OTRO MUNDOOtro mundo posible: mirar, creer y crear desde los aportes de la ciencia

El Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo fue el 10 de noviembre. Para pensar en lo hecho hasta ahora y poder imaginar otro mundo, tres profesionales de distintas áreas de la ciencia, relataron a Fundación CAUCE sus experiencias y expectativas con el conocimiento científico.

Apropiar la ciencia, ser la sociedad que queremos

Andrés Wursten es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos y se especializa en el campo de la comunicación de las ciencias. Para Andrés, la ciencia y la tecnología son elementos de nuestras culturas y sociedades, “atraviesan nuestras realidades como lo hacen otro tipos de conocimientos o experiencias del mundo, como el arte o la religión, por ejemplo”.

 

Según cuenta su labor actual está marcada por la experiencia de investigación que realizó sobre el conflicto de las papeleras, hecho que involucró a Argentina y Uruguay a partir de la instalación de la Empresa Nacional Celulosa de España (ENCE) y la finlandesa Metsa-Botnia en la localidad de Fray Bentos, a la vera del Río Uruguay.

Su trabajo presentó un análisis entre medios de tirada nacional (Clarín y Página 12), documentos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el conflicto, y entrevistas con activistas de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Respecto a lo último, el comunicador social destacó que fue el acercamiento con ellos lo que lo llevó a trabajar con el concepto de apropiación social del conocimiento científico.

“Los ambientalistas tenían un alto grado de conocimiento en su fundamentación frente a la instalación de las pasteras, tenían vocablos técnicos, habían estudiado y trabajado en colaboración con otros expertos y científicos para argumentar su postura. Entonces yo entendí que ahí había algo más de la comunicación, y no me refiero a la cuestión técnica sino al compartir, estas personas no solo sabían sino que se habían apropiado de tal modo de esos conocimientos que los hicieron propios para sus necesidades e intereses de ese momento, que era argumentar y demandar el retiro de las plantas de celulosa”, expresó Andrés.

Al preguntarle el rol que tiene la ciencia en las comunidades, Wursten destacó su ambivalencia, la capacidad de generar cuestiones rechazables (como la bomba atómica, su uso para las sociedades de control, el impacto negativo ambiental) y por otro lado, que es el “lugar donde encontramos respuesta para el desarrollo”.

En este sentido, profundizó en el concepto de ciencia hegemónica: “Es la que domina el desarrollo de nuestras sociedades y va en conjunto con el orden capitalista y extractivista que entiende a la naturaleza como una cosa que nosotros podemos usufructuar de cualquier manera, sin racionalizar, ni convivir”, argumentó.

Por esta razón sostiene que el desafío actual está en construir sociedades más justas e igualitarias desde la ciencia y el diálogo con otros saberes. “Sociedades que mantengan otra relación con la naturaleza, con otros seres vivos y humanos. Ése es el esfuerzo en el que se tiene que trabajar. Y no se hace rechazando a la ciencia porque una gran parte de ella está asociada al sistema actual y ha traído muchas consecuencias negativas, sino que hay que reelaborarla colectivamente, articulando con todos los sectores de la sociedad. Y creo que es ése mi aporte desde la comunicación”.

La magia del cosmos

Una maestra explicando la composición del átomo. Ése es el primer recuerdo de asombro por la ciencia que tiene Germán. “Magias que parece tener el cosmos y que la ciencia permite explicar, como el principio de relatividad, en donde el espacio se achica, el tiempo se dilata y cosas que son ilógicas en el comportamiento nuestro y eso abre la puerta de que hay un montón de posibilidades que a simple vista no somos capaces de comprender, pero que están ahí y la ciencia es la que habilita esa posibilidad”, profundizó.

Germán Rearte Uzin es ingeniero electromecánico por la Universidad Tecnológica Nacional, formación que puso en crisis para empezar a aprender otros conocimientos que resonaran más con sus convicciones personales a la hora de trabajar: la agroecología y las energías alternativas. Por un lado, la “revolución agrícola nueva” y por el otro “una forma de sobrevivir, de generar ingresos a través de energías renovables que no impacten tanto la naturaleza”.

Germán instalando un panel solar “Viendo el cambio climático, la contaminación que estamos haciendo en el planeta, empecé hace un año un microemprendimiento donde instalo, asesoro, y vendo equipos, mayormente de energía solar. Y estoy formándome para todo lo que es el biogás, que se produce naturalmente. Si uno a todos los residuos orgánicos no los transforma en gas, se transforman en metano y va a la atmósfera, y el metano como gas de efecto invernadero es 20 veces más nocivo que el dióxido de carbono. Entonces en el balance es más conveniente usarlo como gas y que libere dióxido de carbono antes que metano”, explicó.
 
El ingeniero opinó que en la coyuntura actual es mejor transformar los residuos orgánicos en biogás antes que usar el gas del petróleo, “por lo menos hasta que tengamos una matriz de energía completamente renovable, como solar, eólicas y otras que van a apareciendo, porque lo lindo que viene con la transformación de la conciencia en la ingeniería y la ciencia es que empiezan a aparecen soluciones nuevas”.

Otra sorpresa. Al preguntarle por ciencia abierta, Germán vuelve a una experiencia significativa: el fenómeno de entrelazamiento cuántico. “A una partícula se le aplica una acción y otra partícula que puede estar a miles de kilómetros de distancia siente lo mismo.  Ese saber me lo dio la ciencia abierta, creo que fue la película «What the bleep do we know» que me hizo ver la hermosura de la conexión en la que estamos, de alguna manera la ciencia está avalando que estamos conectados, y la persona que lo hizo en esa película bajó la línea clara para que cualquier persona pueda vibrar con ese conocimiento y esa emoción. Yo creo que la apertura es parte del conocimiento, a partir del momento en que uno cierra está destruyendo el origen mismo del saber, que es eso de estar entrelazados”, concluyó.

Una ciencia a favor de los ecosistemas

Rafael Lajmanovich es Doctor en Ciencias Naturales, investigador del CONICET y docente de Universidad Nacional del Litoral. Cuenta más de 25 años de experiencia en estudios de la biodiversidad y ha sido pionero en investigar los efectos de los agroquímicos en los anfibios. Por su labor ecológica el año pasado fue distinguido con el “reconocimiento Conciencia Abya yala” junto a Norita Cortiñas y Damián Verzeñassi.

Lajmanovich ha cuestionado el modelo extractivista basado en cultivos genéticamente modificados y las consecuencias ambientales que conlleva extender la frontera agropecuaria hasta el mismo delta del río Paraná. El biólogo ha señalado públicamente que plantar soja dentro de los humedales más importantes del planeta se trata, ni más ni menos, que de un ecocidio.

En este sentido Rafael apuntó a que “gran parte de la ciencia que está, en general, dedicada a cuestiones relacionadas con la producción y el desarrollo económico y esas cuestiones no tienen demasiado cuidado con las ambientales porque las considera como un gasto y no como un beneficio. Por otro lado, están otros científicos que no piensan de esa manera y tratan de ir viendo cuáles serían las maneras más sustentables del desarrollo sin que eso implique destruir la biodiversidad, los ecosistemas, los ambientes, yo estaría dentro del segundo grupo”.

“La gran diferencia –explica Rafael- radica en poner al hombre en el centro del universo o dentro del mismo, siendo parte de los ecosistemas”. Y es en este camino, de contemplación hacia los seres vivos que investiga y publica sus trabajos en el sitio Anfibios del Litoral: Ecotoxicología y Conservación para que la comunidad tenga acceso a los conocimientos que fundamentan la necesidad urgente de cambiar el modelo industrial de producir por uno que defienda la diversidad biológica.

ANALISIS DIGITAL - Entre Rios - ARGENTINA - 12 noviembre 2019