Crecer en cadena

 arboles nueEl estudio Contribución de la cadena forestal a la economía uruguaya, elaborado por CPA Ferrere, analiza el impacto económico del sector adoptando un enfoque de cadena de valor que cuantifica los derrames económicos sobre otras actividades. Algunas conclusiones permiten pensar oportunidades de crecimiento en diversas áreas en los próximos años.
Atilio Ligrone, gerente general de la SPF. Alfonso Capurro, de CPA Ferrere, durante la presentación del estudio Contribución de la cadena forestal a la economía uruguaya.

Por Jimena Paseyro
Con el objetivo de cuantificar el impacto económico de la cadena forestal en la economía uruguaya y medir esta contribución, el trabajo realizado por CPA Ferrere a fines de 2017 se centra en la capacidad de creación de valor agregado, generación de empleo, aporte a la recaudación de impuestos y contribución a las ex – portaciones.

Bajo el título Contribución de la cadena forestal a la economía uruguaya, el estudio encargado por la Sociedad de Productores Forestales (SPF) a los consultores se presentó en diciembre en el marco de la conmemoración de los 30 años de vigencia de la Ley Forestal.

Este aniversario impulsó a la gremial a intentar res – ponder diversas interrogantes vinculadas al impacto que la actividad forestal tuvo hasta ahora en la economía del país, y al retorno de las inversiones que el sector público realizó mediante subsidios y exoneraciones tributarias. El gerente general de la SPF, Atilio Ligrone, explicó a Forestal que “siempre ha sido de interés para la gre – mial analizar el sector. Este estudio actualiza trabajos anteriores que pretendían mostrar la contribución de la actividad forestal a la economía del país. Además de que a las propias empresas les interesa saber en qué condiciones estamos, otro tema importante es que es un sector relativamente nuevo en la vida del país, que a su vez contó inicialmente con un apoyo importante por parte del Estado. Nos interesaba saber de qué manera se está retribuyendo el esfuerzo que hicieron las empresas pero también todo el país y los contribu – yentes a través de las exoneraciones impositivas, los subsidios y paquetes de estímulos que se plantearon para la actividad forestal”.

LA FUENTE DE INFORMACIÓN, EL PRIMER DESAFÍO
En diálogo con Forestal, el economista y gerente de CPA Ferrere, Alfonso Capurro, dijo que los objetivos trazados inicialmente “se cumplieron. Logramos medir cuál era el impacto socioeconómico de la cadena fo – restal hoy, pero la innovación de nuestro trabajo radica en el esfuerzo de capturar los efectos indirectos o inducidos y tratar de tener una visión de cadena. Esto parece obvio cuando hablás con gente involucrada en el sector productivo, pero la estadística nacional no te deja verlo así. Tratamos de abarcar la cadena con claridad y los distintos eslabones para conocer cómo se va construyendo el valor agregado”.

El informe final del estudio advierte que por tratarse de un sector integrado verticalmente, para medir adecuadamente estas dimensiones se adoptó un enfoque de cadena de valor. Esto implica incluir en el análisis la fase de producción primaria, las actividades industriales y los servicios asociados al sector, así como la demanda que la cadena induce sobre otras actividades económicas. Se utilizó como fuente primaria información provista por los principales actores de la cadena forestal en sus distintos eslabones. El análisis comprendió un relevamiento primario de información a las empresas socias de la SPF sobre dimensiones clave de su actividad (información económico-financiera, datos productivos, recursos humanos y energía), así como el procesamiento de múltiples fuentes secundarias de información. La fase de relevamiento incluyó entrevistas a diferentes actores representativos de los diversos eslabones de la cadena productiva. El economista reconoció que recorrieron “un camino bastante intensivo de pedir información a las empresas y eso fue lo más desafiante. Las empresas tienen armados sus sistemas de gestión para gestionar sus negocios, para buscar la eficiencia, no para hacer estudios económicos. Así que dio un poco de trabajo y la verdad es que hubo un apoyo importante por parte de todos”.

“Nos interesaba saber de qué manera se está retribuyendo el esfuerzo que hicieron las empresas, pero también todo el país y los contribuyentes a través de las exoneraciones impositivas, los subsidios y paquetes de estímulos que se plantearon en un inicio para la actividad forestal”. Atilio Ligrone, SPF

La cobertura de la muestra como porcentaje del universo es elevada: las empresas que aportaron información explican el 70% de las hectáreas plantadas, el 100% de la actividad industrial de pulpa y el 95% de la actividad industrial de transformación mecánica. “Lo que no medimos son los pequeños productores forestales, los microaserraderos ni las carpinterías, solo medimos grandes aserraderos industriales. Eso nos puede estar generando algún problema de representatividad en alguna de las fases. Tampoco medimos del todo la extracción de leña. ¿Qué limitaciones pueden tener las estimaciones? Si bien cubrimos una parte importante de la producción, la parte que dejamos afuera seguramente tiene características distintas y eso puede estar llevando a subestimar empleo (en cosecha de leña y microaserraderos). Seguramente no estamos subestimando el impacto económico del sector, pero sí la composición de ese impacto y el empleo.”, puntualizó Capurro.

UNA VISIÓN DE CADENA
El estudio detalla la integración de la cadena forestal a fin de analizar el impacto de cada uno de sus componentes. Esta cadena se compone de una fase primaria (que abarca la producción de material reproductivo y plantas en viveros); la plantación; manejos de silvicultura intermedios de los bosques (talas y raleos) y la cosecha; una fase industrial; y actividades de transporte, logística y comercialización que son transversales a toda la cadena. A su vez, se pueden distinguir cuatro cadenas industriales: la celulósica-papelera; la de transformación mecánica, con productos como la madera aserrada, los paneles contrachapados y tableros de madera; la de transformación química, que abarca la producción de resinas, aceites esenciales y biorrefinerías, entre otros, y la industria vinculada a la generación de energía mediante la utilización de subproductos forestales tales como la biomasa forestal y subproductos de la transformación mecánica y química.

Un aporte fundamental de este trabajo es que, además de las empresas propietarias de los activos forestales e industriales, se tuvo en cuenta a contratistas o proveedores involucrados en el proceso productivo. Estas empresas asumen tareas como la plantación, el cuidado de bosques, la cosecha y el transporte de madera. Se estima que las fases primaria e industrial del sector forestal involucran unas 1.800 empresas (sin contar las empresas vinculadas al transporte y la logística), de las cuales el 93% son micro y pequeñas empresas (menos de 20 ocupados). A su vez, el estudio considera como parte de la fase directa a aquellas empresas o grupos económicos propietarios de los activos productivos esenciales para la actividad forestal (tierras, bosques, plantas de transformación). La fase indirecta incluye aquellas actividades que venden sus servicios o insumos a las primeras (contratistas y proveedores).

La cadena forestal uruguaya generó valor agregado por 1.877 millones de dólares en 2016, lo que representa el 3,6% del PIB

APORTE CONCRETO Y TANGIBLE
Las conclusiones presentadas en el trabajo de CPA Ferrere indican que la cadena de valor forestal uruguaya generó valor agregado por 1.877 millones de dólares en 2016, lo que representa el 3,6% del PIB. El sector se constituyó como la segunda cadena de valor en exportaciones (por detrás del sector cárnico) y generó 25.000 puestos de trabajo (equivalentes al 1,5% del empleo en el país). Unos 3.500 se crean en la fase directa, 12.900 en la indirecta y otros 8.900 en la fase inducida. Los proveedores y contratistas explicaron 50% del empleo generado.

“Hay una capacidad de extracción de madera hacia adelante, por eso decimos que Uruguay tiene la oportunidad de agregar más valor a esa madera”. Alfonso Capurro, CPA Ferrere

Otra visión de interés es la apertura de los empleos por actividad. Considerando el empleo directo y de contratistas, intervienen en las distintas etapas del proceso productivo aproximadamente 14.400 empleos (el resto corresponde al empleo generado en los proveedores de insumos para el sector forestal y empleo inducido). De estos 14.400 empleos, el 49% se generan en la fase primaria, 19% en el transporte de madera y el restante 32% en la fase de transformación industrial y comercialización.

“Por tratarse de un sector con ciclo biológico largo, es posible afirmar que la contribución económica del sector aumentará en los próximos años. Esto es así porque la extracción (y el nivel de actividad) en 2016 es menor que la cosecha potencial asociada a las 800.000 hectáreas plantadas en la actualidad. Se estima que la extracción promedio en la próxima década aumentaría algo más de 60% respecto a los registros 2016”, sostiene el informe.

Capurro explicó que la razón por la cual es probable que la contribución económica del sector aumente “es bastante trivial y sencilla. Todo lo que se plantó en la última década todavía no se cosechó, y además recientemente hubo mucha actividad de plantación y replantación. De acá a no muchos años, a partir de 2020, va a empezar a aparecer la cantidad de madera que se puede cosechar. Y eso va a generar movimiento de cosecha y empleo. Mucha gente del interior del país que hoy no tiene empleo o tiene empleo en otros sectores va a tener más oportunidades de empleo en cosecha y transporte de madera, por ejemplo. Vamos a tener más capacidad de cosecha de madera y, si el mercado nos lo permite, la cosecharemos. Y, si las condiciones de inversión se dan, la procesaremos en Uruguay o de lo contrario la exportaremos en bruto. El proyecto de una planta de celulosa adicional es una posible materialización de este efecto incremental. Hay una capacidad de extracción hacia adelante, por eso decimos que Uruguay tiene la oportunidad de agregar más valor a esa madera”.

El sector forestal generó exportaciones por unos 1.535 millones de dólares en 2016, lo que representa el 18% de las exportaciones totales de bienes del país

La extracción de madera creció de manera sostenida en los últimos años hasta alcanzar un volumen de 14,1 millones de metros cúbicos, volumen cuatro veces superior al del año 2000. En línea con su importancia relativa en el total de área plantada, y gracias a un ciclo productivo más corto, el 94% de la extracción forestal corresponde al género Eucalyptus. Parte de esta madera se transforma en el país, pero otra porción se vende en rolos o en chips para ser transformada en otros mercados.

“La transformación mecánica es un sector que ha tenido sus traspiés en los últimos años. Una parte importante de lo que era la industria de transformación mecánica tenía que ver con pino y, por distintas razones, fue perdiendo atractivo. De hecho, el crecimiento marginal del área es 100% Eucalyptus. Estamos viendo una exportación de rolos de pino que es atípica, y seguramente tiene que ver con una reconversión de la base forestal hacia el Eucalyptus. Desde la política se quiere agregar una fase más de industrialización. Algunos plantearon la posibilidad de producir muebles. Por qué no tener un Ikea en Uruguay. Y está muy bien la idea pero el driver de Ikea no es lo forestal, es el diseño. Se necesita mucha investigación y desarrollo, y mercados masivos cercanos o que se dominen bien. Entrás en una función de producción y competitividad mucho más compleja, Uruguay seguramente hoy no está firme para hacerlo. No quiere decir que tengamos que entregar esa bandera y no lo podamos desarrollar. Avanzar un paso más en la cadena de producción puede ser interesante si sos competitivo. Si te enamorás del sueño industrializador pero lo hacés en condiciones no competitivas, lo que estás generando son industrias débiles o que requieren apoyo permanente, industrias que terminan cerrando y siendo un problema. Está bien avanzar en la fase de industrialización si tenés bases sólidas que te permitan defender la competitividad de largo plazo, sin subsidios ni apoyos”, sostuvo Capurro.

EXPORTACIÓN E IMPUESTOS
La cadena forestal generó exportaciones por unos 1.535 millones de dólares en 2016, lo que representa el 18% de las exportaciones totales de bienes del país. La celulosa es el principal producto de exportación del sector forestal y en 2016 fue el segundo producto de exportación del país (15% del total), por detrás de la carne bovina (16%) y por encima de la soja (10%). En línea con lo mencionado anteriormente, cabe destacar que las exportaciones actuales del sector son inferiores a las potenciales dada el área plantada en 2016. Con una extracción efectiva que aumentará en la próxima década, y el probable aumento de la extracción potencial por la expansión de la superficie plantada, es posible afirmar que las exportaciones también crecerán y que el sector se ubicaría como la principal cadena exportadora del país en la próxima década.

“Lo que más llama la atención es la intensidad de la función de producción, es un sector que genera mucho valor por hectárea; es muy relevante cuando lo comparás con otras actividades tradicionales que hay en Uruguay” Alfonso Capurro, CPA Ferrere

El gerente de CPA Ferrere consideró que “seguramente nos acerquemos a un sector forestal con más escala y eficiencia, que nos va a permitir ganar profundidad. Es probable que el volumen empiece a justificar algunos desarrollos de investigación. Tal vez algún día nos podamos plantear hacer otras cosas a partir de la pulpa, no digo papel, pero otras cosas como combustible o energía”.

Por su parte, Ligrone aseguró que “en algunas áreas creemos que el sector puede seguir creciendo, principalmente en lo vinculado a la transformación de la materia prima y productos más elaborados. Los resultados del trabajo confirman que la actividad forestal, sobre un área reducida de superficie territorial ocupada, genera un impacto productivo sumamente importante. Tanto en generación de empleo como en ingreso por exportaciones y generación de recaudación impositiva”.

A nivel impositivo, el sector forestal pagó 278 millones de dólares en 2016. Un 69% del total, 192 millones de dólares, están vinculados al empleo

Respecto a este último punto, el estudio presenta el dato de que la cadena forestal pagó al Estado uruguayo 278 millones de dólares en impuestos. Este cálculo considera los pagos por concepto de impuesto al patrimonio, impuesto a la renta de las actividades económicas, los aportes patronales a la seguridad social y salud, impuestos en los combustibles, impuesto a la renta de las personas físicas, impuesto al valor agregado derivado del consumo de los trabajadores y otros (contribución rural, impuesto de primaria, cánones de zonas francas, Imeba, etcétera). Es relevante destacar que un 69% de los impuestos totales (192 millones de dólares) están vinculados al empleo (cargas laborales, IRPF, IVA).

Capurro aseguró que estos datos fueron los que más llamaron la atención de los profesionales que realizaron el trabajo: “Sospechábamos que la recaudación de impuestos iba a dar algo interesante pero no teníamos clara la magnitud. Esto es parte de una polémica que siempre estuvo alrededor del sector porque existe la percepción de que los forestales no pagan impuestos. Tal vez lo que más llama la atención es la intensidad de la función de producción, es un sector que genera mucho valor por hectárea; es muy relevante cuando lo comparás con otras actividades tradicionales que hay en Uruguay. No se trata de decir que es un sector que es mejor o peor que otro. Si lo mirás en función del área, es un sector que ocupa solo el 5% del territorio, 10 o 12 veces menos que la ganadería, y exporta casi lo mismo. Entonces, ¿qué obtuviste a partir de la Ley Forestal y de todo el esfuerzo social? Uno de los sectores que genera más valor y más oportunidades a partir del uso y la explotación de la tierra y su producción”.

LA COMPETITIVIDAD EN EL HORIZONTE
Uno de los principales desafíos que enfrenta la actividad forestal en Uruguay es el de la competitividad en general y respecto de los países de la región en particular. Si bien el informe no ahonda en este aspecto, el gerente de CPA se refirió al tema en la entrevista con Forestal: “Quizá los únicos dos países con los que tenemos similitud en la región en cuanto al desarrollo del sector forestal son Brasil y Chile. Uno podría preguntarse por qué no Argentina o Paraguay, ya que ambos tienen las condiciones biológicas. De hecho, Argentina tiene una base de madera, pero no tiene un desarrollo industrial importante. No hay forma de comprobarlo, pero seguramente Argentina no tenga la estabilidad institucional suficiente como para hacer inversiones a largo plazo, o al menos para el tipo de agentes que juegan en el sector forestal. Eso nos pone a nosotros en una buena situación competitiva. Uruguay tiene buenas condiciones biológicas, pero necesitan ser acompañadas por un marco de negocios estable y confiable. Paraguay está cambiando bastante y seguramente a futuro las condiciones institucionales mejoren”. No obstante, Capurro asegura que la ventaja de estabilidad institucional con la que cuenta Uruguay es imitable.

Yendo a los países que sí tienen un sector forestal fuerte, Capurro señaló: “Chile tiene un buen desarrollo de la industria forestal pero una base distinta por sus características climáticas, con más pino que eucalipto. En el negocio de la pulpa, hoy Brasil es el mejor jugador del mundo por volumen y productividad. Algunos estudios indican que es el productor más competitivo del mundo, porque es el que produce la pulpa más barata. Seguramente Brasil es el país que más se parece a Uruguay en niveles de desarrollo, pero con escala brasileña. Y la escala es parte de la competitividad. Ese es un drama para Uruguay en general, y contra eso tenemos que pelear. A medida que el sector crezca, le va a ir permitiendo ganar escala y mejorar la competitividad”.

BARRERAS AL CRECIMIENTO
El gerente general de la SPF, Atilio Ligrone, reflexionó acerca de una de las principales limitantes que hoy enfrenta el sector. “La actividad forestal tiene desafíos muy similares a los que tienen otros sectores del país en lo que tiene que ver con la competitividad, infraestructura y altos costos. Pero en lo particular para el sector forestal, se perciben dificultades cada vez mayores en lo burocrático. Permanentemente se cambian las condiciones y se agregan nuevas exigencias que van limitando el desarrollo de nuevas plantaciones. Estas barreras son muy costosas, tediosas y dificultan la planificación que puedan hacer las empresas. Afecta sobre todo a la posibilidad de ingreso de nuevos productores, y en particular de productores pequeños o medianos. Es uno de los problemas más grandes que vemos para que el sector continúe creciendo; y es una pena porque para poder seguir contribuyendo a la economía es necesario ampliar la base forestal”.

Revista Forestal - Montevideo - URUGUAY - 04 MAYO 2018