ENCE Pontevedra EuropaPressLos titubeos

De modo que, ahora que tanto se habla de la industria en Galicia, su presente y su futuro, quizá no estorbe decir que uno y otro son más bien oscuros. Y en algunas comarcas del país -la de Pontevedra, sin ir más lejos- el panorama es aún peor: en los últimos años ha perdido estructura, presencia y empleo y eso, junto a la progresiva reducción del peso de las administraciones presentes en su capital, constituye una amenaza real de muerte lenta. Hay quienes hablan de suicidio, sobre todo por la perspectiva próxima de cierre de la factoría de Celulosas en Lourizán, que muy pocos quisieron en su día que se ubicase donde está y que cada vez menos apuestan ahora por su desaparición. Y no se trata de reeditar la vieja polémica sino de reflexionar con sosiego acerca de lo que sigue siendo un problema pero que ha evolucionado a otros términos y que por tanto requiere análisis diferentes.

El hecho cierto es que la fábrica es uno de los muy pocos ejemplos de la capacidad industrial -junto a otra que trabaja para PSA en un momento en que ese grupo busca diversificar proveedores y explora en otros países- y generador de empleo directo. Sin contar, claro, el indirecto y su incidencia en el sector forestal gallego y la actividad del puerto de Marín. Algo que no se compensaría con un retorno dudoso al marisqueo en la ría.

Buena parte, por no decir la totalidad, de la "culpa" de que las cosas estén como están es de los que podrían haber propuesto soluciones y no lo hicieron. Con la excepción del BNG, que desde el gobierno local pasó del "peche xa" al inviable traslado a otro punto de la comarca pero que en la Xunta bipartita no pasó de un estudio que ni siquiera vio la luz antes de ser torpedeado por el PSOE.

La cuestión, que resurgió tras los avisos de la empresa de que no invertirá en futuro si antes no se le garantiza que lo habrá, ha vuelto tras la visita a Pontevedra del vicepresidente de la Xunta, que insistió en que lo que sea sonará, pero sin especificar ni cuál será la música ni quien habrá de tocarla. Y con más titubeos lo que se logra es sólo que nuevos proyectos de Ence se vayan a donde hay mayor seguridad jurídica. En su caso a Canarias.

Es probable que a buena parte de los que gobiernan en los varios equipos que tienen algo que decir no les inquiete el futuro porque, sea cual fuere el industrial, el suyo personal está garantizado como funcionarios. Pero los demás tienen derecho a que se medite bien qué se hará, porque la hostelería, el comercio y otros servicios dependen de la actividad y ésta del empleo. De ahí que proceda insistir en que con las cosas de comer no se juega.
¿Eh...?

Diario EL FARO de VIGO  -  ESPAÑA - 22 noviembre 2014