estacion affeLa estación como escenario
Después de los trenes vino la cultura: el pasado de AFE como centro de espectáculos

Por Nicolás Tabárez

Luego de su cierre como terminal de pasajeros, la Estación Artigas tuvo fue un polo cultural para dos generaciones; la opción se maneja para una eventual reactivación
Está muerta. No hay ni insectos. Ni telarañas. Hay polvo, escombros, maderas sueltas, vidrios rotos y humedad. La luz es abundante, las estructuras están intactas y los materiales –nobles– aguantan estoicos el paso del tiempo y el peso del abandono.

 

Está vacía. El silencio es tan profundo que se escucha; cada paso retumba. Los pasillos desiertos y derruidos hacen pensar en una casa embrujada. Los relojes detenidos, la planilla de horarios en blanco, las salas oscuras y hasta la ausencia del busto de José Artigas de su base conforman una escena descorazonadora. El desperdicio de tal edificio es doloroso.

Después de 15 años clausurada, la Estación Central General Artigas abrirá sus puertas el próximo Día del Patrimonio, que se realizará el 6 y 7 de octubre. Ese fue el anuncio realizado por Víctor Rossi, ministro de Transporte y Obras Públicas, luego de que se determinara que el edificio de la antigua terminal ferroviaria vuelve a manos estatales, tras años en litigio.

Inaugurado en 1897, el edificio fue principalmente el punto de conexión de las vías del tren de pasajeros. Era el equivalente a la terminal de Tres Cruces, uno de los edificios más destacados de la ciudad a nivel arquitectónico, un punto de encuentro y, también, un espacio cultural.

El segundo piso alberga múltiples salones de baile kilométricos y luminosos, conectados por pasillos destrozados que parecen sacados de fotografías de Chernóbil. Los grafitis y las pinturas de las paredes son más recientes, y se intercalan con los letreros antiguos de las oficinas. "¡Ah, qué maravilla esto!", exclama desde adentro de una de ellas la ministra de Educación y Cultura María Julia Muñoz durante una recorrida del edificio organizada por el Ministerio de Transporte.

Después del final de su historia como estación tranviaria, la Estación Central albergó una serie de acontecimientos culturales y, también, algunos shows musicales que –vistos en retrospectiva– fueron históricos, tanto por las bandas que tocaron allí como por el impacto que tuvieron en los artistas locales.
Que se convierta en un polo cultural es una de las opciones que se manejan para la recuperación del edificio.

De todos modos, al litigio le falta al menos un año y medio más, por lo que los proyectos deberán esperar, aunque sí podrá visitarse el edificio.

Las invasiones francesas
En 1992 se cumplieron los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América. Entonces con el objetivo de acompañar la celebración, el gobierno francés subvencionó a un grupo de artistas que salieron desde Nantes en el barco carguero Melquiades. El proyecto Cargo 92 tenía como objetivo recorrer diversos puertos de Latinoamérica, incluido Montevideo, para presentarse y realizar un intercambio cultural con los locatarios.

En el barco vinieron los integrantes de Mano Negra, liderados por Manu Chao, y la compañía teatral Royal de Luxe. La banda tocó en AFE, donde los franceses establecieron su campamento. En ese momento los trenes ya no paraban allí, pero sí funcionaban las oficinas de AFE.

El show de Mano Negra está completo en Youtube. Son 80 minutos de fuego puro. Energía, agresividad, volumen y agite en un escenario que al costado tiene dos locomotoras estacionadas. De las clásicas, las de vapor. No son reales, pero lo parecen, y juegan con el origen del lugar. Fuegos artificiales, chispas y llamas emergen desde atrás de los músicos; todo suena relativamente bien a pesar del desgaste de las cintas de VHS y de la calidad con la que está grabado.

En el libro Nos íbamos a comer el mundo, de Kristel Latecki, el músico y productor Juan Campodónico lo recuerda: "El Cargo 92 fue muy influyente. Fue ver otra manera de hacer. Fue muy interesante ver a Mano Negra y ver que la música puede ser algo artístico, puede estar ligada a otras disciplinas, era otro aire completamente nuevo para lo que era Montevideo". Y el vocalista de La Vela Puerca, Sebastián Teysera, lo complementa: "Nos mostró que se podía ser contestatario y tener una actitud punk desde la diversión y pasándola bien".

Con el paso de los años, esa presentación acabaría siendo histórica. El show de Mano Negra fue influencia directa para muchos jóvenes que estaban entre el público, y acabarían retomando la línea de la banda francesa con sus propios grupos, como La Abuela Coca y El Congo, lo mismo que otros artistas aun más jóvenes que hoy son parte de las bandas más destacadas del rock local. El periodista Andrés Torrón lo resume en Nos íbamos a comer el mundo: "La Vela es como seguidora de La Abuela Coca, que es seguidora de Mano Negra".

Pero no fue el único show. Por ahí también pasaron en la década de 1990 Duran Duran e Iron Maiden. El espectáculo de la banda inglesa de heavy metal –que hoy se realizaría en un estadio– tuvo lugar en la vieja estación. El show será recordado, entre otras tantas cosas, porque un espectador le arrojó algo a los integrantes de la banda, lo que provocó momentos de tensión y que la banda optara por no regresar. La Estación Central volvió a ser uno de los espacios de conciertos más destacados de la ciudad a partir de 2001 con un show de The Wailers.

Vino y se fue
En 2004 ya no quedaba nada dentro de la estación. Al igual que ahora, estaba abandonada. El Plan Fénix aún estaba en marcha, y el gobierno decidió hacer algo con aquel mastodonte que se venía abajo cada día un poco más. Francisco "Quico" Ferrés venía de ser director de la emisora radial X FM y de organizar las primeras ediciones de La Fiesta Final. Con esos antecedentes fue el responsable de Viene, un emprendimiento cultural que él mismo considera exitoso, pero breve.

Viene inauguró en julio de 2004. Ferrés dice que pasaron unas 200 mil personas en los 150 días que duró el proyecto. "Se logró llenar la estación de cultura, que era la idea. Le faltó tiempo para desarrollarse más. Si hubiera seguido, hoy sería un clásico", considera el productor.

Era un emprendimiento ambicioso. Abarcaba tres niveles, en los que había 400 ateliers de artistas locales, una tienda multimarca de firmas de moda locales, una galería con tiendas de diseño, editoriales y sellos discográficos ofreciendo sus productos, once boliches, restaurantes, la discoteca Cabildo Open, espacios de exposiciones, y dos escenarios para espectáculos musicales, uno para 2.000 personas y otro para 15 mil. Por allí pasaron Divididos, Skay Beilinson y Paquito D'Rivera. Aunque en un principio se manejó extender su permanencia hasta diciembre de 2004, los números no cerraron y el proyecto no continuó, según recuerda una edición de El Observador de ese año.

Las propuestas abarcaban a diferentes edades y el sitio se perfilaba como un emprendimiento pionero en Montevideo, además de que se establecía como un polo cultural y nocturno paralelo a la explosión que –por ese momento– experimentaba la Ciudad Vieja. "Ese edificio tiene una ubicación excelente, tiene un gran destaque arquitectónico y está muy bien construido. A pesar de que en ese momento ya estaba decaído, está tan bien hecho y sus materiales – los mármoles, las maderas– son tan buenos, que tiene una estructura base muy sólida", dice Ferrés.

El empresario cree que hoy hay un contexto mucho más favorable para este tipo de iniciativas, aunque apunta que debe ser concebido a largo plazo, lo que permite gestionar mejor el proyecto, atraer inversores y concretar el potencial que percibe que tiene la estación como centro de actividades culturales.

Si bien juzga que "dejó huella", para Ferrés a Viene le faltó tiempo y apoyo. Era una época complicada, con un país en crisis económica, cuyo público joven había en parte emigrado y, además, era año electoral. "Sin apoyos reales ese proyecto no podía seguir vivo. No había interés. Pero lo que no se había hecho en años, que era reactivar ese lugar, se hizo en tres meses. Soñábamos que se valorara, pero no sucedió", cuenta.

A eso se sumaba que el edificio pertenecía en ese momento al gobierno, pero se encontraba en la trama de litigios legales que se mantuvieron hasta ahora. Al no poder asegurar que la Estación Central permanecería en sus manos, el gobierno no podía asignarle su gestión a Ferrés. El proyecto Viene, en aquel entonces, tenía un costo mensual de US$ 45 mil para mantenerse en funcionamiento.

"Tengo buenos recuerdos, y fue una gran oportunidad para el edificio y el lugar. Se logró unificar la cultura en un solo espacio. Fue una experiencia loca, pero no me arrepiento de nada, mostramos que se podían hacer cosas", concluye Ferrés.

Las huellas de Viene permanecen en la estación. En el segundo piso aún hay carteles de los artistas que tenían allí sus talleres, incluso algunos con el logo del emprendimiento. En la zona de los andenes están los espacios donde los bares se ubicaban y se destacan las pintadas temáticas tangueras de Fun Fun. "Diseño que viene", dice una pared entre los salones de baile. Un círculo negro con una "V" en el medio estampado en stencil domina algunos muros. Las tapas de casetes que ofrecía la discográfica Ayuí todavía se ven en una enorme galería cubierta por una claraboya.

Restos. Destellos que se mantienen del brillo antiguo y de la majestuosidad de un edificio que impacta. El abandono lo domina, incluso desde el exterior, donde el monumento de José Artigas, tapado por una valla metálica, está siendo cubierto por árboles y arbustos: es una versión local de El planeta de los simios. Las vías, adentro, están tapadas por la tierra y el pasto. De la estación queda poco y hace rato que no hay trenes. Pero el edificio sigue aguantando y es historia viva. Y también fue cultura.

Registro
Uno de los shows destacados de la historia de la Estación Central fue el de Duran Duran, que se presentó en 1993, y dejó un show acústico que fue registrado de forma no oficial, y que se editó como un DVD pirata, llamado Live in Uruguay.

Una congregación de más de 10 mil personas dio el puntapié inicial al proyecto el 10 de julio de 2004, en una noche con shows musicales, una muestra del artista Ricardo Yates, dos exposiciones (una de ellas fue el germen del Museo del Carnaval que hasta hoy se mantiene en Montevideo) y varias pistas de baile.

Eventos
En la galería del segundo nivel de la Estación Central se realizaron durante el período de funcionamiento de Viene acontecimientos como la convención Montevideo Cómics y la cuarta edición de la Convención Nacional del Tatuaje. En ese mismo piso estaban ubicados los locales de firmas locales, desde proyectos de diseño hasta sellos discográficos.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 25 agosto 2018