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Uruguay trabaja con acertada orientación el tema del desarrollo sustentable desde las políticas públicas del agro. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) ha hecho explícito su camino en promover una intensificación sostenible, cuidando los recursos naturales, como la adaptación de los sistemas de producción al cambio climático. Es destacable que los temas estén en la agenda de esta cartera ministerial (en forma más consistente que en otras).

Por Lautaro Pérez Rocha (*) - Especial para El Observador
En este marco se encuentran los planes de uso y manejo de suelos. No aspiro a opinar sobre su obligatoriedad e instrumentación, simplemente a subrayar, ahora, que hubo la sensibilidad y respuesta a un problema real y crítico como lo era el de la erosión de los suelos y la contaminación del agua. Se han presentado así 15 mil planes, en un área mayor a 1,5 millones de hectáreas (de agricultura), con un muy alto nivel de cumplimiento de los productores.

Sin embargo, en una mirada global del Uruguay, no contamos con una visión tan clara y transversal. Voy a citar el caso de Irlanda, que lleva adelante un programa llamado Origin Green (Origen Verde). Es un programa iniciado en 2012 por el Board Bia (promueve los alimentos del país) y que tiene uno de los objetivos más ambiciosos que he conocido en lo que respecta a sustentabilidad, agro e imagen país.

Con alcance nacional, y de carácter voluntario, busca marcar el compromiso de todos los integrantes de la cadena de valor a producir de una manera sustentable. Es también una marca unificada para promover los productos de Irlanda, uniendo al sector privado y público, con objetivos ambientales medibles (emisiones de carbono, agua, energía, biodiversidad, impacto socioeconómico). A la fecha hay más de 40 mil predios ganaderos auditados y casi 20 mil lecheros; en ambos casos con un nivel de adhesión superior al 90%.

Primer diferencial: un programa voluntario al cual se han sumado todos los participantes de la cadena. Cada productor se registra, se capacita, hace un plan, se audita y se certifica. Otro destaque es su obsesión por la medición, basarse en evidencia, para lo cual han desarrollado un medidor de la huella de carbono, que lo usan para todas las actividades dentro y fuera del campo. Han realizado más de 100 mil mediciones, y cuantifican, además, las potenciales ganancias económicas.

Un tercer punto a subrayar es su carácter nacional y ambicioso en la visión. Dicen: “queremos ser el país con la producción agropecuaria de menor huella de carbono en Europa. Y la vamos a medir en todos los casos”. Quieren generar una cultura de producción de alimentos de calidad y que tenga la sustentabilidad como su primer y más alto distintivo. Me saco el sombrero con tal compromiso y alcance de la iniciativa.

Irlanda es un país con menos de la mitad de la superficie de Uruguay y las exportaciones agropecuarias apenas alcanzan el 12% del total. Tienen casi 7 millones de cabezas de ganado, exportan más de 500 mil toneladas de carne. En Uruguay, más de las tres cuartas partes de las exportaciones de bienes son de origen agropecuario y contamos con 12 millones de cabezas de ganado. Quizás una de las pocas similitudes entre ambos países sea una producción ganadera altamente pastoril.

Hay lecciones para aprender. En Uruguay queremos posicionarnos como un país productor de alimentos y con distintivos del tipo natural o producción sustentable. Bien, pero –a modo de ejemplo–, aquí no hay quien sepa medir la huella de carbono en sistemas pastoriles ganaderos. Tampoco contamos con el compromiso determinado y consistente del gobierno, pese a que el agro es muchísimo más importante para nosotros.

Uruguay Natural es una propuesta vacía, escolar, si uno la compara con la irlandesa. Los planes de suelos parecen funcionales pero nos limitamos a imponerlos y listo. No cuantificamos los beneficios ni medimos qué ganamos, ni lo promocionamos con acierto.

Decimos que somos un país pequeño, que no podemos competir en volumen y por tanto “hay que apostar a la calidad”. Pero ahí nos quedamos. Se nos acaba la tinta; no arriesgamos a una jugada con el alcance y la profundidad –ni a un posicionamiento tan seductor y de largo plazo– como el de Irlanda.

Nos haría bien dejar la timidez, el bajo perfil. Somos un país mucho más grande de lo que pensamos.

Diario EL OBSERVADOR -  Montevideo - URUGUAY -  20 enero 2017