economia ambientalLA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN
¿Se animará?

Los que han visto el memo de entendimiento oportunamente firmado entre el gobierno y UPM aseguran que al gigante finlandés le preocupa que, si decide finalmente invertir US$ 4 mil millones en la construcción de una nueva planta de celulosa en el país, una ocupación o un piquete, de esos que se han vuelto moneda corriente en nuestras tierras, paralice las obras.

Hablemos en plata. En una obra de ese porte cada día de paralización de tareas genera pérdidas que se estiman en cientos de miles de dólares. Hace algunos días, un alto ejecutivo de Saceem dijo en Búsqueda que en Uruguay los paros en la construcción llevan a perder, promedialmente, un día a la semana de labor. Es decir que de cada cinco jornadas a la semana, se termina trabajando apenas cuatro por paros por asamblea, paros parciales o totales por un obrero muerto o herido, paros en solidaridad con los pueblos latinoamericanos, paros generales o paros por las dudas.
Pero a los paros hay que sumar las ocupaciones de lugares de trabajo, las mismas que el primer gobierno de Tabaré Vázquez consideró una legítima extensión del derecho de huelga. Y a los paros y ocupaciones se han venido a sumar (copiando siempre lo malo que viene de la vecina orilla) los piquetes, donde basta un puñado de trabajadores decididos y con cara de pocos amigos para afectar la operación de una empresa y, dicho sea de paso, el derecho de otros a entrar a trabajar.

Los piquetes se han vuelto costumbre. Hacen un piquete en La Tablada y dejan a la gente sin nafta. Hacen un piquete en los supermercados, y por diez o doce que impiden la entrada los clientes no pueden comprar y los trabajadores que no adhieren no pueden trabajar. Hacen un piquete en las plantas de supergás y nos morimos de frío. Hacen un piquete en las calles y los que no tenemos nada que ver llegamos tarde, o directamente no llegamos a nuestro trabajo o a cumplir nuestras responsabilidades.

El presidente Vázquez sabía que tenía que hacer algo. Si no, ¿cómo seguir diciendo en el mundo que Uruguay es un país tranquilo para invertir? ¿Cómo abrochar el proyecto de UPM? ¿Cómo asegurar que la zafra arrocera, tan importante para la economía, no se viera afectada?

Fue así que emitió un decreto para ordenar a la Policía a disolver los piquetes (de las ocupaciones, ni hablamos). ¡Para qué! Desde el Pit-Cnt las voces de desaprobación no tardaron en llegar. Señalaron "preocupación" por una medida que "criminaliza la protesta" y abre la puerta a "los cuerpos represivos".

Desde el Frente Amplio, lejos de apoyar al presidente, llegaron más críticas. Le criticaron el decreto y dijeron que era "inadmisible", "inapropiado" e "innecesario". Llegaron a acusarle de "legitimar la represión" y de propiciar la detención de trabajadores.

A Vázquez lo dejaron más solo que al Mono Pereira con Neymar. Otra vez.

¿Se animará el presidente y su gobierno a disolver un piquete después de estos cuestionamientos?
¿Se atreverá la Policía, si se vuelve imperioso, a reprimir para disolver un piquete y a detener a quienes se desacaten?
¿Quién será el primero en poner a prueba la voluntad y determinación presidencial?
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Diario EL PAIS - Montevideo . URUGUAY . 29 marzo 2017