de la Intendencia de Montevideo, la gravedad de la sintomatología depende en gran medida del tiempo que la persona esté expuesta. Es por esto que la comuna capitalina recomienda “remover por lavado” los rastros que puedan haber quedado en la vestimenta.

¿Dónde se originan las cianobacterias autóctonas? En los embalses de producción hidroeléctrica, principalmente. El aumento de la temperatura y las descargas de agua recibidas cuando hay altas precipitaciones, a veces fomentadas por el fenómeno meteorológico El Niño, se conjugan para formar el ecosistema más propicio para el crecimiento de las algas.

Cuando esto sucede, como las cianobacterias “tienen capacidad de flotar, son arrastradas a los cursos de agua, circulan por el río Negro y el río Uruguay, y luego confluyen en el Río de la Plata, donde continúa el crecimiento. Estas floraciones se acumulan en manchas grandes en la costa, propiciados por los tipos de viento que hay”, explicó a El Observador Luis Aubriot, doctor y docente de la Facultad de Ciencias de la Udelar.

Tras varios años de estudiar la propagación de este tipo de algas en Uruguay y de analizar el acervo académico internacional, Aubriot concluye que “las cianobacterias responden a un modelo de producción”. Los fertilizantes utilizados por el sector agroindustrial para hacer siembra directa, que contienen nitrógeno y fósforo, son arrastrados por la lluvia a los cursos de agua y terminan en los embalses. La eutrofización, como dominan los expertos a la concentración de nutrientes, “sumado al estancamiento del agua y el calor de la zona” de las represas conforman un ambiente ideal para el crecimiento de las cianobacterias, manifestó Aubriot.

La gestión y rehabilitación de los cuerpos de agua es una disciplina ya instalada en América del Norte, Europa y Asia. Según el docente de la Udelar, en ciertos lagos europeos el crecimiento de cianobacterias pudo ser controlado gracias a la intervención humana. En América del Sur, sin embargo, esta es una tarea incipiente.

Como Uruguay comparte el agua de la Cuenca del Plata con Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina, y esta es una región caracterizada por el uso de fertilizantes, el camino es cuesta arriba, según Risso.

La Intendencia Municipal de Montevideo entiende que la eliminación de la contaminación, al menos a corto plazo, es “compleja”. La directora de la división Salud de la intendencia capitalina, Analice Berón, dijo a El Observador que la marea y los cambios meteorológicos constantes hacen que las condiciones sean “muy dinámicas” y que por tanto no sea posible una detección temprana de las bacterias en las playas. “A menos que un viento fuerte se las lleve, las cianobacterias van a seguir estando”, sintetizó Risso.

Sin embargo, diversos estudios académicos concluyen que conociendo las características del ambiente donde se desarrollan es posible reducir sus efectos e incluso detener su crecimiento. Esta tarea “es como curar una enfermedad”, según Aubriot.

“Hay que tener información de calidad, directa y accesible”, pero en Uruguay es escasa. Por ejemplo, no se sabe con exactitud cuánta incidencia en la salud han tenido las cianobacterias, porque “es un diagnóstico que se solapa con otras enfermedades”.

Uno de los objetivos del Plan de acción para la protección del agua en la cuenca del Santa Lucía, elaborado en julio de 2015 por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, es la “implementación de un programa sectorial de mejora del cumplimiento ambiental de vertimientos de origen doméstico (saneamiento) en toda la cuenca hidrográfica del río Santa Lucía y exigir la reducción del nivel de nitrógeno y fósforo”.

Hay varias iniciativas que se alinean a esta meta. A fines de diciembre de 2018, por ejemplo, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación financió un proyecto que busca la detección temprana de cianobacterias en las playas, encabezado por la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, el Centro Universitario Regional del Este y la IMM. La comuna se comprometió a aportar los datos recopilados a las dos instituciones educativas, que intentarán anticipar la presencia de cianobacterias a través de imágenes satelitales.

Tal vez uno de los proyectos más novedosos sea Cuenca Inteligente, un plan piloto que se desarrolló durante dos años, a partir de 2016, y que consistió en la creación de un fluorómetro. Este dispositivo se vende en otros países a un alto costo y puede medir la fluorescencia de pigmentos específicos a distancia —para detectar la concentración de nitrógeno y fósforo al instante—, lo que permite generar alertas tempranas.

Para Cuenca Inteligente se dispusieron cuatro estaciones de monitoreo en puntos estratégicos de la Cuenca del Río Santa Lucía. Los científicos de la Facultad de Ciencias idearon los fluorómetros, que en este caso eran boyas controladas a distancia por los técnicos, y Antel aportó los recursos tecnológicos. l

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 01 febrero 2019