Una nueva papelera y el lobby británico por Malvinas complican la relación de Alberto con Uruguay
La ex Botnia construirá otra planta, sin un informe ambiental. Los kelpers tienen su stand en la feria rural y hubo vuelos militares a las islas.
Alberto Fernández no asistirá al acto de asunción del presidente Luis Lacalle Pou en Uruguay el domingo 1 de marzo, porque tiene que abrir las sesiones ordinarias del Congreso argentino.
Y si bien define a su colega rioplatense como "un viejo amigo", pese a que hizo campaña por su rival del Frente Amplio, el flamante embajador argentino en Montevideo Alberto Iribarne anticipó dos focos de conflicto: la construcción de una nueva fábrica de pasta celulosa que contaminaría el río Uruguay y el cada vez más influyente lobby de Inglaterra para crear un comercio bilateral entre las Islas Malvinas y el país oriental.
Los detalló durante su exposición en la Comisión de Acuerdos del Senado, que avaló su pliego sin pedirle más explicaciones. El último viernes el pleno lo aprobó y podrá asistir a la asunción de Lacalle Pou como representante oficial y organizar una visita de Alberto par los próximos días, pero no será una reunión sencilla porque las dos controversias que planteó no fueron prioridad del anterior Gobierno y lo serán de ahora en más.
En mayo del año pasado, la dirección de Medio Ambiente de Uruguay autorizó una nueva planta de celulosa de UPM en Pueblo Centenario, a escasos kilómetros de Paso de los Toros, en la vera del río Negro, a 237 de la desembocadura del Uruguay, límite entre ambos países.
UPM es la ex Botnia, la compañía finlandesa que controla la papelera de Fray Bentos frente a la costa de Gualeguaychú, cuya instalación hace 15 años motivara en una prolongada protesta de ambientalistas de esa ciudad y derivara en un planteo argentino en la Corte de La Haya, que falló a favor de los uruguayos. De aquellas revueltas surgió Alfredo De Angeli, luego destacado militante de la Federación Agraria Argentina en contra de las retenciones a las exportaciones y senador del PRO desde 2013.
El año pasado Juan Veronesi, partícipe de aquellas manifestaciones en el puente San Martín, lideró un reclamo a la cancillería junto al intendente de Gualeguaychú Esteban Piaggio, pero no lograron conmover a Jorge Faurie.
Iribarne anticipó que Solá sí los escuchará. "Uruguay informó que la planta empezará a funcionar en 2020 pero no hubo un mecanismo de consulta previa a la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Cuando esté en pleno funcionamiento, la planta tendrá el doble de producción que la de Fray Bentos y representará más del 1% del PBI uruguayo", precisó en el Senado.
En Cancillería accedieron a un reciente estudio de la CARU que a partir de pruebas realizadas entre junio y noviembre de 2018 alertó sobre la presencia de "valores superiores a los límites establecidos de concentración" de trece parámetros en el río Uruguay. Algunos de ellos son metales, aceites, grasas, bacterias de excrementos y plaguicidas.
"Restos de Sustancias Activas a Azul de Metileno (SAAM), plomo, manganeso y clordano se presentaron en exceso en menos del 3% de las 168 muestras tomadas; pero el hierro, los aceites y grasas y las sustancias fenólicas totales exceden sistemáticamente los niveles permitidos", señaló el informe.
Un nuevo curso de desechos sólo contribuiría a contaminar aún más el río que abastece de agua dulce a la frontera entrerriana. Esta vez, los asambleístas consultados por LPO anticiparon que no volverán a los cortes de 2005 y confían en que los propios uruguayos frenen la planta, aunque no parece estar ocurriendo.
"Tabaré Vázquez usó nuestra batalla para simular un falso nacionalismo y así calló a los ambientalistas de su país. Esta vez los vamos a dejar pelear a ellos, porque el río Negro está devastado y abastece a muchos pueblos uruguayos", anticipó Gustavo Revollier, quien fuera presidente de la asamblea entrerriana en 2005.
Los partícipes de aquella gesta recuerdan que cuando Pepe Mujica asumió como presidente de Uruguay en 2010 los recibió por más de dos horas en Fray Bentos y les dejó una frase célebre: "Ustedes se equivocaron al creer que un jefe de Estado tiene poder para frenar esta obra". Les enseñó que sólo una efectiva presión a las compañías puede detener sus planes.
El futuro canciller de Uruguay Ernesto Talvi recibió a su par Felipe Solá el pasado martes y en su diálogo con la prensa aseguró que la inversión de UPM no fue tema de conversación.
Solá no fue sólo: llegó acompañado de Daniel Filmus, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, quien con su sola presencia anticipó que Alberto no ignorará el creciente lobby británico en Uruguay por Malvinas.
Su epicentro es la influyente exposición de la Sociedad Rural del Prado, el símil uruguayo a la feria de Palermo, que en los cuatro años tuvo un stand de las Falkland, denominación que usa el gobierno ocupante de las Islas. Fueron escrachados por ex combatientes argentinos que cruzaron el río pero las gestiones de cancillería, si existieron, no fueron suficientes para que no volvieran a invitarlos.
Además, Iribarne aseguró que hubo visitas de chacareros uruguayos a Malvinas y denunció la existencia de 13 vuelos militares desde Montevideo a las islas. "El acuerdo vigente es que la única posibilidad de que aviones británicos lleguen a Uruguay era en caso de emergencia. Esto ya fue motivo de una protesta argentina", anticipó.
Tanto Iribarne en el Senado como Filmus en Montevideo recordaron que Uruguay siempre apoyó el pedido de soberanía argentino: fue clave para la resolución 2065 de la ONU, que reconoció el conflicto en 1965, y cada año respalda el reclamo ante el Comité de Descolonización, sea cual sea el partido que gobierne. Pero si el lobby británico persuade al empresariado uruguayo sus líderes podrían modificar su conducta, porque tal como repite Mujica, no siempre tienen poder de decisión.
La influencia británica en Uruguay surge justo cuando en la cancillería hay esperanzas de aprovechar la salida del Reino Unido de la Unión Europea para sumar apoyos diplomáticos por Malvinas. Pero la creación del Brexit en Londres obliga a su primer ministro Boris Johnson a buscar destinos comerciales para los kelpers, ante posibles aranceles por sus ventas al viejo continente.
Después de reunirse con Solá, Talvi recodó que Lacalle Pou, miembro del liberal Partido Nacional, sostendrá a Uruguay en el Mercosur pero con la premisa de negociar acuerdos de libre comercio con otros países, como promueve Jair Bolsonaro en Brasil.
"Uruguay está comprometida con esta nueva dinámica de negociar tratados y conseguir accesos a los principales mercados del mundo. Brasil está comprometido, Paraguay también y Argentina va a ser pragmática y tendrá que sumarse al resto de los países", advirtió el canciller uruguayo. Claro que para Alberto, Malvinas nunca será opción comercial, sino un repetido reclamo de soberanía.