economia mundialDevaluación regional, guerra comercial, combustibles
Contexto externo se vuelve muy negativo

Las buenas noticias son que se está aprobando el TLC con Chile, que nos abre una puerta al Pacífico, y el avance de la segunda planta de UPM; las malas son la devaluación masiva de nuestros dos grades vecinos, la caída brutal de las exportaciones, el aumento de los combustibles y la guerra comercial que ya es realidad en la economía global, que anuncia disminución de actividad.

Por Carlos Luppi
El martes 10, una conferencia de prensa del expresidente y senador José Pepe Mujica, que tenía como objetivo principal hablar de candidaturas presidenciales, concluyó con esta reflexión: “Lo que más me preocupa es lo que va a venir.

La región está en crisis y el mundo en una crisis fenomenal del comercio. Es demasiado importante lo que ha desatado el presidente de Estados Unidos [EEUU] y la respuesta de China y Europa como para que no repercuta aquí. Temo una crisis de precios en lo que podamos vender. El gobierno que venga precisará una gran capacidad de diálogo”.

Celebramos que un líder político hable de macroeconomía (que es política en serio), cuando hasta quienes debieran estar tratando públicamente estos temas están enfrascados en el tema de sus candidaturas, algunas de las cuales pecan de una irrealidad que llega a asustar en relación al sentido de realidad de sus defensores, que nos recuerda -en varios aspectos- al presidente argentino Mauricio Macri.

 Las buenas noticias
Uruguay creció 2,2% del PIB en el primer trimestre. La inversión de la segunda planta de UPM (que supone una inversión global que terminará finalmente siendo superior a US$ 5.000 millones, cerca de 10% del PIB) continúa a buen ritmo según explica regularmente el ministro Víctor Rossi. Las grandes buenas noticias de estos días hacen a nuestra inserción comercial internacional (problema urgente y crucial si los hay), y son el avance en el Parlamento hacia la aprobación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Chile y, en el mismo sentido, la visita del presidente Tabaré Vázquez a la Cumbre de la Alianza del Pacífico.

Como es obvio, un TLC con Chile nos abrirá las puertas hacia la zona del Pacífico, donde también entrará Argentina y ya están (y con TLC con China y EEUU) Australia y Nueva Zelanda, todos países que exportan lo mismo que nosotros. O sea que si Uruguay no consigue ventajas para ingresar y vender en la que es hoy la zona económica y comercial más importante del mundo (la APEC, a la que tantas veces se refirió Caras y Caretas, también integrada por Estados Unidos, Canadá y México), quedará pronto en condiciones terriblemente desventajosas y sometido a sus dos grandes e inestables vecinos, Argentina y Brasil. Cabe destacar que los TLC, en tanto son tratados, acuerdos bilaterales que surgen de una negociación (en el caso de Chile, entre dos países con muchas similitudes en sus ventajas y limitaciones), admiten restricciones en los temas que deseamos preservar (como los monopolios públicos y otros de similar importancia) y que la profesionalidad de los negociadores de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores es proverbial.

En el mismo sentido, tomó estado público que el presidente Tabaré Vázquez concurrirá a la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico, que tendrá lugar entre el 24 y el 25 de julio en el balneario mexicano de Puerto Vallarta. Como se sabe, la Alianza del Pacífico, nacida en 2011, es un instrumento de integración comercial formado por Chile, Colombia, México y Perú, con el objetivo de “crear un área económica integrada para fomentar el crecimiento, el desarrollo y la competitividad de sus países miembros mediante el aumento de la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas”. Se trata de cuatro naciones que tienen TLC con EEUU, y por ello ha sido vista con recelo por la izquierda en varios países latinoamericanos. Esto admite varios comentarios: en primer lugar, que ya tenemos TLC con México, vecino de EEUU y seguramente lo tendremos con Chile; en segundo lugar, que a dicha reunión también irán representantes de los demás países del Mercosur (Argentina, Brasil y Paraguay, gobernados por regímenes conservadores y derechistas) y, acaso lo más importante, que si algo nos ha demostrado la realidad es que los países se rigen por sus intereses y no por afinidades ideológicas. Lo importante, urgente y crucial es que Uruguay entre con ventajas en la zona del Pacífico, donde, entre tantas naciones ricas, está China Popular, su primer socio comercial.

Así como ocurrió con la segunda planta de UPM, el presidente Vázquez se ha puesto al hombro otra gran batalla: lograr una adecuada e imprescindible inserción internacional en un marco de creciente complicación del contexto externo.

Las malas noticias
La “guerra comercial” con la que Donald Trump alardeó en su campaña presidencial es ya una temible realidad global porque supone un enfrentamiento entre EEUU y sus antiguos aliados, la Unión Europea (UE) y China Popular, y a pesar de abrir alguna posibilidad magra para Uruguay, supone un empobrecimiento mundial que sólo tendrá impactos negativos, mayores siempre en los más vulnerables.

El incremento de aranceles de EEUU ya está vigente, ha recibido la lógica respuesta china y el presidente Trump ha respondido que aumentará las penalidades a las ventas chinas hasta un total de US$ 450.000 millones en bienes. El gobierno de Trump también sancionó con aumentos de aranceles a la UE (a la que agravia en forma creciente, luego de la increíble conferencia del G6) y Canadá.

Numerosas fuentes, entre ellas el Fondo Monetario Internacional (FMI), alertaron que esta guerra sólo originará “perdedores de los dos lados”.

En otro orden, el aumento de más de 50% en el precio del petróleo (que ha sido invocado, junto con el aumento doméstico del dólar, como la causa del aumento de 9% de los combustibles, excepto el gasoil y el supergás) y el creciente empeoramiento de la situación económica de nuestros vecinos (Brasil, nuestro tercer socio comercial, y Argentina, el quinto) impactan directamente en nuestra realidad, particularmente en la inflación.

Argentina ha devaluado cerca de 60% su moneda en lo que va del año y Brasil ha hecho lo propio en casi 30%. Los efectos, muchas veces comentados en estas páginas, son devastadores para nuestra economía, que solamente ha devaluado 9%.

Esto, conjuntamente con la mala cosecha de soja, producto de la falta de lluvias (las ventas al exterior experimentaron una caída de 78% en términos interanuales), tuvo un efecto grave en nuestras exportaciones al mes de junio.

De acuerdo al Informe mensual de comercio exterior/junio de 2018, “las solicitudes de exportación incluyendo zonas francas totalizaron US$ 863 millones en junio 2018, lo que implicó una caída de 17% respecto al mismo mes del año anterior (que aumenta al 25,4% según el mismo informe si excluimos las zonas francas, N. de R.). La caída en las exportaciones se explica fundamentalmente por la fuerte incidencia negativa de la soja, que no logró ser compensada con el aumento de las exportaciones de celulosa (57% superiores, N. de R.), ganado en pie y madera y subproductos. Si se excluye a la soja de la comparación interanual, las exportaciones mensuales crecerían 6% en el mes de junio. Las exportaciones del primer semestre del año alcanzaron US$ 4.630 millones, cifra 2,3% superior a la del mismo período del año anterior. La cifra también representa el mejor primer semestre en tres años. Las exportaciones de celulosa, madera y subproductos, ganado en pie y carne bovina fueron los de mayor incidencia positiva en el semestre. Por su parte, la soja fue el producto con mayor impacto negativo”.

En otro orden, el déficit fiscal (Resultado Global del Sector Público Consolidado) aumentó a 4% del PIB (unos US$ 2.440 millones) en el año móvil cerrado en mayo, según informó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).

En lo que hace a la deuda pública, según las cifras del Banco Central del Uruguay (BCU), la Deuda del Sector Público Global ascendió a US$ 40.302 millones (equivalente a 67,17 de un PIB de US$ 60.000 millones), en tanto que la Deuda Neta (restando los Activos de Reserva) se situó en US$ 19.880 millones, casi 33% del PIB.

Por su parte, los Activos de Reserva al miércoles 11 de julio ascendieron a US$ 17.803 millones, de los cuales US$ 7.769 son de libre disponibilidad.

Como se ve, la situación económica nacional -fuertemente condicionada por el contexto externo- es de cuidado y justifica la presentación de la “Rendición de Cuentas más austera en un año preelectoral desde la de 2003”, como expuso el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, al comparecer ante la Comisión de Hacienda y Presupuesto de la Cámara de Representantes el martes 10 de julio.

La Rendición incrementa el gasto en 0,25% del PIB, según el ministro.

CARAS & CARETAS - Montevieo - URUGUAY - 15 julio 2018