CAIDA INDUSTRIAL“Gorilas” y tarifas públicas en el Río de la Plata

Estrategia política diferente de Uruguay y Argentina sobre precios de servicios
A mitad de los años 50 el programa humorístico radial La revista dislocada (que tiempo después se vería en la pantalla de TV montevideana) hizo furor con una parodia de una película que protagonizaban Clark Gable y Ava Gardner: Mogambo.

“Deben ser los gorilas, deben ser”, repetía un científico que estaba en medio de la selva como reacción temerosa a los ruidos que escuchaba. La parodia del programa, conducido por el cómico argentino Délfor, terminó en canción y se popularizó con un significado que no era el dado por el autor del libreto, el humorista Aldo Camarotta.

En tiempos de gobierno de Perón y los movimientos golpistas, los peronistas encontraron la etiqueta para los opositores: “Los gorilas”.

Ante cada movimiento político o militar que se considerara como golpista, se escuchaba: “Deben ser los gorilas, deben ser…”. Y a partir de entonces, el movimiento justicialista se encargó de dividir a la sociedad entre buenos y malos, sin matices, lo que de otra forma se expresó en: peronistas o gorilas.

Y si en un gobierno peronista subía la inflación o el desempleo, había desabastecimiento o subía el precio del dólar, o cualquier cosa parecida, no era responsabilidad del gobierno, sino culpa de los antiperonistas: “Deben ser los gorilas, deben ser…”.

Este verano, Uruguay tuvo una invasión de turistas argentinos, los que valoraron cualidades varias del país, pero que destacaban que “estaba barato”, incluso Punta del Este.

Curiosamente, la Encuesta de Costo de Vida Mundial (The Economist Intelligence Unit) puso esta semana a Montevideo como la ciudad más cara de Latinoamérica, aunque esa canasta mide variables que no afectan directamente a un turista y puede ser diferente a lo que percibe un veraneante.

El uruguayo que cruza a Buenos Aires puede comprobar en la compra de ropa, en los gastos diarios, en restaurantes y otros rubros, salvo transporte, que Montevideo es más barato.

Pero los argentinos sufren tanto el aumento de tarifas y sus efectos, que Uruguay les resulta barato.

El caso es que en Argentina el repunte inflacionario está asociado al ajuste de tarifas de servicios públicos aplicado por el gobierno de Mauricio Macri, que repercute en transporte, comercio y otros rubros.

Los peronistas, fundamentalmente la rama kirchnerista que estuvo en el gobierno entre 2003 y 2015, ha encontrado la explicación más fácil: la inflación sube porque los gorilas castigan a la gente; porque favorecen a los ricos y castigan a los pobres. Porque son malos: son gorilas.

Un eje del plan de Néstor Kirchner y Cristina Fernández consistió en abaratar artificialmente las tarifas, lo que derivó en falta de inversión y problemas de servicio.

Uruguay lo pudo entender en forma perfecta.
El gasoducto que se hizo para traer gas argentino quedó inútil, y sin olor a gas, porque ese país no podía exportar, ya que ni tenía para su consumo interno.

Las estaciones de servicio de ANCAP en Buenos Aires perdían dinero cada vez que vendían un litro de nafta porque el precio de venta no cubría el costo. Uruguay se desesperó por vender la cadena de locales.

El camino peronista fue el de armar una pantalla de falsa felicidad con el costo diferido y eso no es una fórmula novedosa.

Ser generoso hasta que la plata dé con la irresponsabilidad de una herencia de la que otros se harán cargo. Y cuando eso suceda, es fácil señalar con el dedo a los gorilas culpables del aumento (porque en algún momento hay que retornar a la realidad) y recordar que con ellos se vivía mejor.

El gobierno que sigue a uno peronista comienza condicionado; debe tomar medidas antipáticas para corregir un cúmulo de desequilibrios.

“Yo sé que tienen que corregir, pero no pueden aumentar tanto; si la tarifa valía 20 no la pueden subir a 50, que la suban a 25 y de a poco …”, expresaba un taxista porteño sobre este tema. Pero no es cierto que “valía 20”, eso era una falsedad; el caso es que la gente termina creyendo que los “precios” que le ofrece el populismo tienen algo de real. Y luego, el ajuste es duro.

Cuál es la forma de corregir ese desbarajuste es otro tema; pero lo cierto es que los populistas-peronistas disfrutan de gastar dinero del pueblo para construir felicidad falsa, y que cada tanto venga otro que haga la tarea antipática, y que eso sirva para reforzar su imagen de “generosidad política” con el pueblo. Y siempre los gorilas tendrán la culpa.

Porque para ellos, los gorilas son golpistas aunque no quieran dar un golpe, y aunque incluso estén en el gobierno. Gorilas son los culpables de que a ellos les pase algo malo.

El enemigo imaginario permite evadir responsabilidades. Y cuando acusan a los adversarios de gorilas, es como mirarse al espejo, porque eso refleja su falta de convicción democrática, porque buscan generar la sensación de que el país solo puede ser gobernado por ellos.

Mientras tanto, en Uruguay la crítica al gobierno es porque las tarifas están caras. Una comparación internacional muestra que la energía y los combustibles son más caros que en otros países y eso afecta al sector exportador, y al que compite con productos importados.

Es un problema a corregir.
Pero más allá de eso es necesario reconocer que el gobierno de la izquierda uruguaya no cayó en la tentación populista de poner tarifas bajas como para ganar popularidad. Es fácil de crear una maraña de esas, pero es muy difícil y costoso desarmarla.

El Uruguay de Vázquez, Astori y Mujica no siguió el camino de la Argentina de los Kirchner. Eso no es menor. Porque los gobiernos se miden por lo que hacen pero también por lo que evitan.

Diario EL OBSERVADOR - Montevideo - URUGUAY - 24 marzo 2017