industria pulpa y papel Un colombiano consume 28 kg en promedio
El lado verde de la industria papelera

La Cámara de Pulpa, Papel y Cartón de la Andi publicó el primer informe de sostenibilidad de este sector en Colombia. Advierten que la tasa de reciclaje en el país alcanzó el 68 %.

María Mónica Monsalve S.
Si hay una creencia que la mayoría de las personas consideran irrefutable, es que la producción de papel implica que extensas áreas de bosque natural sean deforestadas. No obstante, con el tiempo, también han sido varios los esfuerzos que ha hecho esta industria para alejarse de este imaginario. Se empezó a hablar de reciclaje, se exploraron otras fibras distintas a la madera y a nivel internacional empezaron a proliferar varios certificados que buscan garantizar que toda la cadena de producción sea sostenible, amigable con la naturaleza.
Buscando quebrantar este mito, precisamente, es que la Cámara de la Industria de Pulpa, Papel y Cartón de la Andi (CPPYC), publicó el primer “Informe de sostenibilidad de la industria papelera en Colombia”, en la que se arrojan varios datos sobre el cambio de rumbo por el que ha atravesado en los últimos años. El informe, que reúne los resultados de nueve empresas afiliadas a esta Cámara, que representan el 89 % de la producción de papeles y cartones de Colombia, rinde cuentas en tres aspectos basados en la guía del Global Reporting Initiative: lo económico, lo ambiental y lo social.

Aunque el informe está basado en cifras de 2015, se va un poco atrás y recapitula los indicadores ambientales obtenidos desde 2010 y los sociales desde 2012. Sin embargo, se aclara que una de las nueve empresas no reportó los indicadores ambientales.

Con una participación del 0,5 % en el PIB nacional, expresa Isabel Cristina Riveros, directora ejecutiva de la CPPYC, el sector papelero tiene una gran incidencia en el mercado local, sobre todo si se tiene en cuenta que el 85 % de su producción en papel y el 99 % de su producción de pulpa se vendió en Colombia.

En términos de consumo, esto significa que el país usa 1’609.906 toneladas de papel y 601.711 toneladas de pulpa. Lo que sorprendentemente no es un consumo tan alto, pues en otros países como Costa Rica el consumo es de 98 kg por habitante y en Estados Unidos asciende a 224 kg por habitante, Colombia se lleva el puesto del menor consumo en toda Latinoamérica con la cifra de 28 kg por habitante.

Lo bueno, reitera Riveros, es que a través de varias acciones que han buscado cerrar el ciclo del producto, el 71% del material ha sido reincorporado de alguna manera a una nueva producción. Por ejemplo, en Colombia se han reciclado 881.929 toneladas de papel y cartón.

“Son varios procesos que estamos realizando al tiempo, como la búsqueda de fibras certificadas, la disminución de contaminantes a la hora de hacer blanqueamiento del papel, la reutilización de los papeles de archivo dentro de las mismas empresas y la sostenibilidad de las plantaciones forestales, lo que han permitido que mejoremos nuestros índices ambientales”, concluye.

Lo que tienen en común las empresas que consideró el estudio, además de sus esfuerzos por mejorar su sostenibilidad, es que todas tienen capital colombiano: Empacor, Cartones América, Papelsa, Smurfit Kappa, Corrucol, Carvajal Pulpa y Papel, Grupo Familia, Kimbely Clark y Fábrica de Bolsas de Papel Unibol. Sumadas, además, las empresas representan productos tan diversos como los cartones para empaques, papeles para impresión y escritura, papel higiénico, cartulinas, pañales y toallas higiénicas.

El papel de Colombia no viene de los bosques del Amazonas
“Parte de lo que queremos desmitificar con este informe es que mucha gente todavía piensa que el papel que se produce en Colombia viene de los bosques tropicales o de la Amazonia”, aclara Riveros. Hecho que, según el informe, no tiene nada de cierto.

En Colombia, la producción de estos materiales viene, principalmente, de tres fibras. La madera de pino y eucalipto (33 %), el bagazo de caña (16 %) y fibras secundarias (63 %).

Las primeras, por consistir en residuos que quedan de otras industrias, como la azucarera, implican, per se, una reducción en tasas de deforestación. Mientras las segundas, las plantaciones comerciales que se crean para producir papel, también tienen que cumplir ciertos índices de buen manejo ambiental.

Por ejemplo, el área donde se siembran especies comerciales, como el pino y el eucalipto, con el fin de producir papel, deben ser terrenos que antes se usaban para la ganadería y la agricultura. A lo que se suman otras exigencias como que de forma paralela debe existir una protección de los bosques naturales que queden cerca y una cadena de custodio que no sólo garantice que es madera certificada, sino que dentro de todo el proceso no haya involucramiento de trabajo infantil. De hecho, explica el informe, en Colombia la industria forestal para la producción de papel protege 21.000 hectáreas de bosque natural.

En cuanto a las fibras secundarios, que básicamente es papel reciclado, el informe advierte que en 2015 el 41 % del papel y cartón fue recuperado, 46 % tenía el potencial para transformarse y sólo el 13 % había perdido completamente este potencial. En total, la tasa de reciclaje en Colombia alcanzó el 68 %. Una cifra que no es una baja, sobre todo cuando se considera que el promedio en los países europeos es del 70 %.

Menos agua y menos energía
En el proceso de convertir la fibra a papel, el uso de agua es necesario. Es por esto que durante 2015 las empresas captaron 55,9 millones de m3. Conscientes de la necesidad de mejorar este índice, desde hace varios años muchas de ellas iniciaron procesos como el tratamiento adecuado de vertimientos (en 7 de estas se trata, incluso, de tratamientos secundarios) y sistemas de monitoreo de la calidad. El resultado, advierte el informe, es que en promedio lograron disminuir, entre 2010 y 2015, en 1,5 % de captación de agua por tonelada producida.

Igualmente, debido a que para producir lo que un colombiano consume en papel se necesitan 9 kilovatios de energía hora, los esfuerzos para reducir este indicador son varios. En vez de que los molinos para triturar la fibra se elimenen de la electricidad del sistema, algunas empresas los fueron transformando para que puedan usar biomasa, como la misma bagaza de caña, como fuente de energía. Esto, a la final, se tradujo en que entre 2010 y 2015 pudieran disminuir en 3,6 % de consumo de energía por tonelada del producto, 32% del consumo de combustibles fósiles, 2 % del consumo del carbón, 2 % de generación de residuos por tonelada fabricada y 1,5 % de emisiones de C02 por tonelada producida.

Por un reciclaje inclusivo
Una de las grandes luchas que ha dado la CPPYC, es la de crear mejores estándares para los recicladores. Por esto, a través de la Andi, la industria papelera forma parte de la Alianza Nacional para el Reciclaje Inclusivo. A través de esta coordinación, explica Riveros, los papeleros están persiguiendo tres objetivos: la formalización de los recicladores, la seguridad de la cadena de valor del reciclaje y que se cree un observatorio de reciclaje para poder tener datos fuertes.

Una idea que quieren llevar a la práctica para seguir sumando mejores indicadores.

EL ESPECTADOR - COLOMBIA - 02 marzo 2017