fanapelcerradoENTRE LA CRISIS Y LA OPORTUNIDAD
El duelo de Juan Lacaze

Apuntalados por el gobierno, los lacacinos dibujaron una hoja de ruta para encontrarle un nuevo destino al pueblo, luego de la debacle de sus fábricas. Faltan emprendedores e inversión. Sobra empeño y burocracia. ¿Cómo se hace para resucitar a un pueblo fundido?.Cuando muere un ser querido, los funebreros esperan la orden de los parientes para ubicar el cajón en su destino final. Aguardan con respeto y paciencia.

Pero si el trance de los deudos se alarga en un llanto inconducente, alguien debería tomar la iniciativa de concluir el entierro. A 150 kilómetros de Montevideo, la ciudad coloniense de Juan Lacaze se encuentra exactamente en esa dolorosa tensión entre quienes añoran una industria fallecida y los que sueñan con nuevos caminos para refundar la economía y el sentido del pueblo.

 

Un año después del cierre de su fábrica histórica, Fanapel, en febrero se fundió también la cooperativa textil Puerto Sauce, con lo que suman 316 los lacacinos que están hoy en seguro de paro. Con una población de 13.000 habitantes, el desempleo ronda el 13% y el disminuido comercio funciona según el calendario de pagos de BPS. Más del 20% de los residentes son jubilados o pensionistas. Hay más casas de salud (seis), cantinas de copas (cuatro) o iglesias pentecostales (tres) que bancos (uno), supermercados (dos) o restaurantes (uno).

No se ha fundido cualquier pueblo. Juan Lacaze, con su pasado fabril y sindicalista, es un reducto histórico de la izquierda. Desde las elecciones de 1989 que el Frente Amplio obtiene como mínimo el 60% de los votos. Así que Tabaré Vázquez tomó muy en serio la crisis terminal de Juan Lacaze. Hace un año, el presidente visitó la localidad, anunció 30 medidas urgentes, desembolsó 20 millones de pesos para cursos de capacitación y puso a todos los organismos de fomento a trabajar para resucitar la comunidad.

Pero no lo consiguieron todavía.

De los trabajadores que estaban sin empleo el año pasado, el 90% sigue en la misma situación. El Parlamento aprobará esta semana la extensión del seguro de desempleo de los ex funcionarios industriales lacacinos hasta septiembre. La gran pregunta es: ¿y después qué?

Con auspicio de los gobiernos nacional, departamental y local, hace 10 días se llevó a cabo el foro "Pensemos Juan Lacaze", donde vio la luz una agenda de desarrollo a mediano y largo plazo. Resultado de meses de reuniones, comités y comisiones, el pueblo organizado y coordinado por la universidad Claeh, hizo un detallado PowerPoint como hoja de ruta con tres ejes: logístico-portuario, turístico y educativo (ver aparte en página A4).

Pero ante la concurrencia de más 200 lacacinos, la mitad con termo y mate bajo el brazo, los representantes del Poder Ejecutivo también dieron un mensaje crudo: el modelo industrial de grandes fábricas se fue para siempre y hay que hacer el duelo rápido porque la ciudad necesita una generación de emprendedores.

"El gobierno se compromete a apoyarlos para identificar y concretar las oportunidades que se presenten", prometió el director de la Agencia Nacional de Desarrollo, Martín Dibarboure. Lo esencial de su declaración también está en lo que no dijo. No mencionó subsidios, fondos, rescate de las fábricas. Dijo "oportunidades".

Aunque el evento se extendió más de la cuenta y no hubo tiempo para preguntas, la interrogante principal fue —y sigue siendo— en cómo hacerlo. ¿Cómo un pueblo con 110 años de historia fabril, fundado en torno a una papelera y una textil, está ahora obligado a ser emprende... ¿qué? ¿De qué forma una sociedad con raíz proletaria, habituada a las ocho horas, tiene ahora que buscar oportuni... ¿dónde? "Debemos convencernos de que podemos salir de la cultura de la dependencia. Aunque hay señales, en eso venimos un poco atrasados", reconoció el alcalde Darío Brugman.

Los lacacinos tienen motivos para reprochar al gobierno. Brugman, también frenteamplista, leyó con valentía, frente a las autoridades, un comunicado de todas las agrupaciones locales que agradecían el apoyo, pero también hacían críticas: "No hemos logrado las respuestas apropiadas a la urgencia de demanda laboral".

Pasado de papel.
Juan Lacaze actualizó hace dos semanas su bandera y escudo. El rojo representa la sangre por las luchas obreras, y el verde, la esperanza. Le agregaron un engranaje y dos estrellas que, como viejos títulos deportivos, representan a las extinguidas fábricas Fanapel y la textil Campomar y Soulas, cerrada en 1993. En sus años dorados, ambas empleaban a 3.000 funcionarios.

Hoy, la empresa más grande de la localidad se dedica al rubro lácteo y tiene 60 empleados en zafra. Cientos se van de Juan Lacaze cada mañana a trabajar a diversos enclaves colonienses, por lo que crece el concepto de ciudad dormitorio.

Cuando cerró la papelera, en marzo de 2017, Tabaré Vázquez puso a Inefop (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional) al servicio de la comunidad. Desde entonces, el organismo capacitó a 560 desempleados lacacinos en áreas sugeridas por ellos mismos. Gran parte optó por rubros vinculados a la industria, como electrónica, procesos o logística.

El antropólogo y periodista lacacino Francisco Abella asegura que a muchos les cuesta "romper" con la cultura fabril. Brugman estima que el sueño de que una gran fábrica vuelva al pueblo sigue muy vigente en el imaginario colectivo.

Marcelo Olaverry, desempleado y presidente del gremio papelero, valora la capacitación de Inefop. Pero al mismo tiempo reclama: "Hicimos cursos para salir a un mercado laboral que no existe". Ha repartido currículums en la zona, pero sin suerte. Tiene 44 años y 22 en la fábrica.

En números totales, el alcalde Brugman asegura que el desempleo alcanza a unos 1.000 lacacinos, la mayoría mujeres. El rubro más afectado por el apriete del pueblo no tiene un sindicato y es de dolor silencioso: niñeras o empleadas domésticas, jardineros o albañiles, atraviesan por una situación desesperada en tanto la inversión de las familias en el rubro "changas" está completamente parada.
Futuro de Power Point.

Quienes ya hicieron el duelo por las chimeneas, tienen una visión más optimista de Juan Lacaze. Y destacan algunas señales de cambio. El 10 de marzo hubo una feria de productos locales con unos 20 expositores: cerveza artesanal, quesos, helados o artesanías... nadie se esperaba esa diversidad.

Mariana Castro, del Centro Comercial e Industrial, cuenta que el año pasado se desarrolló un taller de validación de ideas para emprender y se presentaron 30 lacacinos, con unas cinco ideas, mayormente de servicios. Está bien. Podrán ser pocos, pero es un comienzo.

Del dinero que Vázquez autorizó a invertir para paliar la crisis, el único fondo que no se termina de ejecutar es aquel destinado a los emprendedores. De dos millones de pesos, se gastaron solo 400.000 para cristalizar nuevos proyectos.

El alcalde Brugman invita a los vecinos y ha hecho publicidad rodante llamando a los lacacinos a que desarrollen una idea. "El apoyo y los mecanismos están. Tenemos que aprovecharlos", dice.

También implica burocracia, espera y un curso acelerado en siglas de organismos públicos: el emprendedor pobre está obligado a saber qué significan y qué hacen OPP, Inefop, Inecoop, Fondes, ANDE, CND, Dinapyme... entre otras.

Lo que más ha crecido, entonces, son las rotiserías. Abrieron 11 nuevas en el último año. Aseguran baja inversión, cero burocracia y rédito inmediato.

Los proyectos más importantes para el futuro del pueblo son hijos de su historia. El sindicato papelero tiene la idea de crear una fábrica de bolsas de papel grueso destinadas a Pórtland u otros productos. La viabilidad fue evaluada y ahora está en proceso de estudio para acceder al financiamiento —con apoyo estatal, claro. Emplearía a 30 personas.

Además, siete extextiles quieren hacer una explotación comercial del taller metalúrgico de la vieja fábrica. Pero están esperando el visto bueno de la CND (Corporación Nacional para el Desarrollo), propietaria de las máquinas, y también que Fondes les apruebe financiamiento.

Pedro Apezteguía, director de descentralización e inversión de OPP, fue quien abrió el foro, que se desarrolló en el Club Náutico de Juan Lacaze. El jerarca ya había estado allí en otras instancias. Felicitó al pueblo por lo hecho, pero también señaló los "deberes" que tiene por delante.

Y reparó en un detalle que, en medio del duelo, sonó a aquellos chistes de velorio de dudosa ubicación.

Pegado al club hay una cafetería, con venta de tartas y milanesas. A la hora de comienzo del foro, el local estaba cerrado. "Venía por la ruta y me dije: hoy sí me voy a tomar un café en ese boliche. Al cabo de un año, lo habrán abierto. Pero eso no pasó y forma parte de los deberes y de lo que a uno le preocupa", dijo Apezteguía.

Una hora y media más tarde, el lacacino Juan Aranda abrió el local. Sin saber que había sido rezongado. Tiene 31 años y ha remado contra la inestabilidad laboral. Trabajó en Fanapel, en Montes del Plata, como zafrero en empresas de dulces, lácteos o camiones. Tuvo 12 empleos en 10 años. Y con su suegra, este verano, invirtieron en la cafetería del Club Náutico. El día del foro volvía en ómnibus desde Colonia del Sacramento de acompañar a su pareja a una ecografía. Están esperando su segundo hijo. Confiesa que debe cerrar la cafetería porque los ingresos de la temporada apenas le dieron para cubrir lo invertido y seguro en invierno perderá un dinero que no tiene. Por eso, Apezteguía se quedó sin tomar un café.
Inseguridad y desigualdad también campean

El año 2017 no fue solo crítico por el cierre de fuentes de empleo en Juan Lacaze. La cantidad de delitos y su violencia también se incrementó. Si bien no se registra ningún homicidio en la localidad desde 2015, en diciembre pasado se cometieron 58 delitos, dos por día, entre ellos rapiñas y copamientos que preocuparon mucho a la comunidad. Se formó el Grupo Puerto Sauce Unido que hizo una marcha, juntó firmas y pidió más efectivos. Tuvieron respuesta. En enero de 2018 se instaló el PADO, por lo que 16 policías reforzaron el patrullaje. El delito bajó un 40% desde entonces, según estima Iván Altolaguirre, integrante del grupo. La desigualdad también preocupa a la comunidad. El antropólogo Francisco Abella consignó en un ensayo la existencia y problemática de decenas de jóvenes excluidos del sistema educativo y laboral, hijos de padres desempleados.

El videoclub sigue siendo próspero
Parece un viaje en el tiempo. El comercio más luminoso en la noche lacacina es un videoclub en la avenida de acceso a la ciudad. Con más de 5.000 títulos disponibles en DVD y juegos de Play Station 2, cuenta con unos 12.000 socios (casi todo el pueblo). Y no es el único: hay por lo menos otro negocio del rubro.

¿Por qué sucede una cosa así, a contrapelo del resto del país y el mundo? El propietario Harín Ernst ensaya una explicación.

"Cuando abrimos, trabajaba para el 10% de la población que tenía reproductor de DVD. Ahora trabajo para el 90% al que se le complica pagar un servicio de cable o de streaming", dice.

La TV para abonados o plataformas como Netflix implican una cuenta mensual de al menos 1.000 pesos entre el acceso a internet y el costo del streaming, algo que muchos lacacinos, sumidos en una crisis de empleo, prefieren evitar.

Sin embargo, en el videoclub y por 50 pesos, "la gente humilde" alquila un juego o una película. Los géneros preferidos son terror, dibujos animados y "comedias simples". "Crear la cultura del buen cine es difícil, pero de a poco se va logrando", asegura Ernst, quien también es psicólogo. Tiene locales similares en Nueva Helvecia y Rosario, pero ya los ha ido reconvirtiendo en salones donde ofrece otros productos. En Juan Lacaze, en cambio, "sigue al firme".

En general, la vida cotidiana de la ciudad sabalera es la misma. A simple vista no se respira un clima de velorio generalizado. Más allá de la preocupación instalada, la crisis tiene su lado bueno: los alquileres bajaron y están 50% más baratos que en otras ciudades de Colonia.

Hay al menos cuatro clubes sociales y deportivos y la plaza tiene renovados puestos de torta fritas. En febrero se hizo la Fiesta del Reencuentro, una sucesora de la histórica Fiesta del Sábalo.

El lacacino Christian "Cebolla" Rodríguez organiza además la Fiesta del Gaucho.

El sábalo se sigue pescando, aunque hay que entrar más en el río para conseguirlo. Dos pescadores artesanales se dedican a ello y lo venden a 120 pesos el kilo. Pero las sospechas de contaminación, sumado a que nunca tuvo buena fama en sabor y olor, no lo convierten en un alimento masivo, ni siquiera en crisis.

EJES PARA SALIR DE LA CRISIS.
Obras en el puerto y Parque industrial
La Administración Nacional de Puertos anunció que en mayo comenzará obras por US$ 2 millones para reactivar el puerto comercial de Juan Lacaze, hoy casi sin movimiento. El único buque que recala es el "Ancap Noveno" para verter combustible en la planta de la localidad. La actividad es deficitaria para el ente, pero el gobierno la va a mantener porque Juan Lacaze no podría tolerar otro cierre. Finalizadas las obras, el puerto será más atractivo. Dos empresas estarían interesadas en explotar la terminal, una con un barco que lleve arena y otra, camiones cargados hacia Buenos Aires. El puerto es clave en la agenda de desarrollo acordada para Juan Lacaze. Junto al Parque Industrial, un predio de 65.000 metros cuadrados donde funcionaba la vieja textil, forman parte del eje logístico-portuario a desarrollar. En el Parque ya se instaló un call center donde trabajan unas 30 personas y esperan por más proyectos logísticos o fábricas pequeñas.

Por primera vez, Juan Lacaze busca turistas
El segundo eje de desarrollo es el turístico. Ya se formó una comisión local, que está siendo apuntalada (como todo lo demás) por el gobierno central. Se necesita desarrollar un producto turístico que involucre el capital histórico de las fábricas cerradas, tal como Fray Bentos explota el ex Frigorífico Anglo. Al cerrar la papelera, ya no hay olor a podrido en Juan Lacaze, lo que abre la oportunidad de "vender" a la localidad como un destino natural, con playas, que se inscriba en un circuito coloniense. El puerto deportivo, que depende de la Dirección de Hidrografía, tiene gran capacidad de amarras y está remozado (otra de las medidas del último año) aunque le faltan baños y un varadero (todo proyectado). El capital cultural también se busca desarrollar: el sábalo es un pescado hediondo y poco sabroso, pero un buen marketing turístico podría dar vuelta esa historia. José Carbajal "El Sabalero" es conocido en la región y el mundo y se merece que la ciudad cuente su historia y muestre sus lugares. Falta también infraestructura para los turistas: hay solo un restaurante y un hotel de estrella y media.

Por una ciudad del conocimiento
Juan Lacaze también quiere ser punta en materia educativa y revertir su propia historia. El promedio de tiempo cursado en la educación formal es de 7,7 años en el pueblo, un año menos que en el resto del país. La razón: la fábrica se llevaba a los jóvenes a trabajar a temprana edad. Hoy eso tiene que cambiar y conforma el tercer eje de desarrollo de la localidad. El gobierno anunció que este año se instalará la Universidad Tecnológica en el pueblo. Para empezar, la UTEC busca llenar un cupo de 40 jóvenes interesados en formación universitaria en informática. De llegar a ese número, desembarcarán ahora mismo. La convocatoria se lanzará en los próximos días. En los liceos también se desarrolla el juego/competencia El Plan, donde los chicos demuestran sus habilidades como emprendedores. La fibra óptica (medida prometida por el gobierno) se va a completar de instalar en los próximos meses. Hay al menos dos lacacinos trabajando a distancia en servicios de software para empresas en Estados Unidos. Quieren que sean más en un rubro de desempleo cero, como lo fue en su hora la fábrica.

Diario EL PAIS -  Montevideo -  URUGUAY - 01 abril 2018