Mujica y los enojados del campo

mujicaEl FA parece buscar desesperadamente un conflicto político con el campo
En relación al conflicto con el campo el presidente Tabaré Vázquez actuó en contraste con su antecesor, José Mujica. El mandatario pareció creer que la convocatoria a las gremiales rurales el 15 de enero y su propuesta de crear una mesa de diálogo podría enfriar las movilizaciones que crecen en todo el país. Las gremiales rechazaron esa idea porque no quisieron transformarse en interlocutores de un movimiento que crece en forma anárquica y espontánea, capaz de desembocar en planteos y medidas extremas imposibles de frenar. Esa es una buena razón por la que los partidos tradicionales decidieron ponerse en segunda fila, además de tratar de evitar que el enfrentamiento político perjudique y opaque la causa de los productores.


Claudio Romanoff

El mandatario quiso legitimar a las organizaciones constituidas y se embretó al dejar implícita su voluntad de no reconocer a los movilizados, a quienes identificó con el caos. Y el Frente Amplio subió la apuesta y acuso a los movilizados de expresar propósitos políticos.

Esa falta de sintonía con la protesta, funcional a la búsqueda desesperada del conflicto más que al declarado propósito de diálogo con los productores, se dio de frente contra la mirada bicha de Mujica. Mujica –que había hablado sobre el asunto del campo telefónicamente con el presidente, con quien mejoró su relación desde la asunción a la vice de Lucía Topolansky– adoptó una postura conciliadora. De todas formas se cuidó de no desautorizar a Vázquez y expresó distinciones en el campo. Sin romper con la visión mayoritaria de la izquierda hacia el agro, el líder del MPP dijo que es necesario "ayudar" a los que están en dificultades, consideró legítimas las protestas y eludió cualquier comentario despectivo hacia el movimiento de protesta. Mujica hoy es la mejor apuesta del gobierno para abrir un diálogo en serio. También es capaz de plantear directamente al presidente un paquete de soluciones realista con probabilidad de al menos calmar los ánimos. Danilo Astori, ausente hasta ahora de la conversación –no es su mejor momento con el mandatario después de sus discrepancias con la ley de cincuentones y la aprobación de la segunda planta de UPM– es el guardián de un tesoro flaco. El déficit de 3,3% del PIB condiciona la generosidad del gobierno y cualquier rebaja del gas oil y tarifas públicas para los productores. Con el dólar no hay mucho más para hacer desde lo mucho que ya hace el BCU para sostenerlo. Todo pegará en la caja. La alternativa para apoyar económicamente al agro sería aplicar la tijera de podar a una parte del gasto urbano del Estado. ¡Ojo, nada de motosierras ni reinas del carnaval!

Las opciones son difíciles y pondrán a prueba al gobierno, que corre serios riesgos políticos con una protesta que puede alcanzar el cenit en Durazno y caer, o crecer más allá del campo, con nuevos actores y diferentes argumentos. Algo así pasó en España con los enojados entre 2011 y 2015 donde la gente se le fue al humo al gobierno mientras todos trataban de explicar ese fenómeno. La protesta crece en pleno verano y el gobierno parece subestimarla. Los motivos de la movilización son fácilmente comprensibles y populares tanto en el campo como en la ciudad. Los automovilistas saben lo que significa un litro de nafta súper a $ 50,4 y las familias entienden las tarifas públicas. En eso, todo el mundo es oligarca.

La opción de propiciar el enfrentamiento político por encima de los movilizados no estaría funcionando.

La voz de Mujica, con el lomo duro para los reproches, merece ser escuchada, tanto como la de los productores.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 20 enero 2018